“Esto es lo que nos quedó”, dice Omar Plaini señalando con la mirada una de las oficinas del edificio que el Sindicato de Vendedores de Diarios y Revistas (Sivendia) tiene en el barrio porteño de Balvanera. La oficina, en realidad, no pertenece al sindicato sino a su obra social, ya que el gremio, por orden del juez federal Marcelo Martínez de Giorgi, se encuentra intervenido desde el pasado 2 de julio, cuando un centenar de gendarmes allanaron el edificio, y Plaini, secretario general del sindicato, fue procesado y suspendido en sus funciones a partir de una causa que investiga su presunto involucramiento en la falsificación de actas eleccionarias que sectores internos del gremio denunciaron ante a la justicia en 2013. Plaini recibe a Zoom en un sindicato arrasado, silencioso, con las persianas bajas, y pocos minutos después de que, a kilómetros de ahí, en la localidad bonaerense de Florida, cerca de doscientos gendarmes lleven a cabo por orden del gobierno una feroz represión contra los trabajadores despedidos de PepsiCo. En esta entrevista, realizada horas antes de que la CGT convoque a una movilización para el 22 de agosto, Plaini habla del presente de su gremio, plantea responsabilidades políticas, judiciales y empresariales detrás de la intervención, y reconoce que la diligencia sindical no actuó rápidamente en este año y medio de gobierno cambiemita. “Frente a estas políticas conservadoras y neoliberales, la GGT tiene que decir basta, y seguramente ya lo tendría que haber dicho”. Diputado nacional y hombre históricamente cercano a Hugo Moyano, Plaini habla también de la pelea entre el camionero y Cristina Fernández de Kirchner, a quien el líder canillita hoy apoya públicamente en su candidatura a senadora por la provincia de Buenos Aires. “Esa ruptura nos afectó a todos”.
¿En qué estado se encuentra hoy el sindicato? ¿El Ministerio de Trabajo ya designó un interventor?
No. Los comentarios que nos llegan es que hay una lucha intestina para ver quién nombra los interventores, si van a ser dos, tres, de qué sectores. Tenemos trascendido que vendrían con amplias facultades ejecutorias, lo cual nos preocupa.
¿Cuál es su situación personal?
Mi situación es que, para poder intervenir, por lo que hablé con mis letrados, el juez necesitó procesarme, porque si seguía en el carácter de imputado no podían intervenir. Él en realidad no tiene competencia en el fuero laboral porque es un juez federal. Acá se cometieron todo tipo de arbitrariedades.
¿Como cuáles?
Primero, esto era cosa juzgada. La Sala 10 había juzgado y lo había ratificado la Corte. Estábamos a 48 horas de la convocatoria a un nuevo proceso electoral para la elección de la Junta y, llamativo, cae la intervención. Me cambian la carátula para no darnos la prescripción, y al hacerlo le dicta la falta de mérito a seis integrantes. Éramos ocho los imputados, que por otra parte cuando nos llamaron a indagatoria no nos negamos, obviamente hicimos uso del derecho a las facultades constitucionales de no declarar hasta tanto dieran la prescripción, y pedimos la nulidad de la indagatoria. Pero siempre nos ajustamos a derecho. Caen el lunes pasado con 120 gendarmes y siete carros de asalto, como si hubieran ido a buscar a un grupo de narcoterroristas a Nordelta. Esto se veía en épocas donde no había estado de derecho, fue impresionante lo que hicieron. Y ahí allanan nuevamente el sindicato, que ya lo habían allanado en una oportunidad. Hasta ahora no han podido demostrar si hay delito, pero el juez decide esta intervención y el descabezamiento de la Comisión Directiva, que no estaba ni siquiera imputada. Hoy los imputados somos quien te habla y el secretario de Actas, que fuimos los dos que presidimos la asamblea.
El fallo dice que está “probada” la “maniobra” que usted y la escribana Rodenas llevaron a cabo para falsificar la planilla de firmas.
