Mini Davos y los mitos sobre la inversión extranjera

A raíz del foro organizado por el gobierno, analizamos el impacto real de la inversión extranjera directa en diferentes economías emergentes. ¿Causa de todos los males o solución a la crisis?

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A partir de la lectura de los principales diarios porteños, el Foro de Inversión y Negocios -también conocido como “mini Davos”-, que organizó el gobierno nacional en el Centro Cultural Kirchner, aparece como una muestra más de la cosmovisión y retórica de Cambiemos focalizada en esa ya famosa prédica de volver al mundo. La inversión extranjera directa (IED) sería uno de los canales de transmisión a través de los cuales esta vuelta traería resultados concretos en términos de crecimiento y empleo. Sin dudas, siempre es interesante y bienvenido discutir sobre inversión, desarrollo e inserción internacional, más aún ante la llegada de un segundo semestre que, más que lluvia de inversiones, trajo resultados negativos en la mayoría de los indicadores económicos, sociales y relativos al mercado de trabajo.

 

En el debate argentino existe una suerte de “fetichización” tanto de los efectos positivos como negativos de la IED. ¿En qué sentido? La postura “vueltaalmundista” sobreestima los efectos positivos de la IED sobre el crecimiento económico. Por el contrario, en algunos análisis heterodoxos se observa una sobrecarga en la conceptualización de la IED como la responsable de buena parte de los males de la economía doméstica.

«En el debate argentino existe una suerte de “fetichización”, tanto de los efectos positivos como negativos de la inversión extranjera directa»

Si lo que se pretende es volver al mundo, vale preguntarse qué representan la IED en los países que hoy comandan el crecimiento mundial. Según datos del Banco Mundial, ni en China ni en India la entrada de IED superó el 5% de participación en el PBI en 2015. Este porcentaje asciende levemente al analizar la participación del flujo de IED sobre la formación bruta de capital fijo: India totalizó 7% en 2015 y en el caso de China sólo 3% (UNCTAD). A su vez, en términos de stock, la IED en China acumula un 11% y en India 13,5% (UNCTAD). En ambos países primó la IED orientada a los servicios. Con todo, tanto China como India son países que superan el 35% de inversión bruta en capital fijo anual, de lo cual surge que la IED, si bien ha ido aumentando su participación en la última década, lejos está de ser la protagonista de sus procesos de inversión y crecimiento.

 

En África, la participación de la IED ha sido mayor, ligada principalmente a actividades de extracción de recursos naturales. El caso irlandés actualmente se presenta como la más virtuosa de las experiencias, basada en las calificaciones de su fuerza de trabajo. Países excepcionales, como Singapur, Hong Kong o Panamá, tienen una mayor participación de la IED, aunque principalmente debido a que son economías con una base productiva menor, funcionan como enclaves financieros internacionales o a la capacidad de capitalizar una particular ubicación geopolítica.

«En China e India, si bien ha ido aumentando su participación en la última década, la inversión extranjera directa lejos está de ser la protagonista de sus procesos de inversión y crecimiento»

En América Latina, economías como Perú y Brasil centralizaron en la década pasada el flujo de IED, alcanzado en 2015 el 14% y el 20% respectivamente, sobre la formación bruta de capital, focalizada principalmente en minería, software y agronegocios. América del Sur está experimentando un proceso de reaproximación con el mundo anglosajón, que aspira a captar flujos e inversión global. Los economistas latinoamericanos, desde Prebisch, han abordado la relación de Latinoamérica con el mundo. Específicamente en relación a la entrada de IED, ésta puede aportar en lo relativo a ciertos procesos de transferencia tecnológica, al tiempo que también puede obstaculizarlos, generando pérdida de capacidades y de empleo en el entramado productivo local. No es posible afirmar que exista una teoría general al respecto y la evidencia empírica es variada, dependiendo del sector o el país. A su vez, algunos análisis heterodoxos sobrecargan las tintas en los aspectos negativos de la IED, mezclando su -escaso- impacto en términos de crecimiento del PBI con sus potenciales contribuciones y peligros en materia de divisas, financiamiento, empleo y transferencia tecnológica. Evitar la ”fetichización” o “ideologización” de sus bondades y limitaciones es central para el análisis y para evitar otro ‘segundo semestre’…

 

En sí, que se lleve a cabo una feria que apuesta por aumentar la inversión en sectores claves de la economía, aparece como algo que todos los países capitalistas realizan y que tiene potencial. Lo que se debería clarificar, al menos desde el análisis, es qué esperar del “mini Davos” en relación a la IED. Ni en China, ni en India, dos de los países que más crecieron en las últimas tres décadas, el proceso de inversión es liderado por la IED. Los factores reales del crecimiento, en China e India están ligados a fenómenos internos, como su proceso de urbanización y de la proyección de sus estados, de sus state own multinationals, sus emprendedores, elites y cuadros en sus respectivos ámbitos de influencia regional y global. Esa es la real potencia de la destrucción creadora de los Estados emprendedores (y urbanizadores) asiáticos.

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