“Es un libro dedicado a la juventud latinoamericana”

No se podía perder su tradicional cita con la Feria del Libro y aprovechando los festejos de la Revolución de Mayo de 1810, Terán presentó Estandarte de la libertad donde reflexiona acerca del Bicentenario. “Esa historia común que hemos tenido a lo largo del tiempo como países hermanos, ahora nos vuelve a unir en nuestros anhelos independentistas”, señala.

Néstor Taboada Terán es uno de los más destacados escritores de Bolivia y el domingo pasado estuvo presentando su último libro sobre la Revolución de Mayo, Estandarte de la libertad, en la Feria del Libro de Buenos Aires. Su país, con el gobierno de Evo Morales, es protagonista de uno de los procesos más importantes en la historia contemporánea de América Latina, y por eso sus reflexiones sobre el Bicentenario de la Revolución de Mayo nos llevan hacia una antigua y especial relación entre Argentina y Bolivia. Una mirada poco común y necesaria para la recuperación colectiva de la memoria histórica.
El narrador boliviano, Terán, además ensayista, historiador, periodista y profesor universitario, nació en La Paz el 8 de septiembre de 1929 y en la actualidad vive en el departamento de Cochabamba. En 1960, cuando vivía en Oruro, publicó su primer libro El precio del estaño con el que obtuvo la Mención de Honor del Premio Nacional de Bolivia, y que en 1972, durante la dictadura de Hugo Banzer Suárez, sería quemado junto con Indios en rebelión (1968) y Mientras se oficia el escarnio (1968), entre otros títulos del autor, en la Plaza 14 de septiembre de Cochabamba. Taboada Terán se exilió a la Argentina, después de sufrir una detención de varios meses en las celdas de la Policía Política.
En Buenos Aires, publicó la segunda edición de Indios en rebelión (1973), las novelas El signo escalonado (1975) y Manchay Puytu, el amor que quiso ocultar Dios (1977), según él su mejor obra. En Barcelona editó Angelina Yupanki, marquesa de la Conquista (1992), considerada en Europa como la mejor novela del quinto centenario de la Conquista de América. También escribió el libro de cuentos Las naranjas maquilladas y No disparen contra el papa, che gli angelliti conducano in Paradiso, la historia del pintor boliviano Benjamín Mendoza y Amor que intentó matar al Papa Paulo VI, continuador de la obra aperturista de Juan XIII.
Terán vivió en Cuba, donde escribió día a día, con excepcional detalle, la Crisis de los Misiles con Estados Unidos y la reacción del pueblo cubano. “…Los rumores se tornan alarmantes: el gobierno norteamericano había reforzado con diez mil infantes de marina la base naval de Guantánamo y los familiares del personal evacuaron; cuarenta buques y veinte mil hombres, destinados originalmente para Puerto Rico, habían comenzado a bloquear la Isla. El ejército norteamericano declarado en estado de emergencia; el presidente John Kennedy hablaría a medianoche. Después de cenar salgo a caminar por la Gran Habana. Quiero ver cómo recibe el pueblo cubano esta prueba. Tomo varias guaguas, de este a oeste y de sur a norte. Grupos de personas se reúnen formando círculos en los cafés, esquinas y plazas y se discute como siempre a gritos. Las radios difunden la declaración de Alarma de combate que firma Fidel Castro…”.
Además, tradujo la Segunda Declaración de La Habana al Quechua.

¿Qué piensa de la Feria del Libro de Buenos Aires?