Quiero aclarar cómo se realiza una Asamblea Sindical. En la entrada suele haber seis, siete, ocho mesas, depende de la cantidad de padrón que tenga, cada una con planillas Excel con el nombre y apellido del afiliado y el número del carnet. El afiliado presenta el carnet, tiene que tener paga una de la tres últimas cuotas, ingresa a la asamblea, participa, la asamblea elige un presidente, un secretario de Actas, ese presidente y ese secretario de Actas le dan curso al orden del día, y se eligen los miembros de la junta por moción. Toda esa tarea la monitorea la escribana. Ni ella ni quien te habla estamos constatando el ingreso de los afiliados, por si hubiera habido una irregularidad. Para que puedan procesar a la escribana ella tendría que haber estado controlando el ingreso de cada afiliado y pidiéndole su documento de identidad. Y esa no fue su tarea ni la mía tampoco. La escribana lo que constata es realmente el desarrollo de la asamblea. Como hacen los inspectores del Ministerio de Trabajo cuando van a esas asambleas. Con ese mismo criterio habría que procesar a todos los inspectores del Ministerio de Trabajo.
“Uno de las razones de la intervención es la gran pelea que nosotros dimos estos años contra la concentración mediática de la comunicación gráfica. Y no fue gratis, queda claro. Había una ex presidenta que decía: “No fue magia”. Para nosotros, no fue gratis”
¿En estos cuatro años se avanzó algo?
No, la causa se paró.
¿Estuvo totalmente parada?
Los mismos que la iniciaron dejaron de querellar. Solamente el que la movió fue el juez. ¿Cuándo la mueve? Cuando yo pido la prescripción hace ocho o nueve meses. Por eso digo que acá hay claramente una persecución política y jurídica que va en consonancia con todo lo que está sucediendo en el movimiento sindical. Y aquí evidentemente hay alguien de muchísimo poder que ha incidido sobre el juez para que moviera esto.
¿A quién apunta en concreto?
Hay varios factores que nosotros presumimos. Uno es la gran pelea que nosotros dimos estos años contra la concentración mediática de la comunicación gráfica. Y no fue gratis, queda claro. Había una ex presidenta que decía: “No fue magia”. Para nosotros, no fue gratis.
¿Apunta contra el Grupo Clarín?
Nosotros a partir del 2006 no renunciamos a ninguna de nuestras convicciones. Recuperamos los dos días que nos habían conculcado unilateral y arbitrariamente, el 7 de noviembre y el Viernes Santo. Recuperamos porcentaje en los días feriados y con algunos diarios chicos. Hicimos un montón de movilizaciones y tomamos medidas de acción directa por decisión de las asambleas. Evidentemente todo esto tiene que ver con un sector mediático hegemónico que trata de consolidar sus necesidades y con un gobierno que acompaña, un Ministerio de Trabajo que frente a esta arbitrariedad de un juez se tendría que haber expresado.
¿O sea que para ustedes Clarín sería uno de los principales responsables de esta situación?
Ambos diarios, ¿no? No excluyo de esto al otro diario.
Pero la responsabilidad, digamos, ustedes la atribuyen al papel de estos grupos mediáticos.
Bueno, con ellos hubo una confrontación en estos diez años que estamos en el sindicato. Bah, una confrontación. Nosotros defendimos nuestros derechos.
Se lo pregunto porque una de las lecturas que surgieron en estos días fue que la intervención se debió o se aceleró por su reciente apoyo público a la candidatura de Cristina Fernández de Kirchner.
No descarto eso. Porque también estos grupos mediáticos tienen una confrontación con la ex presidenta, de una persecución permanente. Creo que esto es un combo, no hay una sola razón.
“Yo fui leal al secretario general de aquel entonces porque veníamos observando en aquel gobierno algunas cuestiones que nos parecía que había que modificar”
¿Qué perspectiva tienen en lo inmediato?
