Humala se impuso en 19 de los 24 departamentos del país, superando por 3 puntos en la segunda vuelta a la hija de Fujimori, cuya fuerza logró ampliar su base electoral. El gran desafío para la gestión de Ollanta es revertir la enorme brecha de desigualdad social fortalecida durante 20 años de neoliberalismo en el Perú.
El líder de la coalición Gana Perú, Ollanta Moisés Humala Tasso, de 48 años, casado y con tres hijos, triunfó en las elecciones presidenciales de la segunda vuelta realizada el 5 de junio. Según la Oficina Nacional de Procesos Electorales (ONPE), el candidato de la izquierda peruana obtuvo el 51,5% de los votos frente al 48.5% de la candidata de la derecha, Keiko Fujimori, de Fuerza 2011. De esta manera, Ollanta Humala se convierte en el sucesor de Alan García y en el presidente número 101 desde la vida independiente del Perú iniciada en 1821. Humala se impuso en 19 de los 24 departamentos (o provincias) del país, mientras que Fujimori sólo tuvo mayoría en Lima y otros cuatro departamentos de la costa peruana. El gran desafío para la gestión de Ollanta, quien asume a la presidencia el próximo 28 de julio, es revertir la enorme brecha de la desigualdad social, fortalecida durante los 20 años de neoliberalismo iniciado en la década de 1990 durante el régimen de Alberto Fujimori, actualmente en prisión tras haber sido hallado culpable de corrupción y violación a los derechos humanos. El resultado mostró una clara división entre las regiones que beneficiadas con el modelo económico y el resto del país, que no ha sentido el efecto del crecimiento experimentado en la última década. Según el Banco Central de Reserva, el Perú creció en 5,7% anual en promedio desde 2000. El triunfo de Humala también tiene mucha significancia en el proceso de integración en curso entre los países suramericanos.
El Perú que empieza a mirar al sur
La importancia de la victoria electoral del ex militar nacionalista se da en el diseño de una nueva proyección geopolítica latinoamericana, especialmente suramericana –promovida por los gobiernos progresistas de la región para romper los lazos de dependencia de la política exterior estadounidense– a través del Mercosur, la Unasur, el Alba, y la recientemente creada Comunidad de Naciones de América Latina y el Caribe (CONALC). Estos bloques consolidados suman al Perú como aliado para fortalecer el proceso de integración en marcha. De esta manera el Bloque del Pacífico, refrendado durante una reunión en Lima el 2 de mayo último y conformado con la iniciativa de Washington, debido al fracaso del proyecto del ALCA, para debilitar a la UNASUR, estaría perdiendo el apoyo total del Perú, una de sus piezas fundamentales hasta la eleccion de Ollanta. Los actuales gobiernos suramericanos miembros de este Bloque (Chile, Colombia y Perú) tienen en común el no haber firmado el Acta constitutiva del Banco del Sur, el no tener acuerdos comerciales con el Mercosur –donde son observadores–, y el tener Tratados de Libre Comercio (TLC) firmados con Estados Unidos. Perú a su vez firmó un tratado de libre comercio con China.
Respecto al desafío para el mandatario electo peruano, el periodista y analista uruguayo, Raúl Zibechi, afirma que “Perú se encuentra ahora en el centro de esta disputa global y regional, en la que compiten Estados Unidos y China por la producción minera e hidrocarburífera, y Brasil y Estados Unidos por su posicionamiento geopolítico. Unos y otros se apoyarán en fuerzas internas, opuestas y poderosas, el empresariado conservador y fujimorista, blanco-mestizo, afincado en Lima; y la población andina, de matriz quechua, que vive en la sierra y resiste a la minería”.
Para el bloque del Mercosur, en especial para Brasil, es decisivo contar con un aliado en el sillón de Pizarro, teniendo en cuenta que Alan García fue esquivo a la hora de profundizar los principales proyectos de integración regional. Las inversiones de Brasil en Perú se han incrementado considerablemente, ascendiendo a cinco mil millones de dólares, cifra que se triplicaría en los próximos cinco años debido al interés creciente de los empresarios brasileños por instalarse en el Perú, centrando sus operaciones en la minería, petróleo, petroquímica, energía eléctrica, siderurgia y fertilizantes. En su primera declaración pública luego de ser electo presidente del Perú para el período 2011-2016, Ollanta Humala, sostuvo que su gobierno “mira con interés al Mercosur” y que trabajará para “consolidar la Comunidad Andina de Naciones y fortalecer la Unasur”.
