En estos tiempos de directa diplomacia del garrote, ya nada se oculta y lo demuestra el discurso del Secretario de Estado de Estados Unidos, Rex Tillerson, que no ha vacilado en alentar a los militares venezolanos a recurrir al golpe de Estado contra el presidente Nicolás Maduro, tal como lo dijo en una universidad en Texas al comenzar su gira por América Latina, una recorrida por países “amigos”, sus incondicionales aliados regionales y semicolonias encubiertas.
Según Tillerson, “no hemos abogado por el cambio de régimen o la destitución del presidente Maduro (…) Antes bien hemos abogado por que vuelvan a la constitución. No reconocemos a la Asamblea Constituyente como legítima y ellos necesitan volver a la constitución, seguir la constitución. Creo que habrá un cambio. Queremos que sea un cambio pacífico. Siempre es mejor que la otra alternativa, que un cambio violento”. Es una clara advertencia más que amenazante.
Lo dijo tranquilamente, como si no estuviera hablando el representante del país que lleva adelante una feroz guerra contrainsurgente terrorista contra Venezuela que abarca todos los ámbitos, político, económico, social, mediático y otros.
Pero Tillerson fue más lejos y dijo “en la historia de Venezuela y en la historia de otros países latinoamericanos, casi siempre son los militares los que se hacen cargo de esto, que cuando las cosas están tan mal, la cúpula militar se da cuenta que no pueden servir a los ciudadanos, entonces se hacen cargo de una transición pacífica. Si este es el caso o no, no lo sé».
Es una curiosa interpretación de los golpes de Estado y las dictaduras militares. Resulta que ya no son las dictaduras impuestas por Washington que hemos sufrido en toda la región a lo largo del siglo XX, e incluso las que impusieron en este siglo XXI (Honduras, Paraguay, Brasil) y los golpes que intentaron dar y fracasaron.
Es decir el genocidio vivido en el siglo XX en América Latina sucedió porque los militares estaban haciendo una “transición pacífica” y no obedeciendo las órdenes del Pentágono para sembrar en el continente las Dictaduras de la Seguridad Nacional (de Estados Unidos, por supuesto) en el esquema de la Guerra Fría, donde nuestras poblaciones se convertían en el “enemigo interno”.
Estados Unidos “necesita” apoderarse de Venezuela, país estratégico para sus intereses y a la vez para la región, que quedaría debilitada ante el brutal proyecto geoestratégico de recolonización de América Latina.
De hecho estamos viendo cómo se han incrementado las acciones contra el presidente boliviano Evo Morales en los últimos días y sobre los gobiernos que son los bastiones del proyecto unificador de América Latina, hostigados por una guerra desgastante, con metodologías contrainsurgentes de baja intensidad, que significa todo tipo de ilegalidad y violencia.
El Caribe en su conjunto está en la mira. En estas acciones es clave la guerra psicológica de la desinformación, la manipulación y la mentira, manejadas a nivel masivo gracias al control militar del Pentágono estadounidense sobre los medios de comunicación en el continente y en el mundo.
La injerencia al desnudo
En su paso por Argentina después de elogiar el «liderazgo» de este país en la región, afirmando que desde la llegada de Cambiemos al gobierno. el país «resurgió como el paladín de la democracia» en el continente, Tillerson fue directo al tema central: Venezuela y, como sorpresa, Medio Oriente y la advertencia de la presencia –hasta ahora fantasma– de Hezbollah en Argentina. .
En reuniones con el canciller Jorge Faurie se habló sobre la crisis en Venezuela y las elecciones en ese país en los próximos meses, que Argentina anunció que no reconocerá, confirmando a la prensa que están analizando cómo sancionar o prohibir la venta de petróleo de Venezuela a Estados Unidos o de “refinar sus productos” para presionar más duramente contra el gobierno de Nicolás Maduro.