Bueno, nosotros nos declaramos en estado de alerta y movilización, apelamos la causa penal en el fuero laboral y fuimos a la OIT. También vamos a pedir el acompañamiento de la Confederación General del Trabajo. Tenemos que decirle basta a este gobierno y no solamente se le dice basta en un acto eleccionario, que yo espero que en agosto y en octubre la ciudadanía exprese con su voto lo que se está viviendo, sino también le tenemos que decir basta a las intervenciones, a los allanamientos a las organizaciones sindicales, a la inflación, a los despidos. Acá hay claramente un gobierno que mintió porque habló de pobreza cero, habló de que los trabajadores no iban a pagar más ganancias, de que no iba a haber despidos, y no solamente no lo cumplió, sino que está haciendo todo lo contrario a lo que dijo, y cada vez se profundiza más. Y con un sector empresarial cada vez más insensible y que ni siquiera respetó cuando hizo acuerdos con el movimiento sindical.
¿En ese sentido cómo lee la estrategia que viene llevando adelante la CGT? Porque a la intervención de Sivendia hay que sumarle la del SOMU y otros casos en Mendoza, Jujuy y Tucumán, mientras la CGT continúa apostando a un diálogo o a una instancia de negociación que no parece cumplirse. Ahora acaba de pasar lo de PepsiCo, donde el secretario general de Alimentación ni siquiera estuvo presente [N.d.E: horas después de esta entrevista, y tras la represión en PepsiCo, la CGT convocó a una movilización para el 22 de agosto]. ¿Sería errado creer que las intervenciones, los despidos y la represión se realizan porque el gobierno ve a una CGT débil y por eso no tiene reparos en avanzar?
Nosotros fuimos tres sectores que nos unificamos, que estuvimos cuatro años y medio separados y que venimos con distintas miradas y experiencias con respecto a los gobiernos. Yo soy de los que cree que frente a toda esta situación las centrales tienen que reaccionar más rápidamente. Le tenemos que decir basta al gobierno porque no podemos actuar cada dos años cuando hay elecciones. La conflictividad social es permanente, cotidiana. Yo soy un hombre que suelo plantear las cosas en la orgánica mía o, en este caso, en el parlamento obrero, que es la CGT, pero esto lo hice público. Hace mucho tiempo que vengo diciendo que hay que pararle la mano a este gobierno y sigo sosteniendo lo mismo y lo voy a sostener en la central. Formo parte de un cuerpo colegiado donde a veces, o muchas veces, estás en minoría, y soy respetuoso de las mayorías. Pero también obviamente esto me obliga a un replanteo y a un análisis de la organización que yo represento. Y mi mirada es que en la CGT, cuando nos unificamos el 22 de agosto, y hasta diciembre, tuvimos una buena estrategia política, con los paliativos de los bonos, que muchos al final no se cumplieron, pero después de diciembre se empezó a caer todo. Yo había planteado que en febrero, el 24 de febrero precisamente, se hiciera una movilización, que finalmente se hizo el 7 de marzo, y que después se tomara una medida. Insisto, lo voy a plantear en el ámbito correspondiente, pero estoy convencido de que la CGT tiene que ponerse mucho más firme con esto. Frente a estas políticas conservadoras y neoliberales la CGT tiene que decir basta y seguramente ya lo tendría que haber dicho. Ahora, también tenemos que lograr ponernos de acuerdo con todos los otros sectores sindicales porque, si bien la CGT es la expresión mayoritaria, hoy no es la totalitaria, y acá hay un problema de la dirigencia que tenemos que resolver. Por abajo la base siempre está unida, por arriba en la dirigencia estamos divididos. Creo que todos estos elementos que tenemos, y la situación política y social del país, nos tienen que llevar a pensar a la dirigencia en la unidad en la acción.
“Le tenemos que decir basta al gobierno porque no podemos actuar cada dos años cuando hay elecciones”
La denuncia que hoy origina la intervención de Sivendia la presenta en 2013 un sector interno del sindicato que se referenciaba en el kirchnerismo. Para ese momento usted ya había abandonado ese espacio y había pasado a integrar la lista de Francisco De Narváez, como parte de su alianza con Hugo Moyano. Hoy algunos, usted mismo, no descartan que esta intervención esté ligada con su apoyo actual a la candidatura de Unidad Ciudadana. ¿Podría pensarse a esta situación como una suerte de efecto secundario o efecto retardado de aquella pelea entre Cristina y Moyano? ¿Qué lectura hace hoy, en perspectiva, de esa fractura?