En tal sentido, apenas el ONPE confirmó los resultados oficiales, el equipo de prensa del Presidente electo emitió un comunicado confirmando que Humala iniciaría a partir del jueves 9 de junio una gira por diversos países de la región “como expresión de su compromiso con la unidad de América Latina y, particularmente, con la integración suramericana”. Su periplo empezó en Brasil, donde sostuvo una reunión en Brasilia con la presidente Dilma Roussef. Al día siguiente se reunió con el ex presidente Luiz Inacio Lula da Silva, en São Paulo, e hizo lo propio con el presidente Fernando Lugo del Paraguay. Mientras continuaba con su gira por los países suramericanos para afianzar vinculos económicos y políticos, el mandatorio peruano electo, el lunes se reunió con el presidente uruguayo, José Mujica; el martes fue recibido en la Casa Rosada por la presidenta argentina Cristina Fernández de Kirchner, y terminó en Santiago de Chile un encuentro con el mandatario trasandino, Sebastián Piñera. En una segunda fase de la gira por la región, visitará Ecuador, Colombia, Venezuela y Bolivia.
La esperanza que derrota al pasado
Los resultados electorales del domingo 5 de junio explican el compromiso de la sociedad peruana para fortalecer una democracia que tenga en cuenta la inclusión social, tal como lo ha prometido el candidato ganador. No es por casualidad que Humala haya obtenido la mayor parte de su caudal electoral en las regiones más empobrecidas del país. Cómo distribuir mejor la riqueza, debe ser la propuesta rectora en un país que ha arrojado cifras históricas en su crecimiento macroeconómico, derivado de la economía primaria extractiva, pero que no se ha reflejado en la reducción de los indicadores de pobreza, salud y educación; teniendo en cuenta que, por ejemplo, el Perú ocupa el penúltimo lugar en calidad educativa en la región, con un presupuesto que apenas compromete el 3% de su PBI a este rubro estratégico para el desarrollo y la igualdad de oportunidades entre los peruanos. Al respecto, y ante esta realidad, cabe preguntarse si Humala podrá recuperar el nivel de la educación pública perdida hace varias décadas en el Perú. El índice de la pobreza en Perú asciende al 39,6%, concentrándose principalmente en las zonas rurales. Los más de siete millones de electores que votaron a favor del candidato de Gana Perú lograron cerrar el paso al retorno del fujimorismo al poder. En su proyección política, “cada paso del fujimorismo era una señal de su intención por reconquistar el poder, por lo que incluso al no poder postularse el padre, designó dinásticamente a su hija Keiko como la aspirante al Palacio de Gobierno del Perú, desde el fallido viaje de Alberto Fujimori a Chile, como una manera de buscar reconquistar el poder”, afirma el periodista peruano, Gustavo Gorriti. En tal sentido, el historiador peruano, Carlos Aguirre, sostiene que “si Keiko Fujimori ganaba las elecciones del 5 de junio, el hombre más feliz de la tierra sería, sin duda alguna, su padre, Alberto Fujimori, quien no sólo habría estado muy cerca de recobrar su libertad, sino que además interpretaría esa elección como una reivindicación del oprobioso gobierno que lideró durante una década”.
En su columna del diario limeño La República, el periodista Ángel Páez, considera que el plan fujimorista para retomar el poder comenzó el 6 de noviembre de 2005 cuando Alberto Fujimori abandonó el exilio de Japón y se trasladó a Chile con el propósito de consumar el “Plan A” de su proyecto, es decir, postularse a la reelección, a pesar de encontrarse inhabilitado. “Ante la detención de Fujimori, y la imposibilidad de lanzar su candidatura a la reelección en 2006, Fujimori fraguó el ‘Plan B’: ganar una fuerte presencia en el Congreso con una lista encabezada por Keiko Fujimori, para que preparase su retorno a la jefatura de Estado”, subraya Ángel Páez.
Por su parte, el escritor peruano, Mario Vargas Llosa, considera que “el electorado peruano ha actuado con gran responsabilidad, y que este es un voto a favor de la democracia y en contra de la dictadura, que es lo que hubiera sido legitimado si ganaba la señora Fujimori”, señaló el Premio Nobel de Literatura 2010 al destacar el triunfo Humala, a quien extrañamente apoyó para la segunda vuelta electoral, teniendo en cuenta que durante la primera contienda se opuso a Ollanta, a quien relacionaba como partidario del presidente venezolano Hugo Chávez, principal objetivo de ataques durante la campaña electoral por parte de los voceros de la propaganda de la derecha peruana, calificándolo como izquierda radical, lejos del pragmatismo del ex presidente brasileño, Lula Da Silva, representante de la “racionalidad socialista” para la época actual.