Por supuesto la agenda bilateral comercial quedó, como siempre sucede, en un diálogo a futuro. Una increíble burla del gobierno de Donald Trump evidenciando que de Argentina sólo le interesa el apoyo a su guerra contra Venezuela y ahora también contra Irán.
Los halagos a Macri se producen en momento en que la imagen del presidente argentino se desmorona día a día, y le sucede que adonde va, como ocurrió en Humahuaca, Jujuy, el pueblo lo recibió al grito de “que se vaya” y el párroco del lugar durante una misa a la que asistió le pidió que deje de gobernar para los ricos.
Por supuesto que el cinismo no reconoce límites, ya que lo actuado por Macri en estos dos años gobernando por decretos en forma permanente, vetando leyes, desconociendo al Congreso, implantando medidas antipopulares, favoreciendo a los sectores más pudientes, y asegurando la impunidad para todos los casos de corrupción de importantes figuras de su gabinete, incluyendo al propio presidente, ha significado la conformación de un verdadero estado de excepción, un gobierno de facto encubierto, amparado por una justicia dependiente y el poder mediático, que el oficialismo maneja en un 98 por ciento en el país.
El país ha sido y sigue siendo endeudado a niveles nunca antes conocidos. La persecución política judicial y mediática, con la detención ilegal de ex funcionarios del gobierno anterior, ha “nacionalizado” lo actuado contra la dirigente social y diputada electa del Parlamento del Sur Milagro Sala, presa bajo falsas acusaciones en Jujuy desde hace dos años, incumpliendo las resoluciones de la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
En Argentina hay presos políticos y dos jóvenes asesinados por fuerzas del Ministerio de Seguridad, y centenares por el llamado “gatillo fácil” ya que se le ha dado vía libre a las fuerzas de seguridad para actuar sin consultar a los jueces.
Se han destruido cantidades de proyectos sociales, educativos y culturales, el ajuste de los últimos tiempos está avanzando con una nueva ola de despidos. En materia de seguridad el país ha firmado acuerdos con Estados Unidos que comprometen la soberanía nacional, Y más aún han negociado con Gran Bretaña por las islas Malvinas, aún no se sabe hasta qué extremo.
En diciembre del año pasado protagonizó también las más violentas represiones –verdadera cacería de personas– que se recuerden desde el retorno de la democracia en 1983, para imponer una ley de previsión social que perjudica a millones de jubilados en el país.
La represión fue un evidente ensayo para el control de los conflictos sociales, en un país donde se están destruyendo todas las redes de protección social, con miles de despidos y un aumento creciente de la pobreza y la indigencia.
«Tenemos una relación realmente excelente de socios y estamos fortaleciendo la relación cada vez más. Vemos a la Argentina como un modelo de la región, una democracia muy fuerte que está tomando reformas difíciles, pero importantes y necesarias, que van a hacer crecer a la economía y al comercio bilateral con Estados Unidos», expresó el embajador interino de EE,UU., Tom Coney, lo que resulta una verdadera ofensa para una sociedad en evidente crisis.
“Hablamos mucho de la región y de la relación bilateral, de Venezuela, que fue un tema muy importante porque Estados Unidos y Argentina creen que tenemos que tomar más acción para presionar al Gobierno a volver a las vías democráticas y a sus responsabilidades bajo la Constitución venezolana. Queremos una solución pacífica», señaló Coney, con el cinismo que los caracteriza.
También otro eje de la visita de Tillerson fue el “terrorismo” en América Latina. En la reunión con el canciller argentino Jorge Faurie ambos países se comprometieron a cooperar “más estrechamente para cortar las redes de financiamiento del grupo terrorista libanés Hezbollah en América Latina”.
Esto es grave para Argentina donde existe una importante comunidad de origen libanés “y las autoridades estadounidenses sospechan que algunos grupos obtienen financiamiento del crimen organizado para apoyar al movimiento armado, que es respaldado por Irán”, según se dijo, lo cual es totalmente falso.
