Por Teodoro Boot, especial para Causa Popular.-
– 1) Milagro en el litoral: Los vecinos de Gualeguaychú planean no sólo seguir, sino incrementar la frecuencia y duración de los cortes del puente internacional que une a esa localidad con Fray Bentos, donde el gobierno uruguayo autorizó la instalación de dos plantas de fabricación de pulpa de celusosa. Por desconocimiento, distracción o mala fe, la prensa porteña y montevideana los define “ambientalistas”, incurriendo en un error: no es la protección del medio ambiente lo que resulta capaz de movilizar y enfervorizar a esos miles de pacíficos, distraídos y por lo general indiferentes entrerrianos, sino la defensa de su pueblo, sus casas y su forma y medios de vida. Más que “ambientalismo”, es “humanismo”. Como sea, supone una inusitada toma de conciencia sobre la relación que une al medio ambiente y los recursos disponibles con una vida humana decorosa y sustentable.
El milagro es obra, pura y exclusiva, del gobierno de Tabaré Vázquez.
– 2) Porteños
La expectativa con que las elecciones presidenciales uruguayas fueron seguidas en los países vecinos, particularmente en la Argentina, fue todavía mayor en Gualeguaychú: todos daban ahí por descontado que un eventual triunfo del FA implicaría por lo menos la suspensión del convenio firmado a último momento por el inefable ex presidente Batlle. Es fácil imaginar la sorpresa y decepción que supuso su ratificación por las nuevas autoridades. Pero Tabaré llegó más lejos al desoír el reclamo de conformar una comisión técnica capaz de evaluar el posible impacto ambiental de las plantas, acelerando su construcción.
El gobierno del FA no quiere ni oír hablar de comisiones técnicas, suspensiones, modificaciones o traslados. Con el argumento de la soberanía, el gobierno del FA decide por sí y desde sí, con una prepotencia que descarta la elemental cortesía de escuchar a los afectados por sus decisiones.
La prepotencia de Tabaré ha sido tan explícita y ostentosa que muchos en Gualeguaychú han dado en sospechar que no sería uruguayo sino porteño. O que es petiso.
– 3) Y más porteños
El senador Eleuterio Fernández Huidobro también ve porteños en todas partes. En su caso, en un sector de la izquierda uruguaya crítica a las papeleras y al rumbo que en materia económica está tomando el gobierno de Tabaré, a la que no sólo acusa de aporteñarse sino de haberse “pasado a su bando”.
¿Al bando de quién? ¿De los “porteños” de Gualeguaychú?
¿O acaso se refiere al “bando de los argentinos? ¿Cuál sería ese? ¿En qué consistiría un “bando argentino” en el Uruguay? ¿Y en qué sentido un “bando argentino” equivaldría a un “bando antiuruguayo”?
A veces es preferible no hacer estas preguntas. Podrían ser respondidas.
– 4) Doble rasero
El Uruguay es o más bien pretende ser un país soberano. Esa pretensión es compartida por todos cuantos aspiramos a lo mismo de nuestros maltratados países. Sin embargo, es justo reconocer que la soberanía tiene límites: uno no es libre e independiente de hacer cualquier cosa. Para ir a un ejemplo, EEUU no es soberano de ocupar Irak. Puede hacerlo, evidentemente, pero no nos parece que algún frenteamplista vaya a compartir el criterio del señor Bush.
¿Por qué entonces la renuencia a aplicar la misma vara para medirse a uno mismo que la que se usa para medir a los demás?
– 5) No somos nada
El pueblo de Gualeguaychú está ubicado fronteras afuera del territorio oriental, lo que a los ojos del gobierno uruguayo lo vuelve un objeto pasivo, carente del derecho de opinar y decidir sobre lo que eventualmente pudiera afectarlo.
El pueblo de Gualeguaychú no tendría nada qué decir de las plantas de celulosa si se instalaran en Rocha. O en Maldonado. O Japón. Pero sucede que se instalarán a menos de 25 kilómetros de sus narices. Eso.
