Lachinoamérica

El intercambio comercial entre China y Argentina creció más del 300% en 5 años. Hasta el primer trimestre de 2009, la inversión directa china en la región ascendía a 21 mil millones de dólares. Muy por debajo aun de los 370 mil millones de dólares que invierte Estados Unidos, el gigante asiático va por más.

El 16 de noviembre de 2004, el presidente chino Hu Jintao desembarcó en la Argentina en medio de una gran expectativa por el anuncio de un paquete de inversiones millonario que formaría parte de un acuerdo de asociación estratégica también sin precedentes. En pleno desarrollo de la política de salida (Go Out) para liberar más su economía, Beijing iniciaba una ofensiva comercial sobre Latinoamérica destinada a saciar una demanda creciente de productos primarios y ampliar los mercados para sus manufacturas.

Cinco años después de aquel apretón de manos entre Hu y Néstor Kirchner, el comercio bilateral creció exponencialmente, con un saldo favorable para la Argentina, aunque la inversión china en el país se mantuvo acotada. En 2004, el intercambio comercial fue de 4.031 millones de dólares y en 2008 trepó a los 14.700 millones de dólares, de los cuales China vendió a la Argentina por 6.230 millones de dólares y compró por 8.470 millones.

Sin embargo, «a pesar de que China ha ampliado dramáticamente sus compras de productos básicos en América Latina no ha llevado a cabo la inversión anunciada», especialmente en la Argentina y Brasil, señalaron el año pasado en una publicación oficial Miguel Velloso, ex cónsul general en Shanghai y Darío Mengucci, todavía vicecónsul.

Ahora, consultado por ZOOM en Shanghai, Mengucci señaló que la perspectiva de inversiones chinas mejoró, pero reiteró que todavía falta mucho para que llegue a ser lo que en algún momento pareció. Sergio Cesarín, investigador del Conicet y autor del libro China se avecina, señaló que el proceso ascendente es inevitable pero se permitió dudar sobre las promesas chinas de inversiones y consideró que la Casa Rosada debió haber sido más exigente con su contraparte a la hora de reconocer al Dragón como economía de mercado, en 2004.

Por su parte, la CEPAL señaló que «las principales fuentes de Inversiones Extranjeras Directas (IED) en la región siguen concentradas en los países desarrollados, con Estados Unidos como principal inversionista”. Sin embargo, en su documento «La inversión extranjera directa en América Latina y el Caribe 2008», agregó que “el volumen de las inversiones en el exterior de los países en desarrollo tiene una tendencia ascendente”, agregó y puntualizó que el resurgimiento de las IED de los países en desarrollo está encabezado por Asia, con China «como responsable de más del 50 por ciento de esas inversiones proveniente de esa región en los últimos cinco años».

Hasta el primer trimestre de este año, la inversión directa china en Latinoamérica ascendía a 21 mil millones de dólares, más otros 3 mil cedidos en préstamos. Ese número alcanza sólo el 6% de las inversiones totales y está muy por debajo de los 370 mil millones de dólares en inversiones directas estadounidenses en la región.

Participación

Una de las señales de Beijing más fuertes en este punto es haberse integrado al Banco Interamericano de Desarrollo (BID), que financia proyectos de infraestructura, en calidad de país donante. Además, el gobierno de Hu Jintao elevó a 21 el número de países con los que tiene relaciones en la región. Los sectores más buscados por los inversionistas chinos son la minería y el petróleo.

En la Argentina, empresas chinas invirtieron en la reactivación del complejo minero de Sierra Grande, una de las mayores producciones de hierro del país, mientras se habló de la posibilidad de que estatales petroleras adquieran acciones de Repsol YPF. Pero el gesto más importante a nivel gubernamental fue la firma de un acuerdo del intercambio financiero (swap) por 10.200 millones de dólares, que galvanizó las reservas argentinas en caso de riesgo.

En Brasil, Beijing se comprometió a enviar 10.000 millones de dólares en 10 años para financiar obras en la reserva Bacia do Santos, en la costa del centro del país, a cambio de asegurarse el suministro petrolero a largo plazo. También desembarcó en ese país y Uruguay una de las fábricas de automotores chinas más importantes, la Chery.

Este año, la empresa china Sinohydro se adjudicó el proyecto hidroeléctrico de Coca Codo Sinclair, en Ecuador, con una inversión de 2 mil millones de dólares y en Perú la minera Aluminium Corporation of China (Chinalco) anunció una inversión de 19.500 millones en la compra de la minera de capitales australianos Río Tinto. Y Lenovo se instaló en México para vender laptops a Estados Unidos.

