Violencia, partera de la historia: Un análisis de la historia argentina que toma como hilo común los hechos de violencia es muy pero muy oscurecedor. Apelando a ese único parámetro, todo es igual a todo. Tomemos como ejemplo el enfoque sobre la Revolución del Parque: ¿cómo es que quedó tan legitimada, en una rara coincidencia entre conservadores y radicales? Simple: la Revolución de Leandro Alem -y el propio Alem- representaron una corriente CONSERVADORA que abominaba de la novedad de la nacionalización de la ciudad de Buenos Aires. Bajo un manto de indignación cívica lo que se reivindicaba era el porteñismo agrario más acérrimo; y es por eso que el movimiento en un primer momento contó con el apoyo entusiasta de Bartolomé Mitre. Estos porteñistas habían sido derrotados militarmente por Avellaneda y Roca en 1880, e ideológicamente por José Hernández en el Congreso. A decir verdad, recién lograron revertir la «situación» (un término propio de la época) en 1994, con la innoble Reforma de ese año que resucitó a la vieja CABA. En el entretiempo, mediante el control del aparato cultural, lograron consagrar a la Revolución del Parque como un hito del civismo o algo así. POR ESO Leandro N. Alem es un ícono de los conservadores y neoliberales, que apelan a su «ejemplo» cuando quieren denostar a alguno de sus tiranos recurrentes, llámense éstos Yrigoyen, Perón o Kirchner.