Con el Mundial 2018 terminado surgen espontáneas las reflexiones sobre nuestra posición como hincha en los partidos que veíamos en TV, en mi caso particular, después de que Argentina fuera eliminada por Francia.
En el caso italiano sin la presencia de la Nazionale Azzurra en Rusia seguramente los estímulos para hinchar por diferentes equipos han sido ricos y variados, y claramente a veces contradictorios, y lo digo porque yo también, como todos, lo he vivido.
Yendo al equipo campeón del mundo 2018, acostumbran presentarlo como el ejemplo concreto de la sociedad multiracial, por lo tanto para ese mundo que se mueve dentro del políticamente correcto era este el equipo que se debía apoyar, pero después entra la otra variante, serán multicolores pero son siempre franceses. Históricamente las relaciones entre Francia e Italia están íntimamente enlazadas desde hace siglos, como lo explicó bien en Il Corriere della Sera el habitualmente insoportable Aldo Cazzullo justo el 14 de julio en vísperas de la final. Sucede que en Italia no se soporta la idea que Francia sea la número uno en vinos y quesos, consideran a los odiados primos transalpinos unos fanfarrones que miran el mundo desde lo alto de su pedestal, piensan que la grandeur sea un globo inflado y para colmo Emanuel Macron ataca el neo gobierno italiano por racista mientras ejercita la misma política de fronteras blindadas.
El nieto de mi amigo Stefano Bianchi ha tifado contra Francia porque “los franceses nos robaron La Gioconda”, que no sea verdad no importa, como él cada italiano tendrá su motivo personal.
Las encuestas del sabado 14 mostraban el 60 % de la hinchada italiana por Croacia y solamente un escaso 10 % a favor de Francia que en tanto se gozaba la fiesta nacional esperando el partido.
Los motivos son diversos, el primero se resume por lo ya dicho, otros apuntaban al aspecto estrictamente deportivo, consideraban muy bueno el fútbol de Croacia, otros querían que venciera el equipo chico (una manera de decir), otros querían que ganase uno que no había ganado nunca.
Después entraba la ola oscura de la política, el nuevo ministro del interior italiano Matteo Salvini (un demagogo de tendencia xenófoba) tifaba Croacia, por lo tanto immagino que la hinchada italiana se habrá alineado y dividido en base a esta referencia. Bajo la lupa del políticamente correcto el equipo croato es racialmente homogéneo, lo opuesto a la idea multicultural/multiracial, esto obviamente es una estupidez dado que nadie en el mundo es racialmente puro, pero sucede que en este equipo no hay caras oscuras como en el de Francia, por lo tanto Croacia, queriéndolo o no cubría este rol.
Hago un paréntesis ¿bajo la mirada de lo políticamente correcto qué son, entonces, los equipos de Argentina y Uruguay? Son todos blancos, en el sentido de que no hay afroamericanos en estos equipos ¿Tenemos entonces que avergonzarnos? Y podría haber escrito negros porque en el Río de la Plata las pelotudeces alla violeta tipo ‘afroamericano’ no funcionan, pero tengo que estar atento a mis amigos de la izquierda milanesa, ultra sensibles y siempre atentos a estas cosas (y distraídos en lo que corresponde a la economía), pero como se sabe, la distancia entre Milán y Sudamérica es abismal.
Y agrego que en el Río de la Plata no hay necesidad de inventar palabras tipo ‘afroamericanos’ porque nos sentimos uruguayos o argentinos sin distinción, al fondo del problema solamente permanece la vieja y conocida lucha de clases que desnuda las verdaderas diferencias y en este sentido, algunas luchas contra el neoliberalismo y el pensamiento único las hemos hecho. La sociedad ‘multiracial’ es una invención de los países donde la presión racista es tan rígida que no permite la fusión de las etnias diversas. Por lo tanto los estratos del progresismo neo liberista se inventa estas cosas para tranquilizarse la conciencia y seguir veraneando tranquilamente en Cape Cod.
Claramente no son los jugadores croatas a estimular algunos arranques racistas, Ivan Rakitic lo explicaba claramente, es hincha del tenista serbio Novak Djokovic que a su vez es hincha de la selección croata, olvidar rencores y odios del pasado balcánico hace bien y agregaba: ‘Inglaterra no nos ha respetado, creían que todo sería fácil, pensaban que ya habían vencido. En cambio hemos jugado mejor y llegamos a la final’(Corriere della Sera del 14.07.18), Y quizá habrá personas que han visto en la selección croata el último recuerdo activo de la Yugoslavia de Tito en vez de los ustashas de Ante Pavelic y por lo tanto ha sostenido esa camiseta, la última variante es la opuesta; los que hinchan por Croacia justamente a causa de Ante Pavelic.
