Un puente a la impunidad

El derrumbe de un puente en Génova dejó en evidencia la cara más brutal del capitalismo. Los Benetton, una dinastía de lujos, negocios y poder.

El 14 de agosto se derrumbó la parte central del puente Morandi, integrante del sistema de autopistas de la zona nordoccidental de Italia; el puente, que atravesaba una parte de la periferia de Génova era una pieza clave de la circulación sobre goma en el litoral tirrénico que conecta Italia y Francia, en este momento la literal desaparición de este trayecto crea grandes dificultades para la vialidad.

 

Además de los daños materiales hay que contar con la terrible cifra que son los 43 muertos reconocidos hasta el momento y después del momento inicial de aturdimiento y dolor crece la justa indignación por un hecho al que costará encontrarle otra explicación que no sea aquella de un incumplimiento de las normas de gestión por parte del concesionario privado, y no estamos hablando solamente de responsabilidad objetiva que en estos casos es descontada.

 

Las fotos del puente y de la ciudad han sido vistas en todo el mundo así como la crónica de los hechos, quizá un poco menos se ha comentado el enfoque de los grandes medios italianos en su trabajo de filtrar “a modo loro” la información, en primer lugar cuando se trataba de extraer del anonimato los accionistas principales de la sociedad concesionaria Autostrade per l’Italia, obviamente no siempre la mayoría de los ciudadanos conocen estas personas pero en este caso se trata de una familia que ha hecho de la publicidad un arma de autocelebración: los Benetton.

 

Claramente en Argentina este apellido está ligado a un hecho trágico, la muerte de Santiago Maldonado, perseguido y acosado en una operación de la gendarmería en setiembre de 2017. Las fuerzas armadas operaban desde una base logística instalada en una de las estancias de Benetton.

 

Pero en Italia la imagen de esta familia se conecta con la famosa fábrica de pullovers coloreados y las imágenes publicitarias del fotógrafo Oliviero Toscani, que en los años 80 del siglo pasado se destacó por sus fotos provocatorias y la idealización de un mundo (y una clientela) multiracial. Durante décadas esta familia ha encarnado un ”nuevo capitalismo” de índole progresista, con posiciones cercanas a los gobiernos de centro izquierda, en efecto, durante los gobiernos Prodi y D’Alema consiguieron la concesión de una parte importantísima del sistema de autopistas, cuando la izquierda vivía el frenesí de las privatizaciones salvajes. El derrumbe del puente ha arrastrado consigo aquella imagen, queda solo en pie, pura y desnuda, la palabra capitalismo.

 

“La primera reacción de la prensa en la confusión después del derrumbe ha sido no citar a Benetton, accionistas mayoritarios de Autostrade. Después se pasó a la defensa con improbables llamamientos al ‘estado de derecho’, el 17 de agosto la estrategia de los principales diarios ha cambiado actitud. Ahora el método es describirlos como una familia golpeada, devastada por el desastre y lista para demostrar su inmensa generosidad hacia la comunidad genovesa”. Así lo describe Il Fatto Quotidiano en su edición del 19 de agosto.

 

La gran prensa, que acompañó durante décadas la temporada de las privatizaciones ha cerrado filas en torno a Benetton, pero no se trata solamente de defender un concesionario, cuando el ministro de Transportes del gobierno ha mencionado la palabra “nacionalización” los circuitos del establishment mediático han pasado al estado de alerta, no es probable que este gobierno tenga el coraje suficiente para llegar a esta medida (que en la Europa actual tranquilamente se puede calificar de extremista), aunque podría contar con el beneplácito de la población genovesa y más allá porque la ciudadanía espera una respuesta, Italia es un país que se ha acostumbrado a ver y soportar como la gente poderosa raramente paga sus responsabilidades, civiles o penales, a causa de prescripciones, de los atrasos culposos, las complicidades ocultas, la remoción y el olvido.

 

Obviamente la empresa de los Benetton ha movido pieza. El administrador de la sociedad Gianni Castelluci ha sido el primero en poner la cara en una nutrida presentación con el periodismo, ha ofrecido 500 millones de euros destinados a remover los escombros que han caído sobre el barrio que se extiende bajo la zona del puente, abatir los restos del muñón de la columna, reconstruir en 8 meses un nuevo puente en acero, indemnizar las familias de las víctimas, encontrar una nueva casa para los desalojados.

 

El señor Castellucci ha dicho además que “Sufrimos junto a las víctimas, podemos y debemos dar aún más a la ciudad de Génova”.