Este es el argumento para firmar acuerdos de seguridad violatorias de la Constitución y que, como se está viendo, afectan la soberanía nacional.
«Con respecto a Hezbollah, discutimos sobre cómo podemos, de manera conjunta en la región, perseguir a estas organizaciones del crimen trasnacional –narcotráfico, trata de personas, contrabando, lavado de dinero– porque constatamos sus conexiones con los grupos que financian el terrorismo», manifestó Tillerson en la rueda de prensa conjunta con Faurie. Argumento falaz si los hay.
«De manera particular, abordamos la presencia del Hezbollah libanés en el hemisferio, donde consigue financiamiento para sus actividades terroristas. Estuvimos de acuerdo en que es algo que debemos atacar y eliminar», añadió.
El paso de Tillerson tuvo una consecuencia inmediata en el marco de la instalación de un proyecto de “mano dura” que ya ha comenzado a funcionar mediante una nueva doctrina que autoriza a las fuerzas de seguridad a actuar sin control de la justicia. . Desde el gobierno también se está instalando que ante el aumento de la delincuencia, que parece tener territorios liberados premeditadamente, se hace necesaria la pena de muerte o un cambio en el código penal, que terminaría con los escasos nichos democráticos que van quedando.
Este miércoles 7 de febrero el ministro de Defensa Oscar Aguad anticipó la creación de una Fuerza de Despliegue Rápido –el esquema del Comando Sur de Estados Unidos– bajo el control de su ministerio, integrada por las tres ramas de las Fuerzas Armadas para apoyar logísticamente “la lucha contra el narcotráfico y el terrorismo”.
Otra vez como en los tiempos de la Doctrina de Seguridad Nacional las fuerzas armadas argentinas estarán bajo el mando del Pentágono y su proyecto de crear una fuerza multinacional en América Latina bajo su control para agredir países insumisos.
Es nada más y nada menos que la doctrina elaborada por el Comando Sur que determinará la actuación de las fuerzas armadas en seguridad interior. Los resultados los estamos viendo en México con las fuerzas armadas a las que se utiliza bajo mando externo en una falsa guerra contra el narcotráfico que desde 2006 hasta ahora ha dejado más de 150 mil muertos y unos 40 mil desaparecidos, por supuesto no narcotraficantes. Es una guerra contra el pueblo y para asegurarse el control de México.
Evidentemente como consecuencia de los acuerdos de seguridad que el gobierno de Macri firmó con Estados Unidos y con Israel sin consultar al Congreso y a espaldas del pueblo y lo que anunciaron Tillerson y el canciller Faurie ya está en marcha el proyecto que conformaría las características de un golpe de Estado post electoral, cuyo modelo se podría aplicar en varios países de la región.
“Vamos hacia un estado gendarme”, denunció el diputado opositor Agustín Rossi, ex ministro de Defensa, remarcando que si se aplica esta doctrina no corresponderá a un Estado de Derecho. Y surge la voz de alerta de importantes juristas ante este avance ilegal e inconstitucional.
Aguad, viajará el próximo jueves a Miami, con la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, quien está ligada a los sectores más derechistas y de inteligencia de Estados Unidos desde hace tiempo. Miles de argentinos han pedido la renuncia de Bullrich, pero sin duda es una pieza clave para Washington.
También se conoció que el secretario de Estado expresó “la preocupación” de su gobierno por el intercambio comercial de la región con Rusia y China. Todo lo acordado es muy grave para el futuro del país. Justamente ante las últimas medidas de ajustes impuestas por el gobierno de Macri, que incluso recurre a chantajes mafiosos para que voten leyes antipopulares, se perfilan paros, movilizaciones y protestas de todos los sectores afectados.
Y nadie duda de que las fuerzas de seguridad asesoradas por “expertos” de Estados Unidos e Israel para el combate “contra el enemigo interno” (el `pueblo) tendrán “mano libre” para la represión pasando sobre la justicia y las leyes.