El primer pack de elecciones provinciales del año de renovación legislativa pasó y sirvió para confirmar una tendencia que viene in crescendo: las dinámicas locales priman sobre la nacional. En ese sentido, Mauricio Macri no se habría revelado como caballo del comisario, ni tampoco como lo opuesto. En general, es más probable que ocurra lo segundo que lo primero. Que, por caso, una deficiente gestión económica induzca a los votantes distritales a castigar a los delegados de Casa Rosada, que a premiarlos si en cambio resulta exitosa. Con todo, haría bien el Presidente en prestar atención a algunas luces amarillas que se han prendido en la consola del poder. Como enseñó el intelectual peronista Manuel Barge, conducción nacional no implica determinación de cada realidad local, sino capacidad para articularlas en función del objetivo que se persigue.
Tanto en cuanto a la intendencia de Corrientes capital, el premio mayor del último domingo, como en lo relativo a los comicios parlamentarios de La Rioja y Chaco, lo principal ha sido lo actuado por los respectivos oficialismos comarcales. En el primer caso, Fabián Ríos quebró o no supo mantener unido el frente que lo había hecho alcalde hace cuatro años. Esa fractura en la sociología que lo consagrara ayudó al triunfo de su rival, Eduardo Tassano. Quien, más que macrista, es soldado de Ricardo Colombi, el caudillo que controla los destinos correntinos hace ya más de una década. Hoy milita en Cambiemos, ha sido kirchnerista, mañana quién sabe. Siempre colombista. Dicho sencillo: negocia para su provincia -y para su permanencia, obvio; y es legítimo que así sea- con quien mejores perspectivas de Olivos le ofrezca. Mientras siga siendo Macri, allí permanecerá.
En La Rioja y Chaco, por su parte, han revalidado los gobernadores, Sergio Casas y Domingo Peppo. Ambos nuevos, sucesores de liderazgos fuertes como lo son los de Luis Beder Herrera y Jorge Capitanich. Sus arquitecturas responden a las peculiaridades del territorio en que mandan. Y se trata, en ambos casos, de sociedades sólidas -de momento, como siempre; pero sin nubarrones a la vista-. Pese, en el caso chaqueño, a que hay diferentes lecturas acerca del ciclo político en vigencia. De nuevo: conservación del rancho propio ante todo. Vencer es seguir en la mesa decisoria del PJ.
El Frente Chaco Merece Más, que comandan Peppo y Capitanich (¿policía bueno/policía malo?), es un ejemplo de convivencia peronista: todos los matices adentro, como en casi ningún otro sitio sucede en estas épocas. Sus sucesivos éxitos eximen de mayores comentarios.
“Como pocas veces desde que CFK dejó el poder se ha puesto blanco sobre negro en las razones del justicialismo amigable”
Los riojanos tienen particular mérito porque, más disgregados aún que los correntinos, igualmente metieron oro y plata. Cambiemos, allí, uno de los lugares en que Macri derrotó a Daniel Scioli en el balotaje 2015, no llegó siquiera a 20%. Las diferentes acepciones justicialistas, por su parte, recogieron alrededor de cincuenta puntos. Y atención a partir de acá. Primero: este score debería preocupar, sí, a Julio Martínez. ministro de Defensa, candidato a gobernador hace dos años y que querría intentarlo de nuevo en 2019, con la competencia senatorial de octubre próximo como escala intermedia. La Rioja es una de las provincias con las que Balcarce 50, en los mapeos previos, proyecta mejorar su situación en la cámara alta; a la fecha pobrísima, pero de la que ha zafado porque los gobernadores peronistas, la llave de ese recinto, han optado por prestar gobernabilidad hacia arriba a cambio de reciprocidad del Poder Ejecutivo federal, mientras se resuelve una nueva conducción que sintetice a los herederos del General tres veces presidente de los argentinos.
(Digresión: ¿el PJ-La Rioja repetirá su táctica electoral de 2011, cuando con el sello FpV presentó su oferta pero también puso huevos en la canasta de Carlos Menem para capturar las tres bancas?)