Más allá de la contaminación que inevitablemente ocasiona el blanqueo de la pulpa de celulosa, es un hecho que las plantas producirán un hedor que vacilaríamos en llamar “insoportable”, habida cuenta que la pituitaria, la más proletaria y sacrificada de nuestras glándulas, al igual que los pueblos, acaba acostumbrándose a cualquier porquería. Pero en Gualeguaychú abrigan razonables dudas sobre el futuro de la industria turística: nadie viaja por el placer de oler mierda. O “huevo podrido”, como dicen con más elegancia y menos precisión los escritos académicos.
– 6) Hechos consumidos
El turismo es la principal fuente de ingresos y empleos de esa localidad de 80 mil habitantes que cuenta con una veintena de buenos hoteles, numerosos campings, cientos de bungalows y más de medio centenar de restaurantes. Gracias al turismo los índices de indigencia y desempleo son los menores de la provincia.
Algún derecho ha de asistir a un pueblo en el que la mitad de sus habitantes corren el riesgo de perder sus empleos, con todo lo que ello implica. El gobierno del FA no lo cree así. Y ya ha hecho saber que bajo ningún concepto aceptará un eventual traslado de las plantas hacia una ubicación que no haga peligrar al pueblo de Gualeguaychú.
La enorme chimenea de Botnia, visible al otro lado del río, sería en tal caso una construcción inútil. Habría que dar marcha atrás. Eso es.
¿Cómo dar marcha atrás sin que suponga un menoscabo a la autoridad o a la soberanía?
Con autocrítica, sinceridad y una pizquita de decencia: si la chimenea de Botnia ya se yergue del otro lado del río crispando aún más a los gualeguaychenses, es porque Tabaré decidió en su momento acelerar el proceso, procurando evitar cualquier cuestionamiento o modificación del proyecto. En buen romance, aplicando una política de hechos consumados.
El problema de los hechos consumados es que los hechos acaban consumiendo también a quien los consuma.
– 7) Tierrita pobre y sola
Desde fines de la década del 50, el Banco Mundial viene financiando la forestación en las márgenes de los ríos Paraná y Uruguay. Primero en los bañados, luego a expensas del bosque natural, finalmente en tierras aptas para cultivo y tambo.
El árbol de mayor y más rápido crecimiento resultó ser el eucaliptus, idóneo para la fabricación de pasta celulósica. Uruguay y Argentina son grandes exportadores de rollizos de eucaliptus. A raíz de la directiva de la Unión Europea que obliga a la erradicación de su territorio de todas las plantas elaboradoras de celulosa, las fábricas han comenzado a trasladarse a las regiones marginales del planeta.
Mal que nos pese, y mirándonos desde Europa, somos una región marginal del planeta. La prueba es que, en principio, tres grandes plantas se instalarán en Uruguay. Podría haber sido la Argentina. Da igual. Y de todas maneras esa posibilidad no estaría descartada para el futuro.
De ahora en más, Uruguay elaborará y blanqueará la pasta que los europeos transformarán en papel.
La fabricación de papel no ha sido prohibida por la Unión Europea. Lo que prohibió es la elaboración y blanqueo de pulpa celulósica debido a sus efectos contaminantes y los perjuicios sociales y económicos que provoca.
– 8) Sombra no va a faltar
A raíz de los incentivos del Banco Mundial, casi la cuarta parte del territorio uruguayo es un inmenso bosque de eucaliptus. La naturaleza, por sí misma, es incapaz de producir un mamarracho como un bosque de una sola especie. Lo dijo José Mujica, ministro de Agricultura del gobierno del FA.
El ministro teme que el bosque artificial acabe destruyendo la biodiversidad y de paso condenando al Uruguay al monocultivo más retrógrado concebible, en razón de ser el que insume menor mano de obra.
Sólo tres empresas papeleras poseen en la actualidad más de 350 mil hectáreas de plantaciones de eucaliptus. La lógica más elemental induce a pensar que muy rápidamente multiplicarán esas extensiones a expensas de la agricultura, la horticultura, la ganadería y la producción láctea.
