Merchán: “Tenemos que salir del discurso aburrido como un hongo, de la bajada de línea gorila con la sociedad”

Referente feminista dentro del flamante Frente Patria Grande, la dirigente explica cómo convive su agenda de género con la impronta papal que representa Juan Grabois. Razones del respaldo a Cristina Fernández, distancias y cercanías con el peronismo y el desafío de poner el foco en la contradicción principal: ganarle a Macri.

Con la cercanía de 2019, los armados electorales van tomando forma. Uno de los más novedosos es el Frente Patria Grande, que el sábado 27 de octubre se lanzó en Mar Del Plata, encabezado por Juan Grabois, dirigente de la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular. El espacio, que tiene además una impronta juvenil y feminista, busca sumar apoyos a Cristina Fernández más allá de la lógica partidaria tradicional. “Las corporaciones intentan que Cristina juegue o no de acuerdo a sus necesidades. Nosotros tenemos que hacer que juegue o no de acuerdo a las necesidades del pueblo”, sostuvo la cordobesa Cecilia “Checha” Merchán, diputada del Parlasur, de larga trayectoria en el feminismo y una de las figuras del nuevo frente, del que también participa el economista Itai Hagman. Merchán, referente de la organización La Colectiva, destacó la necesidad de un movimiento feminista que cuestione la totalidad de las estructuras, incluidas las del campo popular, y de una agenda electoral no limitada a la economía. Además, respondió sobre las diferencias con Grabois, quien se opuso a la interrupción voluntaria del embarazo: “Tenemos un nivel muy amplio de mirada política. Así como para la legalización del aborto podemos asociarnos con un feminismo liberal, entendemos que en la región, por ejemplo, la lógica del Papa juega para nuestro lado”.

 

– ¿Qué significa, en concreto, que una organización política tenga perspectiva de género?

– Es tener una mirada feminista que atraviese la totalidad de la estructura, y cuando decimos esto, también hablamos de las estructuras propias. Ahí es donde todo lo discursivo empieza a hacer agua. Hablar de feminismo es ahora políticamente muy correcto, pero es más difícil ver que el patriarcado nos cala muy profundo y que construir desde una mira diferente es lo que más cuesta, porque todo el poder que se ha construido, y el que se sigue construyendo, es patriarcal. En nuestras propias organizaciones hermanas, una cosa es lo que discutimos cuando estamos todas y todos juntos, y otra es lo que discuten los tres varones cuando tienen que cerrar los acuerdos. Ver cómo se resuelve esto de otro modo no sólo va a aportar a una mirada feminista, sino a una mirada liberadora, transformadora, que va a traer mucha novedad el día en que empecemos a logarlo en serio en las organizaciones populares.

 

– Hace poco estuvo en Argentina la escritora Silvia Federici y remarcó que el feminismo tiene que ser anticapitalista. ¿Qué opina?

– Totalmente de acuerdo. Volví a releer su libro Calibán y la bruja, y aprovecho para recomendarlo a quien no lo haya leído, porque es revelador. Marca con claridad cómo la quema de brujas, la esclavitud negra y la conquista de América son la base del capitalismo. Y da vuelta la mirada marxista y foucaultiana, porque, casualmente, en la acumulación del capital, Marx se olvidó de las mujeres, y en la biopolítica, Foucault se olvidó del cuerpo de las mujeres. Lo que dice Federici es que el feminismo debe cuestionar toda la estructura. Para nosotras, por ejemplo, no hay feminismo que pueda ir por la legalización del aborto y que no rechace el acuerdo con el FMI. Lo digo porque muchas feministas liberales hicieron llorar a un montón de mujeres de emoción con el debate por el aborto.

 

– ¿El feminismo liberal toma las reivindicaciones pero a título individual?

– Exacto. En la legalización del aborto, tenemos de aliadas a un montón de mujeres con esas características. Por eso, nosotras no hablamos de la autonomía de los cuerpos sino de la soberanía de los cuerpos, porque no es un término individual sino político; y hablamos de poder tomar decisiones en cuanto a lo reproductivo, pero también sobre qué implica la alimentación en nuestros cuerpos y quién la define, y de cómo la pobreza nos marca de manera diferente que a los hombres. No es lo mismos la soberanía sobre los propios cuerpos si no tengo plata para arreglarme los dientes o si no tengo agua caliente para bañarme todos los días.

 

– ¿Cómo convive esta perspectiva con un feminismo liberal?

– El feminismo es un gran movimiento, por eso hablamos de los feminismos, y en su interior hay miradas con determinados sesgos. Quienes venimos de un feminismo popular, consideramos que lo que tenemos que hacer es asociar y juntar todas esas luchas. No podemos pelear por la igualdad de las mujeres si no vamos a pelear por la plurinacionalidad en nuestro país. No podemos decir que somos feministas y que no nos importa, como hacen un montón, que ahora el Ministerio de Salud sea una secretaría. ¿Y cómo no nos va a importar si hay o no diversidad de medios, si somos las que más tenemos que batallar para que se escuchen todas las voces?