Me apasiona. La Feria del Libro de Buenos Aires cumple 36 años y desde el día de la fundación no me he perdido un sólo año. Su fundador, el profesor Roberto Castiglione, me invitó en el año 1974 cuando yo estaba en el exilio. En aquel tiempo yo era Director de Cultura de la Universidad de Cochabamba, y me desterraron y me torturaron porque tenía una gran amistad con el presidente de Chile, Salvador Allende, que proclamó a su país socialista. Él me había invitado a la toma de posesión y dos días después Allende me llamó al Palacio, me concedió una audiencia para despedirme de él, y anoticiarme de que devolvería el mar a Bolivia. Por lo tanto, yo no creo que los militares, como el dictador Augusto Pinochet, lo hayan derrocado y asesinado porque fuera socialista; no, lo mataron porque quería devolver el mar a Bolivia. Cuando asume la dictadura, Pinochet saca un decretó de pena de muerte a cualquier ciudadano chileno que intente devolver el mar a Bolivia. Desde el instante que Allende me compartió lo que pretendía hacer, fui perseguido constantemente. Hugo Banzer Suárez, el dictador boliviano, hizo causa común con su colega chileno para matar a Allende. Ellos pensaban que si Allende retornaba el mar a Bolivia, los socialistas se quedarían por siempre en el poder.
Entonces, luego de estar seis meses preso, torturado, me echaron de mi país y vine a la Argentina donde permanecí ocho años. Y de alguna manera, ahora les agradezco a los tiranos por haberme enviado a la Argentina, donde hice mis primeros pasos de escritor y mi mejor novela Manchay Puytu: el amor que quiso ocultar Dios.

Y luego de 36 años y de haber sufrido esa tortura, usted se encuentra aquí presentando un nuevo libro ¿Podría resumirnos Estandarte de la libertad ?

Son seis capítulos, y cada uno es un acontecimiento que se ha ido dando. El primer capitulo se refiere a los pioneros, es decir Tupac Katari y Tupac Amaru, diez años antes de la Revolución Francesa. Luego viene la invasión de Napoleón a España, y después los movimientos de liberación en América Latina y los procesos revolucionarios y la Juntas. De alguna manera, es un libro que intenta ser una suerte de Biblia para los revolucionarios de hoy, los jóvenes. Es un libro dedicado a la juventud latinoamericana.

A lo largo de su extensa obra, y de su último libro, se encarga de relacionar los procesos emancipadores latinoamericanos. ¿Cómo se da esto entre Bolivia y Argentina?

En primer lugar, Bolivia y Argentina han estado unidos en la lucha por la emancipación. Los próceres más importantes que hemos tenido nosotros, los bolivianos, han sido los argentinos. Por ejemplo, la revolución de la Paz de 1809 ha estado dirigida por un sacerdote tucumano, José Antonio Medina, sumamente inteligente. Él era catedrático de la Universidad Mayor Real y Pontificia San Francisco Xavier de Chuquisaca y dirigía la Academia Carolina de la Universidad, Era apasionadísimo. Los gobernantes de Chuquisaca, el presidente de la Real Audiencia de Charcas y el obispo lo toman preso. Estos dos jerarcas colonialistas deciden su suerte: “lo ahorcamos o lo desterramos”, se preguntaron. Magnánimos se comportan, y deciden desterrarlo a Sicasica, en el Departamento de La Paz, un lugar que según ellos era un mar de indios aymaras. Medina logra que Sicasica se convierta en un centro de convergencia para todos los revolucionarios de Hispanoamérica. Todos pasaban por ahí; para los que iban a La Paz, o a Chuquisaca, era un paso obligado.

¿Qué lugar ocupó Medina cuando se produjo la revolución de 1809 en la Paz?

Él era el caudillo político, porque el caudillo militar era un sinvergüenza, Juan Ciriaco Murillo, un criollo que había tomado preso a Tupac Katari y era su carcelero. Y cuando se produjo la revolución de los criollos el 16 de julio declaró que había intervenido en contra de Tupac Katari diez años antes de la Revolución Francesa. Cuando se constituye la Junta revolucionaria de 1809 él resulta ser el caudillo militar de La Paz, pero el comandante político de la Junta Tuitiva de los Derechos del Pueblo, así se llamaba, era el cura Medina. Y el 22 de julio presenta una proclama, una especie de “Plan de Gobierno”, que sería el primer estatuto constitucional y la más importante que se había escrito en toda América Latina, con un estilo de redacción que es una maravilla, donde dice: “Valerosos habitantes de La Paz y de todo el Imperio del Perú: Hasta aquí hemos tolerado una especie de destierro en el seno mismo de nuestra patria; hemos visto con indiferencia por más de tres siglos sometida nuestra primitiva libertad al despotismo y tiranía de un usurpador injusto que, degradándonos de la especie humana, nos ha mirado como a esclavos (…) Ya es tiempo, pues, de sacudir yugo tan funesto a nuestra felicidad, como favorable al orgullo nacional español. Ya es tiempo, en fin, de levantar el estandarte de la libertad en estas desgraciadas colonias, adquiridas sin el menor título y conservadas con la mayor injusticia y tiranía.”