En Linkiesta de 14.07.18 (‘perché tutto il mondo tifa contro la Francia’) llegaba más lejos todavía y describía la hinchada contra Francia a nivel mundial en base a una francofobia común diciendo que si esta palabra no existiese habría que inventarla dado que el equipo francés, o mejor dicho Francia, arrastra muchas culpas que tiene que hacerse perdonar, y de aquí se abrían una gran cantidad de variantes. El servicio de Linkiesta vale la pena por la cantidad de información y por el humor, que no debe faltar cuando se habla de cosas serias como el fútbol.
He hinchado a favor de Croacia contra Inglaterra porque es automático cuando se habla de Inglaterra, tenemos cuentas pendientes con esta gente (por lo cual he extra gozado el gol de Dieguito del 1986, aquél realizado con la ayuda de la mano de Dios, además de perder tuvieron que tragarse la burla en un tiempo que el VAR era una fantasía utópica), por lo cual sufrí y gocé junto a los hinchas de Croacia y quedé shockeado (positivamente) al final del partido, conmovido por el corazón que habían puesto los muchachos del pequeño Luka Modric.
Jugaron como yo soñaba que tenía que jugar nuestra Selección, y creo que tengo que citar un inglés para cerrar esta parte: los croatos combatieron bajo la bandera de sangre, sudor y lágrimas como en el pasado los ingleses contra el nazifachismo.
Y la selección belga le puso el moño al paquete el sábado 14. Los ingleses a la lona, y abrí una botella de Perrier-Jouet, habitualmente bebo en compañía pero la ocasión era demasiado emotiva para dejarla pasar en seco.
Y después estaban los penosos comentarios del tipo ‘¡Italia está presente en el Mundial!’ A través de los jugadores que juegan en Italia, ok, es verdad, el fútbol italiano, endeudado hasta el cuello sobrevive parcialmente gracias a los derechos TV y sigue contratando estrellas del firmamento mundial ¡pero la Nazionale Azzurra no está! ¡Han roto los cojones con la ‘presencia italiana en Rusia 2018!
Pero Italia no está sola en este babeo patriotero, el miércoles 11 los periódicos deportivos españoles abrían sus ediciones con el triunfo de Croacia de esta manera, los de Madrid (As y Marca) con foto dimensión King Kong de Modric, que juega en el Real Madrid y los de Barcelona (Sport y Mundo Deportivo) con foto dimensión Godzilla de Rakitic que juega en el Barcelona…la parroquia tira en todos lados y quiero mantenerme fuera del juego ¡si yo dijera que un poquito de Argentina estuvo en la final de Rusia 2018 porque el árbitro Néstor Pitana dirigió el partido perdería ese poquito de credibilidad que me queda entre los amigos!
Otro capítulo de la hinchada de geometría variable es Alemania. Hemos sentido la definición del fútbol en la versión de Gary Lineker hasta decir basta, esta definición ha caducado, he visto con placer caer Alemania frente a México 0-1 (17.06.18) y contra Corea de Sur 0-2 (27.06.18). Se me cruzaban las inmágenes terribles del partido Brasil-Alemania del 2014, aquél drama espantoso del 1-7, cuando vimos derrumbarse emotiva y futbolísticamente un equipo legendario, humillado por la marcha triunfal de la Bayerdivision. Y pensaba: austeridad, ajuste, troika, deustchebank, zolverein, Grecia, todo aquello reproducido en el campo de juego, mientras rogaba que alguien detuviera aquella verguenza.
Hay que perder con dignidad, pero también hay que vencer con dignidad, como en el final del partido Nadal / Del Potro, el abrazo entre los dos (Wimbledon 11.07.18), el deporte a veces nos hace mejores, el partido ha terminado, nuestro campeón ha perdido pero igualmente estamos conmovidos, hemos visto algo diferente y maravilloso, esto se llama grandeza.
Esta vez las cosas anduvieron mal para los alemanes, el gelido orgullo habitual han tenido que metérselo en el culo y volver a casa, el próximo DT tendrá que chuparse 10.000 horas de films de fútbol de archivo porque estos tipos trabajan así. Espero que el camino de retorno sea largo y difícil.
Hemos visto que en Francia se ha festejado en todas partes, tanto en barrios burgueses como en la banlieu, y pensaba en esto debido a los que hinchan por Francia porque su equipo es ‘multiétnico’, y veía el presidente Macron bajo la lluvia, Macron que ha desencadenado un ataque frontal contra el estado social, los ferrocarriles públicos, los sindicatos, los artesanos, los trabajadores. Hinchar en la era de la contradicción: Macron que besa y abraza los jugadores de piel oscura, pero ellos son el resultado del darwinismo deportivo al nivel más alto, Macron no besa la gente de la banlieu, les manda la policía.
En la final he hinchado por Francia.