 

– Es decir, no puede haber igualdad de género si hay desigualdad social.

– Claro, y viceversa, porque también hay una trampa. Con las feministas liberales tenemos un debate, pero dentro del campo nacional y popular y de izquierda, tenemos otro, que es cuando nos dicen “vamos por la justicia, la igualdad y después veremos lo de género”. No hay forma y si no lo quieren entender, vayan y lean y estudien, o vean lo que pasa en la realidad o sáquense las gafas del machismo. Cuando éramos parte de organizaciones mixtas, siempre teníamos compañeros varones que nos decían “pero chicas, esto es La Política”. Lo que ellos hablaban era “La Política”, con mayúsculas, y lo que hablábamos nosotras eran “los temas”. En 2010, cuando empezamos a instalar fuerte en el Congreso la legalización del aborto, yo vivía en los medios de comunicación, debatiendo con otras mujeres, pero nunca había un varón. Cuando pasó a la agenda pública más importante, hubo varones en los medios hablando del aborto. Habíamos hecho tantas acciones que nuestros “temas” habían ingresado a “La Política”. En realidad, siempre fueron cien por ciento políticos.

 

– ¿Cómo comulgan la lucha por la legalización del aborto con la posición de Grabois, que se manifestó en contra?

– Tenemos que empezar a poner en discusión algunas cosas con nuestros compañeros varones. Primero, que los feminismos populares tienen que asociarse con movimientos populares, eso como base. Entre ellos, la economía popular es un movimiento muy importante, donde tenemos que estar juntas y juntos, sin dudas. Dentro de la economía popular, no todos quienes se asocian con nosotras piensan como Juan, pero no es un problema que no pensemos lo mismo. En todo caso, lo que van a tener que empezar a ver nuestros compañeros que tienen otra postura sobre el tema, es que así como John William Cooke dijo en su momento que se podía no ser peronista pero no se podía ser antiperonista, ahora se puede no ser feminista, se puede no estar a favor, pero no se puede ser anti nosotras. Ahí tienen que conjugarse nuestras miradas.

 

– Supone, entonces, una perspectiva más amplia, por sobre la contradicción puntual.

– Nosotras tenemos un nivel muy amplio de mirada política, porque así como para la legalización del aborto podemos asociarnos con un feminismo liberal, perfectamente entendemos que en la región, por ejemplo, la lógica del Papa juega para nuestro lado. No tenemos por qué no asociarnos a una mirada diferente, no tenemos por qué pensar que Juan no va a estar con nosotras porque está en contra de la legalización del aborto. No consideramos eso, creemos que las cosas no son estáticas. Sí me río cuando vienen y me cuestionan “¡¿cómo estás con Grabois, si él está en contra del aborto?!” o “¡ustedes están con Lospennato!”. Me tiro al piso y me río, porque, justamente, lo que queremos es transformar la realidad. Si decimos siempre lo mismo y vamos a estar siempre en el mismo lugar, estás patinando. Seguí patinando, no es la nuestra.

 

– Más allá de este caso específico, los sectores populares en la Argentina tienen un fuerte arraigo católico. ¿Cómo lo manejan?

– Entre otras cosas, mi formación es muy cristiana. Vengo de una formación en educación popular con Paulo Freire y los pensadores de la Teología de Liberación. O sea, no sólo no me hace ruido, es parte de mi nutriente. Con todos los agrupamientos, sean religiosos o de cualquier tipo, que realmente busquen la liberación, vamos para adelante. El tema es cuando una ideología es opresora, incluso ideologías de izquierda, de las que hemos sido parte y que han sido totalmente opresoras. No queremos estar ahí. Tampoco queremos que haya una iglesia opresora de las personas ni de los pensamientos y las transformaciones, y en eso podemos poner a la católica, las pentecostales, las judías, las musulmanas… Nosotras decimos: “Todas las creencias, ninguna imposición”. Pero sí puedo ver que lo que está planteando el Papa es muy positivo en materia de trata, de recursos naturales, de la región. ¿Y por qué, en una avanzada de las derechas a nivel mundial, si hay un personaje que cala profundamente en muchos sectores de nuestros hermanos, vamos a decir “no”? Después, hay militancias cristianas con las que una tiene que sacarse el sombrero, grupos que conocemos y que han trabajado con adicciones, por ejemplo, de una manera impecable.

 

– ¿Qué postura tiene sobre la búsqueda de la unidad opositora?

– Todos hablamos de la unidad anti Macri, pero ¿quiénes vamos a entrar, en términos electorales? El PJ, en todas sus variantes; otros grupos como el nuestro… ¿Y cómo se expresa, que es algo que nosotros intentamos hacer, la construcción de los feminismos, de las economías populares, los pueblos originarios, de una manera novedosa de la lucha por la tierra y el ambiente? Es algo que el mundo está esperando pero es una agenda que no está puesta. Así como cuando miramos las fotos de unidad y vemos las escasas mujeres, si es que las hay. Si la unidad no es con nosotras adentro, no llegamos a ningún lado. Que el movimiento sindical no tenga todavía una expresión de mujeres en la Secretaría General es algo…

 

– … y no puede decirse que se deba a que hubo una generación dorada de hombres.