Y la Historia Oficial lo convirtió en un maldito.

Exacto. Pero era un hombre extraordinario, un sabio, un Lenin de América. De esta esencia están hechos los héroes argentinos que actuaron en Bolivia. Pero falta una literatura, un testimonio que hable de estas cosas. Era prohibido hablar del cura Medina; decían era un sacerdote anarcoide, anarquista. Nadie estaba conforme con este sujeto, era mirado como terrorista, como lo acusan a Mariano Moreno.

¿Qué destaca usted la Revolución de Mayo?

Entre todas las revoluciones hispanoamericanas, la revolución del 25 de mayo de 1810 es la más extraordinaria. Porque ninguna revolución se hizo con el modelo argentino. ¿Cuál era ese modelo? Un modelo cultural, es decir, se hace la revolución, se hace la toma del poder político y se edita un diario: La Gazeta de Buenos Aires, que a su vez publica una especie de suplemento y divulga libros. Además Moreno traduce El Contrato Social de Jean-Jacques Rousseau y distribuye miles de ejemplares. También funda la Biblioteca Pública de Buenos Aires -hoy la Biblioteca Nacional- por decreto de la Primera Junta, el 13 de septiembre de 1810, y se expropian los libros del obispo Rodrigo Antonio de Orellana, juzgado como conspirador contra la Junta.
Por lo tanto, la de mayo fue una revolución eminentemente cultural. Entonces yo he estudiado esta revolución porque la creo fundamental desde este punto de vista. Es la discusión que pretendo dar en mi condición de latinoamericano y, además, gran amante de la Argentina y de sus personajes, como el cura Medina, Mariano Moreno, o Ernesto “Che” Guevara.

¿Usted cree que esta historia común, aquella lucha común, continúa presente?

Esas coincidencias como latinoamericanos, esa historia común que hemos tenido a lo largo del tiempo como países hermanos, ahora nos vuelve a unir en nuestros anhelos independentistas o emancipatorios. Y esto tiene que ver con que estamos continuando una tradición que estaba oculta, silenciada, y ahora se tiene que definir.

Pero también continúan los sectores de la reacción, la oligarquía, que pretenden patrias chicas.

Es cierto. Lo que ha ocurrido en Bolivia en el Bicentenario, donde la derecha intelectual que controla culturalmente el país, porque el pueblo ha conseguido muchos logros económicos, étnicos, petroleros, pero culturalmente todavía resta mucho, es que la consigna de esta derecha era “200 años libres”. Ese es un pensamiento oligárquico. ¿Qué se han creído estos oligarcas de momento? Han confundido, y les conviene vivir confundidos y confundir también a la gente. Pero, ¿qué pasó realmente? La revolución que se había dado el 16 de julio de alguna manera fracasó, y todos los revolucionarios, al igual que los héroes de mayo como Moreno y su gente, fueron ahorcados, asesinados o desterrados. Y eso toman por libertad los oligarcas. 200 años libres… y recién los criollos fundaron el país en 1825, y sin embargo ellos dicen “ya estábamos libres”. Es una aberración.

¿Qué sintió con el reconocimiento de la presidenta Cristina Fernández y el presidente Evo Morales le hicieran a Juana Azurduy de Padilla?

Juana Azurduy de Padilla fue una guerrillera, aunque en los tiempos de la colonia era una hacendada que tenía sus colonos indios, vivía de los indios. Pero cuando vinieron las tropas auxiliares de Argentina llevando el estandarte de libertad, ella se hizo revolucionaria. Murieron sus hijos y su marido, y ella luchó por la causa de la libertad. Y eso es lo positivo, lo grandioso de esta mujer honorable. Y en Argentina se siente un inmenso cariño por Juana Azurduy, porque luchó por la emancipación Americana, por la Patria Americana.
Nosotros tenemos un profundo reconocimiento por el pueblo argentino, a esa gente que como Medina o el “Che” Guevara han dado la vida por nuestro pueblo, que creían su pueblo también.

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