Mirá, nosotros en aquel tiempo lo que hicimos fue mantener la independencia de la organización. Siempre la mantuvimos más allá de las ideas políticas mías y de los compañeros. Yo en aquel tiempo seguí con un concepto que para mí es uno de los valores que tiene que tener un hombre que viene del peronismo y del sindicalismo que es la lealtad. Yo fui leal al secretario general de aquel entonces porque veníamos observando en aquel gobierno algunas cuestiones que nos parecía que había que modificar. Y acompañé, en este caso con mi lealtad, al hombre, y no estoy arrepentido de eso. Obviamente que en términos políticos cada uno tiene sus pensamientos, y tan es así que yo después de 2013 debo reconocer que teníamos visiones políticas distintas con el secretario general de la CGT, de hecho acompañé al Frente para la Victoria en 2015. Pero también quiero reconocer que siempre me dejó actuar con libertad de conciencia en un partido que había constituido él para mantener la banca en el Congreso. Y yo siempre voté casi todas las leyes en compañía del Frente para la Victoria. Siempre tuve coincidencias en lo estratégico con el Frente para la Victoria. Ahora, acá hubo tres compañeros, que son los generadores de esta situación, que no tomaron dimensión y terminaron siendo idiotas útiles. Cuando vos pretendés ser dirigente tenés que tener una mirada larga, no corta.
¿Cree que la pelea entre Cristina y Moyano terminó siendo un error?
Nos afectó a todos. Afectó al gobierno de aquel entonces y afectó la parte del movimiento obrero. Yo y algunos compañeros más tendimos puentes durante dos años, porque estábamos convencidos de que ese error era estratégico y fue, de alguna manera, uno de los factores importantes para la derrota de 2015. No volvimos a tener más una 9 de Julio con 600.000 laburantes como la del 29 de abril del 2011. Yo, como integrante de un secretariado, me hago parte de los errores que me puedan tocar, y del otro lado también tienen que hacerse cargo. A veces las posiciones personales te llevan a estas situaciones, ¿viste? Pero bueno, eso ya es cosa juzgada lamentablemente. Lo que le critiqué al anterior gobierno es que se había obsesionado por la reconstrucción de la burguesía nacional, y yo no creo en la burguesía nacional argentina, no existe. Me parece que la obsesión tenía que haber sido más hacia los trabajadores, aún con las diferencias que tuviesen. Y de nuestro lado quizás también se cometieron errores. Después, ya entrando en el terreno de las dos personas, hay cosas que desconozco, porque hubo reuniones que fueron de dos en la cual uno no participa y no sabés ahí si hay otros factores que alimentan eso. Yo estoy convencido, lo dije siempre, que no ganó Cambiemos, sino que de alguna manera fue el Frente para la Victoria el que se derrotó. Pero bueno, hoy con el diario del lunes es mucho más fácil.
¿Qué opina de Unidad Ciudadana, de ese concepto de lo “ciudadano”?
El peronismo del 45 puso como su sujeto de derecho al trabajador. Creo que la Unidad Ciudadana, conceptualmente, modifica aquello del trabajador y habla de ciudadano, y pone en un plano de igualdad con el científico, con el economista y con el profesional, al obrero. Me parece que el concepto de Unidad Ciudadana es ese, lo interpreto por ese lugar. Es interesante la propuesta. Ahora, eso tiene que tener una masa crítica cada vez más ancha y para eso hay que tener un grado de pluralidad, de diversidad y de asumir los riesgos que significa el debate. Pero creo que es un concepto interesante en un mundo donde hoy domina claramente la comunicación y ya no están las grandes plataformas de los partidos. Unidad Ciudadana lo que lanzó fueron 15 puntos, y que comparto y voy a militar como un compañero más para que en agosto y en octubre Unidad Ciudadana pueda expresar ese criterio. Y después sí me gustaría participar para discutir esta nueva conceptualización de sujeto de derecho ciudadano, lo que en el peronismo fue el trabajador. //