– ¡Noooo! No sería el caso que hayan habido muchas generaciones doradas de hombres en los últimos años en nuestro país. No es que “¡oh!, qué lumbrera que hubo que nosotras no pudimos apagar”. Una vez, Felipe Solá, con quien no comulgo políticamente para nada, dijo algo que me pareció muy gracioso: “Va a haber igualdad cuando se llene de pelotudas la política”.

 

– ¿Qué lugar debe ocupar el Frente Patria Grande?

– Tenemos que entrar con toda esta agenda de la que hablamos antes, que también trae una serie de militantes muy jóvenes. Salvo yo y dos o tres más, es gente que, por su edad o su postura crítica, no fue parte del proceso anterior. Que este espacio se plantee como una construcción propia para acompañar a Cristina, también me parece que es una novedad.

 

– El apoyo explícito a la expresidenta, ¿no pone un límite a la construcción?

– No, para mí no. Estamos ante una realidad tan compleja y dura que tenemos que ser muy claros: tenemos que construir en los sectores populares y retomando la defensa democrática como una bandera muy importante. Los liderazgos creados en el proceso anterior, como los de Lula, Correa y Cristina, ante la persecución mediática-judicial que están teniendo, se consolidan de una manera muy fuerte para un sector popular. Además, son los únicos que garantizan que lo que se construya en unidad sea realmente opositor. En ese sentido, salir en defensa de Cristina me parece muy importante. En Brasil, ¿qué hubiéramos hecho antes de que Lula vaya preso? Acá, no vamos a dejar que (Cristina) vaya presa, pero lo que intentan las corporaciones es que ella juegue o no de acuerdo a sus necesidades. Nosotros tenemos que hacer que Cristina juegue o no de acuerdo a las necesidades del pueblo argentino.

 

– ¿Con que perspectiva ve la política represiva sobre el conflicto social?

– Ese proceso va a continuar, no hay forma de meter el ajuste que están haciendo sin represión. Incluso, el gobierno sale a fortalecer esa mirada, un bolsonarismo político muy fuerte. Eso se va sostener y ellos van a cabalgar sobre eso también. Y nosotros tenemos que construir un frente electoral lo más amplio posible.

 

– El punitivismo no sólo está en el oficialismo. Hay ciertos opositores que comparten esa mirada.

– Sí, el senador (Miguel Angel) Pichetto. Por eso es tan importante fortalecer nuestras organizaciones. Tenemos que ser muy sólidos, porque puede haber miradas muy cruzadas. También, del lado de quienes apoyamos a Cristina, tenemos que salir del casete aburrido como un hongo, de la bajada de línea, que te digan siempre lo mismo, que no genere ningún sentido común y que, incluso, tiene hasta un discurso, desde mi perspectiva, ciertamente gorila con la sociedad. Pensar que todos los que votaron a Bolsonaro son fachos es lo mismo que pensar que acá todos los que tienen visiones contradictorias de la vida son unos jodidos o que los que votaron a Macri son “globoludos”. Eso nos achica. Y también está mal pensar que lo que vamos a discutir es sólo la situación económica. En el ’94, estábamos en el horno económicamente y Menem ganó la reelección con el 50 por ciento. Tenemos que mirar y discutir otras cosas. Podemos consolidar una mirada diferente, es lo que hay que trabajar de aquí en más, para adentro y para afuera. Para adentro, un montón.

 

– ¿Piensan en candidaturas?

– Para mí es muy importante que nuestro espacio tenga expresión electoral.

 

– ¿Sería Grabois?

– Puede ser o no Juan. Él dice que no es su interés principal. No me parece tanto quién es el candidato sino cuántos candidatos y candidatas vamos a tener en cada provincia. Se piensa todo en términos muy centralizados, pero esto es una construcción federal.

 

– ¿Cristina debe ser candidata?

– Personalmente, ojalá lo sea, porque es la que acumula el sentido de oposición en este período político. Después, quiénes otros puedan expresar una parte, habrá un montón y lo iremos viendo.

 

– El análisis recurrente es que Cristina tiene votos pero son insuficientes, porque su imagen negativa también es alta.

– Pensamos que Cristina tiene que jugar, que es ridículo un frente donde quien tiene la mayor cantidad de votos no juegue. Cristina es un personaje singular, en términos históricos, y no solamente está activa, está fuerte. Si no ganamos con Cristina, tampoco vamos a ganar con Felipe Solá. Me parecen bien todos los movimientos que vayan en esta dirección, pero los espacios de los que nosotras vayamos a ser parte, son espacios que la tengan a Cristina adentro.

 

 

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