En Del terror laboral (Ediciones Lectura Crítica), libro de próxima aparición, el diputado bonaerense y secretario general del Sindicato de Trabajadores Municipales de Avellaneda, Hernán Doval, recopila una serie de denuncias que, según afirma, describen el “sistema de coacción, clientelismo y vulneración de derechos humanos en el empleo público local”. A partir de una serie de medidas aplicadas por la Municipalidad de Avellaneda entre los años 2014 y 2016, Doval describe un plan que conjuga “precarización laboral”, “clientelismo concesional” y “violencia institucional” contra los trabajadores del Estado, y que reproduce, a gran escala, los problemas de aribitrariedad, persecución sindical y falta de profesionalización en el empleo municipal en la Argentina, y en particular en la provincia de Buenos Aires. Principal dirigente, desde 2016, de uno de los sindicatos que marcan la agenda municipal de la provincia, diputado que ingresó a la cámara de la mano del Frente para la Victoria, y parte del sector político que impulsó la candidatura del actual jefe comunal de Avellaneda Jorge Ferraresi en 2011, Doval habla en esta entrevista de la investigación, justifica su denuncia y asegura que el empleo local, hoy estigmatizado desde el discurso oficial en Argentina, irá creciendo en importancia en el mundo. Además, habla sobre la reunión que mantuvo, junto a otros legisladores, con Florencio Randazzo, explica por qué cree que debe postularse en octubre y reflexiona sobre la “cuota de responsabilidad” del ex ministro de Transporte en la derrota kirchnerista de 2015. “En esta elección el peronismo en la provincia de Buenos Aires tiene que tener internas”.
¿Por qué la investigación habla de “terror laboral” en el empleo público?
Nuestro trabajo está desarrollado sobre un hecho fáctico que sucedió en la Municipalidad de Avellaneda, entre los años 2014 y 2016. Nosotros empezamos a ver en la Municipalidad un montón de hechos que, en un principio, nos parecían aislados. Atacar un sindicato, querer que los trabajadores militen políticamente para el partido gobernante… Pero de repente hay un hecho, un decreto, a partir del cual se busca atemorizar a los trabajadores, y que nos lleva a pensar que en realidad estaba todo planificado. En el empleo público más de la mitad del sueldo está destinado a horas extras o bonificaciones que el intendente puede sacar cuando quiera. A eso se le suma la precarización laboral y un montón de condimentos que también expresamos en el trabajo. Ahora bien, de golpe, por un decreto, se le saca a todo el personal de la municipalidad, de un mes para el otro, todas las bonificaciones extraordinarias. Y el decreto dice: “Quedan pendientes de ser reasignadas, según lo que considere cada secretario del área”.
¿Esto cuándo ocurrió?
En 2015. El sindicato lo primero que pensó es que se venía un ajuste salvaje, producto de que, si bien había sido reelecto tres días antes, el 25 de octubre, a lo mejor el intendente preveía que la Municipalidad iba a tener menos recursos, porque se había perdido la gobernación y se estaba pendiente del ballotage. Entonces empezamos a organizarnos para defendernos de un ajuste salvaje y, en ese organizarse, nos enteramos de que a las distintas secretarías caían listas negras con la nómina de los trabajadores que todavía estaban afiliados al sindicato, en donde se reasignaban las horas extra y ese 50% de sueldo que se quitaba de un mes para el otro. Ahí empezamos a atar los distintos cabos, que es lo que plasmamos en el libro. Ahí señalamos cómo se preparó el terreno para poner en funcionamiento el sistema, cómo se implementó, y después la conclusión: por un lado, los objetivos del sistema, que son la dominación y el control de la planta de personal, y por el otro, el método, que es el clientelismo político, tanto el clientelismo laboral -o sea, te doy un trabajo si vos pasás a formar parte de mi tropa política-, así como el clientelismo concesional -que te dice: “bueno, yo te tiro unos mangos más de horas extra, si vos estás conmigo”. Ese clientelismo concesional, además, pasó a ser coercitivo. Porque ya no fue “Te tiro unas horas extra si estás conmigo”, sino “Si no estás conmigo, te saco las horas extra que tenés, que conforman el 50% de tu sueldo”.
“El clientelismo concesional pasó a ser coercitivo. Porque ya no fue ‘Te tiro unas horas extra si estás conmigo’, sino ‘Si no estás conmigo, te saco las horas extra que tenés, que conforman el 50% de tu sueldo’”
¿Esas bonificaciones representan el 50% del sueldo del trabajador municipal?