A este paso José Mujica perderá su empleo. O se reconvertirá en ministro de Forestación.
– 9) Fatalidad
José Mujica es un hombre muy peculiar. Legendario dirigente tupamaro, rehén de la dictadura, floricultor, ecologista, notable charlista radiofónico de discurrir socrático y campero, este, el más popular de los políticos uruguayos, ha dado últimamente en cultivar un fatalismo oriental. Pero no oriental de acá, sino de allá lejos. Y en forma ocasional, incurre en la casi pornografía.
Vean si no: “Con papeleras o sin papeleras vamos a contaminar de todos modos el río. Eso es consecuencia de nuestra civilización”, dijo el ministro muy suelto de cuerpo y deduciendo que resulta fatalmente adecuado apurar el proceso.
Con similar lógica debiéramos propiciar la violación de las niñas de diez años, puesto que, de todos modos, tarde o temprano perderán la virginidad.
Si esto es progresismo, Dios nos libre de los reaccionarios.
– 10) De un Pichietto oriental…
En tren de disparates, se venía llevando las palmas el secretario de Vivienda uruguayo Jaime Igorria. Pero le mató el punto el senador Saravia.
Para este senador frenteamplista, la central de Atucha es un peligro latente, un Chernobyl en potencia. Se trata de una pavada que no merecería la menor pérdida de tiempo… de no ser porque el senador la esgrime para justificar una eventual contaminación de las papeleras. Estamos así en que si al ministro Mujica se le ocurre propiciar la violación de niñas, el senador no va a decirle que pare la mano, sino que las va a violar después. Total, ya estarían violadas.
– 11) …a un Igorria occidental.
En tren de prorrumpir en tonterías e inconveniencias, el gobernador Jorge Busti los puede a todos juntos. Es que no sabe qué hacer para congraciarse con el pueblo de Gualeguaychú, que le ha sido electoralmente adverso. En este sentido, los funcionarios uruguayos no se equivocaban al sospechar alguna influencia de la campaña electoral en las actitudes del gobernador, pero le erraron grueso al presuponer que todo era fruto de los fuegos artificiales a que son tan propensos los políticos y no, como realmente es, el justo y razonable reclamo del pueblo entrerriano de la costa del Uruguay.
Inmune a todo, Busti sigue diciendo y desdiciendo, llegando a sospechar de la existencia de ciertos fondos reservados de las papeleras para “incentivar” a los funcionarios orientales.
Dicen que el ladrón cree que todos son de su misma condición.
– 12) Levantando polvaderas
Entre dimes y diretes irresponsables, la polvareda está tapando a la montaña, en la que, si se quiere ver, es posible percibir algunas señales inquietantes que van mucho más allá de este Boca-Peñarol con el que se ha bastardeado un conflicto que merece mayor seriedad por parte de quienes deberían actuar como representantes de los pueblos y no como malevos que se las miden en los baños.
Olvidemos por un momento la contaminación, apuremos el proceso y eliminemos del mapa a Gualeguaychú, Fray Bentos y Mercedes. Detengámonos en el modelo de desarrollo pseudoindustrial implícito en la instalación de las plantas de celulosa, en el inevitable incremento de la forestación y en su consecuencia más inmediata (el latifundio) y la mediata: el aumento del desempleo, la pobreza, la migración.
¿Cómo se entiende que en lugar de frenar este proceso, de modificar las condiciones recibidas, tratando de enderezarlas, un gobierno de izquierda las profundice, sumergiendo aún más al Uruguay en una situación colonial?
¿Es esta la discusión que el senador Fernández Huidobro pretende soslayar descalificando a sus objetores internos?
13) Ahora que somos menos, estaremos más unidos
El uso del término “porteño” como adjetivo (des) calificativo es compartido por la mayor parte de los entrerrianos que, por eso mismo han de sentirse vejados por la acepción que le da el senador Fernández Huidobro. Para el senador, “aporteñarse” es hacerse argentino, pasarse bando, abandonar Peñarol para hinchar por Boca.