 

Personalmente encuentro increíble que en dos días la empresa de los Benetton haya preparado el proyecto de un puente en acero para un terreno que ofrece grandes dificultades, que haya hecho un cálculo de costos y que anuncie que el plazo de entrega son 8 meses.

 

El señor Castellucci seguramente está acostumbrado a “sufrir junto a las víctimas”, está bajo proceso con otros dirigentes del grupo por homicidio culposo originado en un accidente en la autopista de la zona de Avellino en 2013, un pullman se salió de la carretera y el guardrail de Autostrade no resistió el embate, resultado: 40 personas muertas.

 

Mientras tanto la empresa ha creado un equipo ad hoc para administrar la batalla que se adivina en el horizonte, que será dirigida por Francesco Delzio, director de comunicaciones de Autostrade, con buenas relaciones con el centro izquierda (ahora en la oposición), curiosamente Delzio es también editorialista de Avvenire, el diario de la Conferenza Episcopale, o sea los obispos.

 

Desde el momento que Castellucci ha declarado “que todos los informes consultados confirmaban un buen estado de salud del puente” y que “las responsabilidades de lo ocurrido deben ser comprobadas por los jueces” se están preparando para la guerra en tribunales y para ello han contratado un peso pesado, la abogada Paola Severino, ex ministro de Justicia en el gobierno Monti (2011/2013) y especialista en grandes empresas.

 

Desde el domingo 19 de agosto al lunes 20 se aprecia otra modificación de la estrategia mediática: la búsqueda de eventuales negligencias de la administración pública para presentar el desastre como una colusión de comportamientos culposos o dolosos imputables a las dos partes, situación que podría aligerar la presión que los mismos hechos ejercitan contra el grupo Benetton.

 

La cuestión reside en el artículo 7 de la Convención que regula el acuerdo con el concesionario “El concedente (ministerio de transporte e infraestructuras) requiere información y efectúa controles con poder de inspección”, esta podría ser la clave para la empresa para atacar el gobierno y negociar un nuevo acuerdo. La negligencia del estado podría configurarse pero no faltan las denuncias sobre el desmantelamiento progresivo de los órganos de control, los inspectores cuentan con pocos medios, deben anticipar ellos mismos los gastos de la inspección, deben afrontar los mejores abogados disponibles con que cuenta el concesionario cuando se trata de la efectiva comprobación de una prestación debida. Todo esto ha sido vigorosamente denunciado por el arquitecto Mauro Coletta, que dirigía el órgano para la vigilancia de las autopistas y ahora ha pasado a la vigilancia de los puertos (Il Corriere della Sera 20.08.2018). Si agregamos que parte del protocolo de la convención es secreto nos encontramos frente a una situación de notable opacidad.

 

En tanto el prestigioso periodista de L’Espresso Fabrizio Gatti ha localizado el acta de una reunión con fecha 1º febrero 2018 de donde emerge que el estado calamitoso del puente Morandi era conocido por las partes, o sea el Ministerio de Transportes y la empresa de Benetton, en la que se establecieron cuales medidas oportunas deberían realizarse pero sin fecha cierta de conclusión (declaraciones a Radio Popolare Milano, 20.08.18), situación que podría favorecer la tesis de la doble responsabilidad.

 

Los beneficios anuales para Benetton se calculan en mil millones de euros, la empresa ha desarrollado un programa de expansión que va más allá de las fronteras pero en el último balance han disminuido los rubros de inversiones y mantenimiento en las autopistas italianas.

 

Como explica Joseph Stiglitz “las grandes fortunas se crean en régimen de monopolio”, y de manual es el crecimiento del grupo de Ponzano Veneto después de haber incorporado las autopistas a sus negocios, pero cuando tienen la competencia en la vereda de enfrente los Benetton no son tan brillantes como ellos mismos nos cuentan, el Benetton Group (ropa) ha registrado 46 millones de pérdidas en 2015, 81 millones en 2016 y 181 en 2017, la dirección ha explicado que la empresa está en plena evolución para adaptarse a las nuevas modalidades de consumo.

 

Pero la familia no ha renunciado a la tradicional fiesta del 15 de agosto, el Ferragosto italiano, cuando el país se para. Como todos los años se han reunido en la villa de Giuliana Benetton en la zona chic de Cortina d’Ampezzo cerca del Golf Club y han agasajado a los huéspedes con un menú de pescado, un comunicado posterior de la Agencia Ansa declaraba que la reunión era en realidad in memorian de Carlo Benetton, fallecido el 10 de julio pasado, declaración que amortiza el efecto de la habitual reunión anual con amigos notables el día sucesivo a la tragedia.

 

 

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