Sí, cinco mil pesos. A un sueldo de diez mil le sacaban cinco mil. El salario básico, el que no se puede tocar, hoy está en cinco mil y pico. Esto, para nosotros, construye un escenario, que tiene que ver con la precarización laboral y la representación difusa. Para ellos no puede haber un sindicato fuerte que exprese los intereses de los trabajadores, sino que tiene que haber una representación dividida. Y construye además un clima: el miedo, la angustia, el “no llego a fin de mes”. Y después el accionar directo, con la coacción directa, lisa y llana, porque esto lo hicieron sin antifaz. O sea, sentaron a cada uno de los trabajadores en la Dirección de Personal y les dijeron: “Si vos no te desafiliás de este sindicato y te afiliás a éste, te sacamos las horas extra”. Esto fue a cara descubierta, sin ningún prurito ético, moral. Nada. El acoso moral, los nuevos empleados nombrados que generaban una situación de mobbing en las dependencias con los trabajadores que se resistían, trabajadores, en algunos casos, de treinta años de antigüedad. Esto generó miedo y el resultado fue un sistema con mucha violencia institucional. Un sistema que vulnera derechos humanos, que era la otra gran contradicción que tratábamos de poner de manifiesto. O sea, la gestión municipal se jactaba de los derechos humanos e inauguraba esquinas con el nombre de un compañero detenido-desaparecido, que está bárbaro y nosotros lo acompañamos, pero después en la Dirección de Personal de la Municipalidad existía una mesa de tortura virtual, en donde se sentaba al compañero y se le decía: “Si no te desafiliás, te saco la mitad del sueldo”. Una contradicción espeluznante.
La investigación marca una periodización que comienza en 2014. ¿Cuáles fueron los primeros hechos que pudieron detectar?
Lo primero fue una evasión de aportes a la obra social. De eso hay juicios, que ya ganaron tanto la obra social como el sindicato. Después ocurrió el quite de los códigos de descuento. La mutual de trabajadores municipales le da a los trabajadores medicamentos en cuotas por descuento de haberes. Medicamentos oncológicos y de HIV. De un día para el otro se quitó el código de descuento. Algo que la mutual tenía desde el año ‘87, o sea, treinta años ininterrumpidos y de repente, con una carta documento firmada por el intendente, no existe más. Eso se ganó mediante un amparo y una medida cautelar, y los códigos de descuento siguen funcionando. En el medio de esto, sale sancionada la ley 14.656, que yo tuve la posibilidad y el orgullo de haberla presentado en la Cámara de Diputados, que por primera vez le da paritarias a los trabajadores municipales. O sea, el intendente tenía que sentarse en paritarias con el sindicato, de igual a igual. Cinco integrantes del sindicato y cinco del Ejecutivo Municipal. Ahí, en ese cóctel de cuestiones, empieza a planificarse de qué manera se rompe la estructura sindical. Pero aparte de la ruptura, de la agresión contra la estructura sindical en todos sus brazos, lo que existe es esa cuestión que muchas veces puede ser un problema en el conurbano -y que hace que no sea casualidad que se hable tanto de barones del conurbano- y es que existe en muchos intendentes una cuestión de caudillismo. Ahora con la ley se intenta profesionalizar la carrera municipal. Hay municipios donde los trabajadores cobran de sueldo básico menos que un cooperativista. Entonces, lo que se trata de imponer es el modelo… El sueño es pensar que toda la Municipalidad, con sus todos sus trabajadores, debe migrar a una Unidad Básica. Es así la democracia. Desde que se recuperó la democracia, ha habido intendentes radicales, peronistas, de la Alianza, y dentro de los trabajadores municipales hay algunos que tienen veinte, treinta años de antigüedad. Y cada uno tiene su ideología…
Exceden a las distintas administraciones.
Exacto. Son empleados municipales y no del partido de gobierno. Y si bien son la primera herramienta que tiene el Estado para llegar al vecino, y son los que ejecutan directamente en el territorio las políticas públicas, son el sector menos profesionalizado del Estado. Y eso es un problema. Nosotros, en el trabajo, detectamos un organigrama clientelar dentro de la Municipalidad. No hay concurso para los cargos jerárquicos. Y esto, si bien es nocivo hacia adentro, también genera problemas hacia afuera. Porque un organigrama clientelar no es capaz de reconocer errores en la ejecución de política pública. Es “¡Viva el intendente!”. Y además tiende a reproducir su conformación clientelar hacia afuera. En Avellaneda, por ejemplo, tenés en el ABL municipal un impuesto para ayudar a los clubes de barrio. Es universal. Ahora, los subsidios a los clubes se entregan a gusto y piaccere del Ejecutivo Municipal. Lo mismo pasa con los centros de jubilados.
“Un organigrama clientelar no es capaz de reconocer errores en la ejecución de política pública. Es ‘¡Viva el intendente!’”.
