En medio de una situación que recuerda las lecturas de El proceso de Franz Kafka, el joven cronista ingresa en la Biblioteca Nacional tras los pasos del legendario Roberto Baschetti, el gran compilador de las historias del peronismo. El cambio de gestión no se nota tanto en los giros respecto de las políticas culturales de la institución, sino -sobre todo- en cierta dinámica “policial” que contrasta con las imágenes de un pasado reciente en donde ingresar a ese sitio era una verdadera travesía cultural. Tras una serie de “retenes”, en el tercer piso, Baschetti recibe al entrevistador con una cálida sonrisa en el rostro.
¿Cómo ves la situación actual del peronismo? ¿Pensás que el kirchnerismo fue un momento de este movimiento o que tiene elementos como para emerger en una singularidad propia?
Mirá, lo que pueda decir hoy del peronismo está teñido por lo que hice y pensé toda mi vida: siempre fui peronista, milité dentro de su tendencia revolucionaria y después, a través de una serie de escritos y de recuperación de materiales, intenté expresar ese punto de vista, exhumando documentos y poniéndolos a disposición, pero más allá de escribir algo sobre el contexto, nunca quise agregar ni sacar una coma. En ese sentido, creo que el único peronismo con derecho a existir será el que lleve las tres banderas históricas: justicia social, independencia económica y soberanía política. No porque sea una retórica fácil, sino porque creo que en la práctica, hasta ahora, esas tres banderas no pudieron ser superadas por otras. Lo que explica de alguna manera el gran predicamento que el peronismo todavía tiene en nuestra sociedad, pese a que, desde su nacimiento, ya pasaron tres o cuatro generaciones de peronistas. Recuerdo hace tiempo, porque ahora están todos muertos por cuestiones biológicas, cuando hablaba con protagonistas de aquellos primeros años y me contaban con lágrimas en los ojos que tal vez la primera vez que habían salido de vacaciones había sido con el peronismo. Gente que vivía en la montaña y había conocido el mar. O los que tuvieron su primer buen par de zapatos con el peronismo. ¡Mirá de lo que estamos hablando! Y así podemos hacer todo el arco de conquistas sociales de esos años. Ahí hubo un cambio de estructuras en favor del pueblo. Eso fue lo que colocó a Perón en el lugar en donde estuvo: porque vino a la Argentina a decir que el común de la gente no solo tenía obligaciones sino también derechos, que luego fueron conculcados parcialmente, pero que siempre resulta tan difícil para los sectores oligárquicos sacarlos, porque se fueron haciendo carne en la gente. Por ejemplo: ahora andan sondeando cómo sacar las paritarias el año que viene, pero no les va a ser tan fácil porque esa es ya una conquista de la clase trabajadora. En fin, ese peronismo que cambia las estructuras es el que tiene el derecho de existir, me parece, porque para ser parte del juego democrático ya están otros partidos. Si el peronismo hace lo que tiene que hacer va a seguir estando en el corazón y el voto de la gente. Si negocia, va a perdurar como un partido más del sistema y culminará su proceso sin penas ni glorias. Es una lucha que siempre se dio en le peronismo, desde la caída del gobierno en 1955: sectores conservadores a nivel político, sectores negociadores y burocráticos a nivel sindical y por otro lado, sectores revolucionarios, de izquierda o incluso ortodoxos en el buen sentido de la palabra, aquellos que quieren un peronismo para la gente y no para el bien de pocos. Esa es una batalla que no está saldada, y que sigue.
«Si el peronismo hace lo que tiene que hacer va a seguir estando en el corazón y el voto de la gente. Si negocia, va a perdurar como un partido más del sistema y culminará su proceso sin penas ni glorias»
Historiografía crítica vs historia oficial “Billiken”
Vos que trabajas temas históricos: ¿cómo ves el aniversario de lo que fue este bicentenario de la independencia en relación a lo que fue el bicentenario de la patria seis años atrás?