En este marco, todas las fuentes consultadas por ZOOM coinciden en tres puntos: que la inversión directa china en América latina no llegó aún al nivel esperado; que mejoró bastante últimamente; y que se prevé un gran crecimiento en adelante.

“Hay un gran interés de parte de las compañías chinas por invertir en América latina. Estamos en una etapa primaria del desarrollo entre las dos regiones, y habrá un tsunami de inversiones fluyendo de China a América latina”, aventuró Erik Bethel, uno de los socios de SinoLatin, el único banco de inversión entre ambas regiones.

Las razones

China, que está a la vanguardia mundial de reservas internacionales con dos billones de dólares, tiene el 60 por ciento de esa cifra en bonos estadounidenses y está muy permeable a los efectos nocivos de la devaluación del dólar. Por ese motivo, el gobierno chino está buscando diversificar sus inversiones. “Están comprando el producto en sí y sus fuentes, como por ejemplo el cobre y las minas de cobre”, sostuvo Bethel, quien pronosticó que este proceso se acelerará en los próximos años a partir de la combustión en la que está inmersa China. A propósito, detalló que “el porcentaje de chinos en el campo en 1985 era el 60% y hoy en día es del 40%. En cambio, en Estados Unidos es del 4% y esa es la tendencia que seguirá China hacia el desarrollo. Cuando vienen a las ciudades, los chinos se convierten en consumidores diferentes. Y eso tiene implicación en todos los productos”, y remarcó que todavía quedan 750 millones de chinos en el campo.

El PBI per cápita es de 2.600 dólares al año en el país más poblado del mundo, pero el salario aumenta paulatinamente por lo que las implicaciones para el consumo son impresionantes. “Los chinos consumen en petróleo una octava parte de los americanos, una quinta parte de los rusos y una cuarta parte de los japoneses. Nosotros nos preguntamos si llegan al nivel de Rusia, a dónde va a subir el precio del petróleo”, advirtió Bethel.

SinoLatin hizo estudios comparativos entre lo que ha pasado en los países emergentes asiáticos en su camino al desarrollo y lo que puede ocurrir con China. “Estudiamos Japón Corea del Sur, Taiwán desde los ‘70 hasta ahora y lo proyectamos a China”. El resumen es que en 2008 China importó 400 millones de toneladas de hierro cobre y en el año 2020 importará casi 1,3 billones de toneladas. En cuanto a la soja, China va a necesitar 46 millones de toneladas anuales, que es casi la producción anual de Brasil. “La tasa de ahorro de los chinos a nivel consumidor y gubernamental que ahora es de 6 trillones de dólares, creemos que va a llegar a 16 trillones en 2020”, proyectó.

Para poner a tono estas cifras con el potencial de inversión china en el extranjero, Bethel sostuvo que si el país toma el 5% de ahorro y lo exporta llegaría a la cifra de 800 mil millones de dólares anuales. (El PBI anual de la Argentina fue de 326.500 millones en 2008). Precisó que en África los chinos han invertido “en muchísimos lugares”, pese a que ese continente “es bastante más complicado para la inversión que Latinoamérica porque hay mucha inseguridad, diferentes sistemas legales, diferentes idiomas, e inestabilidad”.

“Para ellos Latinoamérica debería ser bastante fácil dado que en general están hablando de las mismas costumbres, el mismo idioma y un sistema legal que funciona, pero pese a ello por ahora no se hizo tanta inversión en Latinoamérica como en África”, comparó. Para el banquero, las empresas chinas tienen interés de invertir en la región, pero todavía no saben bien cómo hacerlo. Una posibilidad, según su óptica, es desarrollar proyectos de asociación entre capitales chinos y firmas locales. Además, un aumento en el nivel de inversión sería una forma de limar asperezas con gobiernos de la región que ven al crecimiento chino como una amenaza, más que como una oportunidad, a partir de lo que implica la invasión de productos asiáticos en su economía.

“Tenemos que robustecer la política exterior para que el proteccionismo no crezca. Hay que estimular el free trade. Tenemos que sacar rédito de esta crisis que nos hace más competitivos. Y una posibilidad es explorar más el aumento de la inversión para que ambos países salgan beneficiados”, sostuvo Chen Dongxiao, vicepresidente del Instituto de Estudios Internacionales de Shanghai, que es el principal “think tank” del que se nutre la política exterior china.

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