¿Esta situación comenzó con la gestión actual de Jorge Ferraresi o ya estaba presente en la de Baldomero Álvarez?
Ya teníamos tensiones. Pero eran tensiones propias de la vida sindical. En algunos municipios tenés sindicatos más aguerridos y en otros tenés sindicatos más complacientes. En Avellaneda vos siempre tuviste un sindicato que marcó la política provincial, siempre fue el sindicato más combativo. Entonces, siempre tuvimos disputas, no sólo con “Cacho Álvarez”, también con [Oscar] Laborde, incluso con [Luis] Sagol. Disputas lógicas de la cuestión de la relación laboral, guardando las reglas, no sólo de la democracia, sino también de la representación sindical, del respeto a los derechos colectivos de trabajo, a la libre afiliación. Esto vulneró todo.
Como parte del Frente para la Victoria, fue parte del armado que llevó a Ferraresi a la intendencia. ¿Cuándo comenzó este conflicto? ¿No puede leerse, más allá de lo que señala, también como una disputa interna de poder?
Yo creo que el gran problema con el intendente empezó a poco de que asumí como diputado. El primer proyecto que presento en la Cámara de Diputados es la ley popularmente llamada de paritarias municipales. Los trabajadores municipales eran los únicos trabajadores en el país que seguían flexibilizados por una ley de los 90 -que era la 11.757- que ni siquiera garantizaba la estabilidad en el empleo público. Cuando yo presento la ley, tengo una charla con él, él me expresa que no es el momento, que los demás intendentes tampoco la quieren. Ahí empezaron algunos problemas, que después se fueron agudizando. Pero nunca nos imaginamos que iba a existir la puesta en marcha de un sistema tan planificado como el que describimos en el trabajo.
¿Esta lógica que denuncia es exclusiva de Avellaneda o ocurre en otros municipios?
La lógica, así como está plasmada en el libro, es inédita. Siempre hay conflictos entre el sindicato y el poder ejecutivo. Tenés municipios, el caso, por ejemplo, de La Matanza, donde está el sindicato de siempre, histórico, y pueden tener algunos conflictos, pero conviven. Después puede haber intendentes que no respetan determinadas cuestiones. Un municipio que no reconoce al sindicato o no lo quiere reconocer. Otro municipio que no quiere dar aumento de sueldo. Pero en el único lugar donde se encadenaron las cuestiones de tal manera que terminan conformando un patrón que vos decís “acá existe algo planificado” fue en Avellaneda.
¿Va a presentar la denuncia en alguna instancia judicial o alguna corte laboral?
Me invitaron este año a la Organización Internacional del Trabajo porque va a haber un panel sobre la ley de paritarias municipales. El empleo local tiene problemas prácticamente en todo el mundo. Y acá hay una ley inédita. Ahí voy a estar con el Director General de la OIT y a todos les vamos a llevar el trabajo, porque además el tema del empleo público local cada vez va a tener más importancia. Porque por el propio desarrollo de la economía vos tenés sindicatos que capaz dentro de veinte años no sabés si van a estar. Pero el empleo público local y los gobiernos locales van a estar siempre. Y cada vez van a tener más capacidades. Porque el mundo gira hacia la descentralización. Y cuanto más habitantes hay, el gobierno local va a tener más capacidades, más funciones. Entonces es necesario poner el ojo sobre la calidad del empleo en lo local.
Estamos en un momento donde el empleo público está bajo la lupa. El macrismo comenzó su gestión despidiendo miles de empleados estatales y el discurso oficial está plagado de referencias a los ñoquis o a la idea del Estado como aguantadero. ¿Cómo observa ese tema hoy?
Lo veo con preocupación pero veo con preocupación también un montón de otras situaciones que vienen pasando en el país. Tengo que decir también, de mi experiencia en provincia de Buenos Aires, que la mayor parte de los convenios colectivos fueron firmados en los municipios de los intendentes del PRO. Quizás porque los intendentes nuevos entran con la ley establecida y el aprendizaje es distinto, o capaz porque el sindicato se vuelve más combativo en esos lugares y existe la necesidad de calmarlos, lo que sea. Ahora, más allá de eso, veo con preocupación muchas políticas que viene llevando adelante el gobierno nacional. La estigmatización del empleo público a nivel nacional, el tema de la grasa militante y toda esa visión gorila de los trabajadores, la cantidad de cesanteados en los distintos organismos públicos a nacional y provincial. En la provincia hay un gremio que le firmó dos años consecutivos a la gobernadora el aumento del 18%. Y se lo firma antes de que empiecen las discusiones. Ahí hay una situación que a mí me hace acordar mucho, si bien yo era muy joven, a los 90, en donde se pone al desnudo también la complicidad de mucha de la dirigencia sindical. Muchas veces la política avanza en el ámbito estatal lo que los sindicatos y los dirigentes sindicales dejan avanzar.