Si uno compara ambos bicentenarios, mientras que el del 25 de mayo de 2010 fue, contra todos los pronósticos, una fiesta popular que duró prácticamente una semana, en donde la gente se consustanció con esos ideales, este “festejo” del 9 de julio de este año fue una fiesta para pocos. De alguna manera uno se lo podía imaginar, porque las otras fechas patrias conmemoradas desde que Mauricio Macri asumió la presidencia del país se caracterizaron por lo privado, con la Plaza de Mayo vallada y el pueblo sin posibilidad de expresarse y, lo que es mucho peor, desnaturalizando la historia e intentando escribir una propia, que es mucho más terrible, porque hay cosas que se pueden ignorar, pero ya escribir una historia escrita de acuerdo a sus intereses es demasiado, parece un relato patronal más que un relato de un presidente de los argentinos para el resto de los argentinos.
Y en este sentido, ¿cómo ves la reconstrucción de una “historiografía crítica” en los últimos años? Digo: ya en los 90 vos fuiste pionero en un trabajo que, para muchos, parece haber comenzado recién a partir de 2003. Y uno puede pensar que antes estuvieron las jornadas de 2001, e incluso mucho antes la conmemoración del 20 aniversario del último golpe de Estado, el 24 de marzo de 1996, que resituó la discusión sobre los 70 y lo que pasó durante la última dictadura en otro lugar.
Sí, claro, esa fecha que vos mencionás fue muy importante. A mi me llamó la atención, porque yo siempre que pude los 24 de marzo estuve ahí, movilizándome por la memoria de nuestros compañeros detenidos-desaparecidos por la última dictadura “cívico-militar”, y esto hay que remarcarlo. Cuando vi todos esos jóvenes movilizándose para reivindicar esa lucha me di cuenta que la batalla no estaba perdida, tampoco ganada, pero no perdida. Comenzaban a verse los elementos a partir de los cuales podía cuestionarse la “historia oficial”. Y mucho más cuando se ve esa incorporación de la juventud que asustó tanto a las clases dominantes, que llevó luego a descalificaciones como la realizada por Mariano Grondona, cuando comparó a las juventudes contemporáneas con las juventudes hitlerianas. Este proceso permitió nuevos modos de abordar la historia, de entenderla, de aprehenderla, para no construir una historia oficial al estilo Billiken. La proliferación de investigaciones, relatos y testimonios que se han ido publicando en estos años muestran la importancia que tiene ese período. Y mirá, justo en relación a esto, te doy una primicia (risas)… En serio: sos el primero en saberlo: me ofrecieron ser el investigador del peronismo en la Biblioteca Nacional. Me parece importante que el movimiento que marca gran parte de la historia social, política y cultural de la Argentina tenga su lugar. De hecho, con esta designación estaríamos en realidad oficializando algo que ya venía haciendo, pero junto con otras obligaciones que no me permitían dedicarme exclusivamente al tema
«Me ofrecieron ser el investigador del peronismo en la Biblioteca Nacional. Me parece importante que el movimiento que marca gran parte de la historia social, política y cultural de la Argentina tenga su lugar»
¿Qué evaluación haces de la intervención intelectual en la década kirchnerista?
Bueno, es un balance provisorio. Pero sí puede decirse que hubo una participación popular muy grande, y en ese contexto, los intelectuales comenzaron a interesarse nuevamente por ciertas temáticas, no solo a nivel individual, sino que hubo un Estado que puso recursos a disposición. Un claro ejemplo es como trabajó la Biblioteca Nacional, reeditando en ediciones facsimilares colecciones enteras de revistas, políticas y literarias, que fueron realmente paradigmáticas en su momento y estaban totalmente perdidas. Ese es un trabajo que tiene que hacer el Estado y no una empresa privada que busca el lucro. O el Centro Cultural Kirchner, un lugar de avanzada abierto a toda la comunidad. Y podrían pensarse en otros ejemplos. Es parte de una apuesta por preservar nuestra cultura nacional, popular y revolucionaria. Nacional porque es la patria, popular, porque sin el pueblo no podría existir, y revolucionaria porque quiere cambiar las estructuras injustas, entonces está implícita una revolución, aunque muchos se espanten ante ese concepto. En ese sentido, algunos de los que hemos sido protagonistas de las luchas de los 70, hemos creado la editorial Girones de mi vida, para poder publicar los libros en donde seamos nosotros los que escribamos nuestra historia, sin esperar que la escriban otros.