De ahí a lo segundo: Beder Herrera, durante los festejos, estuvo especialmente duro para con la CEOcracia. Dijo que habían colaborado (él mismo es diputado, del bloque mal llamado de Diego Bossio) con leyes difíciles de votar para peronistas contra promesas de ayuda que no se cumplieron. Los riojanos tuvieron mucho que ver en la ruptura del bloque del Frente para la Victoria en la cámara baja. Tienen asuntos de coparticipación pendientes. Con ese gesto, intentaron crear espacio para plantearlos. Colaborando con acentuar un marco de puras minorías en la que cada cual pasó a valer más, pero que asimismo mejoró la posición relativa de un gobierno débil legislativamente.
¿Horizonte de final de armisticio? No tanto. Pero, como pocas veces desde que CFK dejó el poder, se ha puesto blanco sobre negro en las razones del justicialismo amigable. Cuidado con romper los fundamentos de un contrato, habrá querido decir Beder Herrera para quienes quieran escucharlo.
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La derivación nacional de elecciones provinciales es, así las cosas, compleja. ¿Es reprochable que un jefe distrital gire según cambios de inquilinato en Olivos en función de la supervivencia propia? Aunque se pensara que sí, lo mejor es operar para intentar evitar esa migración. Y eso significa agotar lo que haga falta a los fines de mantener el PEN. La durabilidad de los armados depende, en parte, de las chances de victoria que ofrezcan -o de que al menos demuestren desearla-.
La tapa de los diarios del lunes posterior a las PASO venideras la definirá, en enorme proporción, lo que suceda en provincia de Buenos Aires. Sólo a partir de eso puede pensar el peronismo en vertebrar el retorno. No porque un hipotético vencedor allí vaya a, inmediatamente, organizar al resto. De hecho, ha revivido una liga de gobernadores para endurecer la negociación de cláusulas de futuros tratos, sea quien fuere que asome. Pero un tropiezo en esa geografía desgastaría sensiblemente al ex jefe de gobierno porteño. Para ello, el (¿todavía?) FpV debería procurar que todos sus integrantes estén contentos la noche de cierre de listas. Los enojos de 2013 y 2015 influyeron dramáticamente en su salida del poder, que fue en trozos anunciados.
“¿El PJ-La Rioja repetirá su táctica electoral de 2011, cuando con el sello FpV presentó su oferta pero también puso huevos en la canasta de Carlos Menem para capturar las tres bancas?”
Cuidado: Cambiemos ya no es la armonía que era. Se ha hablado de las rabietas de Elisa Carrió en esta columna la semana pasada. De a poco se van conociendo ruidos quejosos también en la Unión Cívica Radical. Los hay en Córdoba, Santa Fe, incluso en Jujuy pese al romance intenso con su gobernador Gerardo Morales por la causa Milagro Sala. Y siguen las firmas. El caso más relevante es el disenso en Ciudad de Buenos Aires, cuna de PRO, que marcha asimismo en otras zonas sobre casilleros radicales sin respeto por las relaciones de fuerza específicas. El avance vertical a base de lapicera presidencial no era un defecto privativo de CFK, parecería.
Lo explicó mejor que nadie Carlos Pagni, siempre con buena data cambiemita, en especial del radicalismo: “(…) Para los radicales la negativa a conceder una interna a Lousteau demostraría que Cambiemos sólo existe para inhibir candidaturas que le hagan perder votos a Pro. Es decir: allí donde otro partido, en este caso la UCR, tenga una oferta competitiva, la coalición se declara suspendida. Es una discusión interesante para la organización política. En términos accesibles para CEO: ¿Cambiemos es una unión transitoria de empresas? ¿Una fusión de partidos? ¿O el takeover de Pro sobre la vieja sociología radical? (…)” Ésa es la tensión oficialista por excelencia, hoy.
Ignacio Zuleta suele insistir en que la reelección de Cambiemos depende de que permanezca unido el que llama Partido del Balotaje. ¿Y de la satisfacción de sus miembros? La UCR cedió a pactar con PRO tentada por lo que el derrame de Macri podía ofrecerle a su reconstrucción desde arriba hacia abajo. Fue menos de lo esperado. Anhelaban Mendoza, Jujuy, Tucumán, La Rioja, Chaco, Formosa, Catamarca, Córdoba y Santa Cruz. Sólo obtuvieron la dos primeras. Si tampoco podrán conservar todos sus recursos parlamentarios, ¿qué ventaja supondría caminar esta campaña?
En definitiva, un rompecabezas. Y para armarlo, nada mejor que tomar nota de todos sus pedazos.