“Te hablan de “lista de unidad” los intendentes que ya tienen garantizado el municipio, porque no quieren que les armes “listas de abajo” para los Concejos Deliberantes”
Asumió como diputado provincial por el Frente para la Victoria. ¿En qué lugar político se identifica hoy dentro de la estructura del peronismo?
Yo estoy dentro del Frente para la Victoria. En el 2015 creía que el mejor candidato era [Florencio] Randazzo. Y jugué ahí. Randazzo se bajó y dejé de jugar.
Estuvo la semana pasada, junto a otros legisladores, reunido con él en el Hotel NH.
Estuve un rato, sí.
¿Por qué cree que hoy Randazzo sería un buen candidato?
Porque no haría lo mismo que hizo la otra vez.
¿Eso lo vuelve un candidato óptimo para este momento del peronismo?
Yo creo que al no participar de las elecciones en el 2015 y al ser uno de los exponentes que tiene el Frente para la Victoria de los logros de sus diez años, podría ser un buen candidato para plantar en el 2019. En el 2019 necesitamos -no sólo el peronismo, sino el país- una alternativa de poder que pueda ganar las elecciones. Y que pueda ganar el ballotage. Y, en ese sentido, me parece que de los dirigentes que tenemos, Randazzo no tiene techo. Él arranca en cualquier elección con un piso determinado -que puede ser bajo, alto, lo que sea- pero me parece que no tiene techo. Randazzo no tiene una imagen negativa consolidada hoy por hoy. Y, en ese sentido, si se logra aglutinar, o si se logra respetar el apotegma peronista de que “el que gana conduce, el que pierde, acompaña”, sin que eso derive en una fractura, me parece que en el 2019 puede ser un candidato que puede ganar. No digo que sea el único. Pero el objetivo del peronismo tiene que ser recuperar el poder. Nosotros no tendríamos que haber perdido. Es una autocrítica que también tendríamos que hacernos. Por haber perdido somos responsables o tenemos una cuota de responsabilidad también con lo que está pasando.
¿Considera que fue un error que Randazzo no haya aceptado la candidatura a gobernador?
Creo que él también debe tener parte de la responsabilidad. Ahora, tampoco sé si… Hay conversaciones que se dan entre dos y que después trascienden, pero no sé si fue tan así…
¿No le ofrecieron la candidatura a gobernador en 2015?
No, no sé. Digo que no sé. Yo no estuve en esa conversación. No sé si verdaderamente fue así.
¿Pero si lo hubiese sido?
Si lo hubiese sido, creo -y lo he hablado con él- que tendría que haber sido candidato a gobernador.
¿Las PASO bonaerenses terminaron jugándole en contra al Frente para la Victoria?
No sólo nos jugó en contra, fueron las PASO de la opereta mediática devastadora. Ahora, hay algunos que sostienen que si la interna en la provincia de Buenos Aires generó semejante cuestión de opereta, imagináte lo que hubiese sido una interna a nivel nacional. Yo creo que una interna a vos te da volumen electoral. En 2015, [Sergio] Massa se inventa una interna con [José Manuel] De la Sota para lograr mayor volumen electoral. Una interna te moviliza. O sea, más allá de Randazzo, creo que en esta elección el peronismo en la provincia de Buenos Aires tiene que tener interna.
¿Y no hay riesgo de que pase de vuelta lo que ocurrió en 2015?
No, porque vos no tenés la estructura del poder. Todas esas operetas las hacés cuando manejás el aparato del Estado. Si logramos hacer unas PASO que enciendan de vuelta los motores de compañeros que quedaron con ganas de participar… En las PASO nos llevamos el 60% del electorado. Más allá de Randazzo o no, yo creo que él está haciendo bien -en este sentido- en plantear las PASO. No podemos caer de vuelta en “lista de unidad”. A vos te hablan de “lista de unidad” los intendentes que ya tienen garantizado el municipio, porque no quieren que les armes “listas de abajo” para los Concejos Deliberantes. O los que armaron las listas durante un montón de años y las quieren seguir armando. Bueno, no, hay un barajar y dar de nuevo. Cuando perdés una elección, es esto: perdés y seguís perdiendo, seguís perdiendo, seguís perdiendo… Hasta que de repente podés armar algo. El peronismo tiene que recuperar la posibilidad de ser gobierno. Para eso tiene que recuperar caudal electoral, tiene que recuperar dirigencia. Porque vos perdiste una elección, entonces vos no podés ir a la elección con los mismos dirigentes. Incluso si llegamos al gobierno, no podemos armar el mismo gabinete que dejamos en el 2015. La política es dinámica.