La derrota de Keiko Fujimori, sin embargo, no puede ser considerada como el final del fujimorismo. Si bien no alcanzó a la Presidencia, logró ampliar la base electoral de esa corriente, mediante Fuerza 2011, en todo el país; y en el Congreso, esta agrupación va consolidando su alianza con Solidaridad Nacional, liderado por el ex alcalde de Lima, Luis Castañeda y Alianza por el Gran Cambio, encabezada por el conservador Pedro Pablo Kuczynski, sumando así 57 congresistas frente a los 47 de Humala y los 22 de Toledo. Gana Perú tendrá mayoría en el Congreso si fortalece la alianza con Perú Posible, liderado por el ex mandatario Alejandro Toledo, quien dio su respaldo en la segunda vuelta a la candidatura de Ollanta. El Congreso unicameral de Perú tiene 130 representantes y, por ende, el Gobierno necesitaría reunir 66 escaños para tener la mayoría en el Legislativo. Lo cierto es que el ex teniente coronel del ejército, con una maestría en ciencia política de la Universidad Católica del Perú y magíster en Derecho Internacional de La Sorbona, Francia, deberá asegurarse la confianza de la ciudadania peruana en un breve tiempo, empezando por atender las demandas de los pobladores que piden la eliminación de todas las conseciones mineras en el sur de Puno (frontera con Brasil y Bolivia), quienes retomaron este miércoles 8 de junio las protestas, tras una tregua por las elecciones presidenciales, a estas protestas se unieron otros manifestantes de la región que rechazan un millonario proyecto hidroeléctrico entre Perú y Brasil; poniendo en evidencia que los conflictos sociales serán un reto clave para Humala. Actualmente existen más de 200 focos de conflictos sociales latentes en distintas regiones del Perú, concentrados mayormente en las zonas donde vive la tercera parte de peruanos más pobres, según un reciente informe de la oficina de derechos humanos nacional.
La propaganda mediática
“Si fuera por la prensa, yo tendría 10 % de aprobación”, respondía el ex presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, durante una entrevista con el diario Página12, horas antes de que se conociera si su candidata, Dilma Rousseff ganaba en primera vuelta. Considerando tal afirmación, Ollanta diría lo mismo, teniendo en cuenta la sucia campaña encarada desde los medios masivos de comunicación contra el candidato de Gana Perú.
En ese sentido se puede afirmar, sin temor a equivocarse, que una parte de los votos antiollanta provienen del acoso y el derribo mediático. Indudablemente, todo el poder de la propaganda conservadora se alineó abiertamente a la candidatura de Keiko Fujimori; y peor aún, cuando ya se conocía el triunfo de Humala, los titulares de los principales diarios destacaban que “la bolsa sufrió su peor caída histórica ante la incertidumbre por el triunfo de Humala” y que la gran hazaña era que ganaba la derecha en Portugal, queriendo dejar desapercibido lo que estaba pasando en el Perú. Sin embargo, Kurt Burneo, economista del equipo técnico que asesora a Ollanta Humala, salió al paso de este rumor, afirmando que no existe ningún fundamento macroeconómico que puedar explicar una abrupta caída de la Bolsa de Lima, un día después de las elecciones. Al respecto, las calificadoras de riesgos Moody’s y Fitch Rating se manifestaron asegurando que no existen razones que autoricen a cambiar sus pronósticos sobre el desempeño futuro de la economía peruana o a disminuir el grado de inversión del Perú.
Al respecto, el economista peruano, Óscar Ugarteche, consideró que las fluctuaciones bursátiles y del tipo de cambio, que ya se venían dando las semanas próximas a las elecciones, son “terrorismo económico”, lo cual es una advertencia sobre cómo va a actuar el sector financiero y empresarial ante el nuevo gobierno.
Si hubiera sido por la campaña mediática, hoy Ollanta Humala no hubiera sido elegido presidente de Perú, aún más cuando todas las encuestas mantenían como favoritos a los candidatos de la derecha, a la vez de mantener como preferida a ganar la segunda vuelta a Keiko Fujimori. Sin embargo, como los ciudadanos del centro, el sur y la selva peruana (donde Humala se impuso con más del 70 por ciento de los votos) no fueron tenidos en cuenta para las consultas, tales regiones demostraron que sus opciones, junto con el voto valiente de los 19 distritos electorales que enfrentaron a las cuatro regiones del norte: Tumbes, Piura, Lambayeque, La Libertad, y la capital, Lima, donde ganó Keiko. La agresiva campaña de los medios como “el salto al vacío” o el cuco de Chávez de creer que si gana Ollanta será el Chávez del Perú, instalado por la derecha para que los peruanos voten por el miedo. En cambio, la mayoría de los ciudadanos eligieron la propuesta del cambio (alrededor de 500 mil votos más que Keiko). Lo concreto es que a partir del 28 de julio de 2011 se inicia una carrera de obstáculos para satisfacer en un nivel aceptable el alto grado de expectativas creadas en torno a las posibilidades de cambio en el Perú atado, por ahora, a la política de ajuste de los noventa.