Esta curiosa percepción de “los hermanos argentinos” está muy en consonancia con el desprecio manifiesto con que el gobierno del FA ha tratado al pueblo de Gualeguaychú, privado de voz y voto y del más elemental de los derechos por su condición de “extranjero” frente a los intereses de Botnia y Ence, que parecen ser más uruguayas que yerba sin palo.
Curioso modo de propiciar la unión sudamericana.
– 14) Señales de humo
La enjundia con que el presidente Tabaré y sus ministros, funcionarios y numerosos de sus legisladores, insisten en instalar las papeleras contra viento, marea y razones, puede ser un episodio aislado, fruto del capricho, la obcecación, el ánimo de demostrar que porteños hay en todas partes o lo que sea. Excepto para los directamente afectados, puede que finalmente quede como una amarga anécdota del pasado. O puede ser una señal muy inquietante del provenir.
– 15) Yo tengo un sueño
El ministro de Economía Danilo Astori ha declarado ambicionar dos éxitos para el año en curso: la (llamémosla por su nombre) privatización de las empresas públicas uruguayas y la firma de un Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos.
Sus argumentos guardan una notable semejanza con los esgrimidos alguna vez por su ex homólogo de la otra orilla Domingo Cavallo. Parece ser que la desregulación de los servicios públicos pondrá a las empresas nacionales uruguayas en igualdad de condiciones para competir, por un caso, con Telecom, Telefónica y las grandes compañías norteamericanas.
De no existir en la Argentina la amarga y cotidiana constatación de los resultados, este disparate movería a risa.
El otro disparate es todavía mayor: ¿cree alguien seriamente que un tratado de libre comercio entre la principal potencia del planeta y un pequeño país del cono sur puede remotamente ser un acuerdo equilibrado capaz de beneficiar a “ambas partes”? Como si pudiera hablarse de “ambas partes” en la relación entre el elefante y la sufrida hormiguita, dicho esto sin desmedro del orgullo nacional uruguayo sino sólo a los efectos de un reconocimiento objetivo de la realidad.
Si en pocos años México, la más importante y poderosa economía de Latinoamérica, está padeciendo los estragos de un tratado semejante al que pretende Astori ¿cuánto demorará el Uruguay en ver pulverizada su pequeña economía? ¿Horas?
– 16) Coincidencia
Que los partidos integrantes del FA se hayan desayunado por la prensa de los afanes de su ministro de Economía guarda un notable y alarmante paralelo con la arrogancia con que el gobierno de Tabaré ha destratado al pueblo de Gualeguaychú.
Parece que la cosa no va sólo con los extranjeros.
– 17) Mentideros
Las declaraciones de Astori han sido desmentidas una y otra vez por el canciller Gargano, que ha desmentido a su vez al senador estadounidense que anunció que el TLC entre Estados y Unidos y Uruguay estaba pronto para la firma de las autoridades competentes.
Sin embargo, “el sueño” de Astori no es una versión periodística sino una declaración hecha con sus propias palabras y su propia voz. ¿Qué desmiente entonces el canciller?
Tenemos aquí que si el canciller desmiente, el ministro miente. O se pasó de copas.
– 18) Desmintiendo al desmentidor
Si acaso el ministro Astori le da al trago, bueno es reconocer a su favor que los mamados no mienten por más que los desmientan. Bastaría para ello recordar que, casi simultáneamente a que ese Mercosur -más nominal que real que supimos conseguir- mostrara algún atisbo de existencia al bloquear, con el activo apoyo de Venezuela, el intento norteamericano de convalidar el ALCA en la última Cumbre de las Américas, los presidentes Bush y Vázquez firmaban un tratado de inversiones recíprocas que supone un trato preferencial y no muy recíproco mediante el cual Estados Unidos podría por acaso vetar una eventual inversión venezolana y Uruguay ¿podría vetar qué?
