45 años de bloqueo contra Cuba

La imagen de un Fidel Castro más recuperado irrumpió sorpresivamente, a pocos días de que Cuba cumpliera 45 años del bloqueo impuesto por Estados Unidos en 1962. La política de asfixia económica contra la Revolución Cubana no ve cambios a corto plazo, pero a pesar del asedio, la mayor de las Antillas exhibe un crecimiento económico inédito.

«Esta política, la actual, va a perdurar durante algún tiempo sin duda alguna, mientras esté este señor que se robó la presidencia», dijo el presidente del Parlamento cubano, Ricardo Alarcón, en alusión al mandatario norteamericano George W Bush. Según las autoridades cubanas, el embargo dejó un total de 86.108 millones de dólares en pérdidas desde que fue impuesto en 1962.

La Agencia de Información Nacional (AIN) cubana recordó el aniversario, con un texto que señaló que antes del oficializar el bloque, EEUU «había dictado disposiciones que progresivamente fueron restringiendo el intercambio comercial» con la isla, «privada también de su histórica cuota de exportación de azúcar, entonces principal rubro de ingresos en divisas convertibles».

«En ese contexto se desarrollaba el plan Mangosta por la Agencia Central de Inteligencia (CIA) estadounidense, sirviéndose de agentes y contrarrevolucionarios de origen cubano para ejecutar acciones terroristas y desestabilizadoras dentro de Cuba», señaló AIN.

Para la agencia oficial, esas prácticas «incluían intentos de asesinar al presidente Castro y a otros altos dirigentes cubanos, según han revelado documentos de la CIA desclasificados».

El despacho menciona también el «fracaso estrepitoso» del intento de invasión realizado poco después del comienzo de la Revolución.

El bloqueo más largo del mundo, que Washington llama embargo, fue profundizado en varias ocasiones, primero en 1992, a través de la Ley Torricelli, que atacó las llamadas «triangulaciones» de productos mediante terceros países fomentadas por Cuba.

Cuatro años después, otra ley, la llamada Helms-Burton, dispuso sancionar a las empresas que invirtieran en la mayor de las Antillas.

En 2004, el actual presidente estadounidense, George W. Bush, agravó las sanciones al limitar a 300 dólares cada tres meses el envío de remesas de cubanos radicados en Estados Unidos a sus familiares en Cuba. Además, prohibió a los emigrados viajar más de una vez cada tres años a su país de origen.

En la actualidad, el embargo recoge cuestionamientos no sólo de las autoridades cubanas, sino hasta de los propios exiliados y de no pocos legisladores estadounidenses, que consideran evidente que no sirvió para “erosionar” a la Revolución Cubana.

Pese a la presión de la nueva mayoría demócrata en el Congreso de Estados Unidos para suavizar las sanciones, el secretario de Comercio, Carlos Gutiérrez, de origen cubano, rechazó el proyecto del demócrata Bill Delahunt (Massachussets, noreste) y el republicano Ray LaHood (Illinois, norte) para levantar límites impuestos en 2004 a los viajes de emigrantes cubanos a la isla.

«Durante casi 50 años nuestra política hacia Cuba ha hecho muy poco para llevar la democracia a ese país. Ya es hora de una nueva estrategia», dijo el republicano Jeff Flake, quien participó en una comitiva de diez congresistas que visitó La Habana en diciembre, la mayor en medio siglo.

Según estimaciones oficiales de la isla, el daño económico al pueblo cubano -el 70% de sus 11,2 millones de habitantes nació bajo su aplicación- es superior a 86 mil millones de dólares, una cifra que se actualiza anualmente.

El interinato de Raúl Castro, más el dominio demócrata en el Congreso norteamericano, podría ayudar a una distensión con una inicial eliminación de las sanciones de Bush, según opinan observadores citados por la agencia Ansa.

Hacia allí pareció apuntar el proyecto de ley presentado esta semana por un grupo de congresistas de ambos partidos encabezados por el demócrata William Delahunt y el republicano Ray LaHood.

Delahunt encabezó en diciembre último una importante delegación parlamentaria que llegó a Cuba y se reunió con autoridades pero no con Raúl Castro, quien propuso a Washington -que declinó la oferta- negociar una salida al histórico conflicto.

Desde 1992, Cuba presenta en la ONU el documento «Necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por Estados Unidos contra Cuba», texto que año a año recoge más apoyos, desde los 59 respaldos iniciales de aquel año.

Es en la ONU el único lugar donde la isla donde puede quejarse: también esta semana -el miércoles- se cumplieron 45 años de su expulsión de la Organización de Estados Americanos (OEA), decisión que se adoptó en Punta del Este.

La medida se tomó entonces ante el fortalecimiento que experimentaba la revolución socialista en Cuba, que puso en alerta a buena parte de los países americanos presionados por Estados Unidos, en abierto enfrentamiento con la ex Unión Soviética.

«La adhesión de cualquier miembro de la Organización de los Estados Americanos al marxismo-leninismo es incompatible con el Sistema Interamericano y el alineamiento de tal gobierno con el bloque comunista quebranta la unidad y solidaridad del hemisferio», señaló el polémico texto aprobado en Uruguay.

La exclusión de la OEA fue votada por 14 países, con un rechazo (Cuba) y seis abstenciones (la Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Ecuador y México), y desde entonces no fue revisada ni se planteó su debate seriamente.

El bloqueo «obligó a Cuba a incurrir en gastos excesivos para procurar alimentos en el exterior, y le ha impedido adquirir oportunamente equipos de transporte y tecnológicos, medicinas y otros medios específicos, con la pérdida de incontables vidas humanas», advirtió la AIN.

Pero el gobierno de Bush ha expresado que no modificará su posición con respecto a Cuba, en tanto “la isla no dé signos de apertura hacia un proceso democrático”

Además de la economía, el bloqueo toca todos los aspectos de la vida cotidiana de los cubanos; aunque en 2000 el Congreso decidió flexibilizar el comercio de alimentos y medicinas, que permitió a La Habana compras por unos 2.000 millones de dólares en productos alimenticios.

Los cubanos condenan incluso que la serie de leyes reciban el nombre de embargo y no «bloqueo», como ellos llaman a estas sanciones que pretenden «lograr la rendición del sitiado por la fuerza o por el hambre».

«Afecta a toda la población. Priva de recursos financieros y materiales al sistema educacional», dijo el ministro de Educación, Luis Ignacio Gómez, al señalar que útiles tan básicos como cuadernos y bolígrafos se podrían comprar más baratos en Estados Unidos.

En ese contexto los cubanos se han vuelto expertos en el arte del reciclaje y aun así mantienen un avanzado desarrollo científico y tecnológico. Coches, máquinas de coser y de escribir son reparados con piezas rudimentarias e inventos, que muestran el ingenio de los cubanos para hacer frente a sus necesidades. Creatividad en la adversidad, le dicen, y con su esfuerzo le han hecho frente al asedio una y otra vez.

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