– 19) Sainetes
El nacionalismo sobreactuado con que el gobierno del FA insiste en la soberanía del Uruguay para hacer lo que se le canta con prescindencia de sus vecinos y asociados tendría mucho de patético si no fuera tan reaccionario y antinacional: si no existe la menor posibilidad para países como Argentina, Brasil, México o Venezuela de construir individualmente una verdadera independencia, va de suyo que son bastante menores las de Uruguay, excepto que los frenteamplistas interpreten como “independencia” la de desligarse del Mercosur para abrazarse a los Estados Unidos.
¿Es esto lo que piensan los frenteamplistas y los que no, son “cholulos aporteñados que se pasaron de bando”?
– 20) La oportunidad calva
Diversas circunstancias objetivas y la progresiva reacción de los pueblos al sopor de tres décadas permiten, tal vez por primera y más acabada oportunidad en nuestra historia, augurar cierta expectativa sobre una gradual unidad latinoamericana. Dirigentes políticos que la van de poetas se llenan la boca con “el sueño de los libertadores” mientras se hacen los distraídos o sueñan a lo Astori.
Y fue un sueño, nomás, e irrealizable, porque los libertadores equivocaron el rumbo y después no tuvieron con qué. El qué y el cómo lo tenía y sabía el gran traicionado de esa historia de traicionados que es nuestra historia común: la unión de los pueblos libres, porque es sólo en base a la soberanía popular -que no excluye a las soberanías “nacionales”, pero las excede ampliamente- que es posible construir en unidad, equidad y justicia.
Pero una vez más, como siempre, se yergue sobre nosotros la sombra de Malinche
– 21) Pobre Malinche
Esta princesa nahuatl, entregada como esclava a los españoles y luego convertida en amante y guía de Hernán Cortés en su conquista de México, es posiblemente el más acabado emblema de esa constante que signa la entera historia de América latina: la traición.
La pobre Malinche goza de mala prensa: la suya no fue la primera ni la más emblemática de las “traiciones”. Al fin de cuentas, ni América era América ni México, México; y los aztecas, a los que con tanto entusiasmo ayudara a destruir, eran un imperio opresor de numerosos pueblos, entre ellos, el de la propia Malinche.
Los antiguos peruanos también tuvieron sus Malinches: Francisco Pizarro no tomó la capital del imperio incaico con medio centenar de arcabuceros sino con un ejército de diez mil huancas, cedidos en yanaconazgo por su cacique, que vio en los españoles la oportunidad de sacudirse el yugo inca. Para no ser menos, en su asalto final a la ciudad de México, Hernán Cortés contó con la ayuda de 80 mil tlaxcaltecas.
La suerte que corrieron estos pueblos una vez liberados de la tiranía de sus vecinos es prueba de lo desafortunado de su decisión. Pero ellos, entonces, no lo sabían. Nosotros sí.
– 22) Para no ser menos
Tuvieron sus Malinches Tupac Amaru y Tupac Catari, Murillo, Castelli, Belgrano, Bolívar, Güemes, San Martín y el gran traicionado entre traicionados, José Artigas.
Es que frente a la traición estamos inermes, surge imprevistamente y en el lugar más inesperado, bajo la forma de la defección, de la búsqueda de la ventaja rápida e individual.
¿Estamos ante esa perspectiva, nada menos que con un Uruguay frenteamplista?
Imposible saberlo, pero en principio, bastaría decir que dependerá de los orientales, de que sepan discutir con altura y sinceridad, y, fundamentalmente, mirando más allá de su propio ombligo.
– 23) Los beneficios de madrugar
El Mercosur no sirvió hasta ahora de gran cosa, pero mucho menos sirve no siendo. Tal vez el gobierno uruguayo se convierta en pionero de su inexistencia a cambio de algunas ventajas y tratos preferenciales. Tal vez no. Pero, por lo pronto, las razones esgrimidas para instalar las papeleras pueden ser equivalentes a las que se esgriman para un Tratado de Libre Comercio firmado en forma unilateral con los Estados Unidos.
Las “papeleras” se han comprometido a una inversión de mil cuatrocientos millones de dólares, nos dicen los dirigentes del FA con los ojos como huevos duros.
¡Mil cuatrocientos millones de dólares!
Lo que es la inflación. Alguna vez alcanzó con treinta monedas.