2006: un año decisivo para América Latina. 12 elecciones presidenciales desde el Río Grande hasta Punta Arenas

Por Causa Popular.- El próximo año puede significar la consolidación de las tendencias de cambio en la región o, en su defecto, su debilitamiento. En doce países de América Latina habrá elecciones presidenciales, y mientras el eje sudamericano, Caracas, Brasilia, Buenos Aires, puede debilitarse considerablemente si Lula no es reelegido, el gigante mexicano puede ser un nuevo aliado si resulta elegido López Obrador. Soberanía política, una mayor intervención del Estado y el control de los recursos naturales, son las principales banderas de una izquierda moderada que, con sus matices, intenta convertirse por canales democráticos en una alternativa a la derecha neoliberal.

“En ningún momento histórico tuvimos tantas posibilidades de tener una América del Sur volcada para su gente”, dijo Lula exultante por el escenario latinoamericano en la reunión que mantuvo con Kirchner al conmemorarse en Puerto Iguazú los 20 años del Mercosur. “Yo le decía a Kirchner ahora -reafirmó Lula como si estuviera contando una confidencia: ‘imagina lo que significó la elección de Chávez en Venezuela, imagina lo que significa si Evo Morales gana las elecciones en Bolivia’”.

Evo Morales no sólo arrasó gano las elecciones en Bolivia, sino que lo hizo con un apoyo popular impensado por los analistas más optimistas. Así como Lula, Fidel Castro pronostica una tendencia irreversible hacia la izquierda en el intenso año electoral que se avecina. Según los analistas, el giro ideológico en América Latina es evidente, aunque no precisamente hacia la izquierda revolucionaria.

En los últimos siete años diversos candidatos de izquierda y centroizquierda, algunos más radicales que otros, alcanzaron la presidencia por medio de elecciones legítimas en Argentina, Brasil, Ecuador, Uruguay y Venezuela. Y la tendencia perfila que las posturas de los líderes de estos países se irán consolidando en los próximos años.

Entre el 2005 y el 2006 se realizaran 12 elecciones en el hemisferio. Honduras dio inicio a la seguidilla de comicios el domingo 27 de noviembre, aunque allí la izquierda no tiene mucha influencia. El opositor Manuel Zelaya se impuso sobre su contrincante del oficialista Partido Nacional, Porfirio Lobo Sosa. Ambos son de centroderecha.

En Venezuela, Hugo Chávez volvió a arrasar en las legislativas del 4 de diciembre y ahora controla el parlamento. En Chile venció la socialista Michelle Bachelet el domingo 11 de diciembre y ahora debe batirse con el derechista Sebastián Piñera en una segunda vuelta electoral.

Al próximo año renuevan dirigencias Haití (8 de enero), Costa Rica (5 de febrero), Perú (9 de abril), Colombia (28 de mayo), México (2 de julio), Brasil (1 de octubre), Ecuador (15 de octubre), Nicaragua (5 de noviembre) y Venezuela (4 de diciembre).

En el caso de Haití, la situación es muy particular por la invasión que sufre a manos de una ejército comandado por la ONU entre el que se encuentran soldados argentinos. Más de 30 candidatos se han presentado a las elecciones de este país, cuyo presidente votado en elecciones libres y legítimas fue derrocado por grupos paramilitares financiados por la CIA, y es muy difícil prever quién será el elegido. En Costa Rica el favorito es el candidato centroizquierdista del Partido Liberación Nacional, el ex presidente Oscar Arias (1986-1990), con 45 por ciento de la intención de voto según los más recientes sondeos.

En América del Sur, Colombia y Perú parecen encaminarse a consolidar candidaturas conservadoras y afines a Washington, con la reelección de Alvaro Uribe y con la victoria de la abogada Lourdes Flores Nano. A pesar de ello, candidatos de izquierda y centroizquierda han ganado una suma de alcaldías y municipios de Colombia, como por ejemplo Luis Garzón del PDI en Bogotá. En Perú, las propuestas de izquierda de Javier Diez Canseco y Ollanta Humala todavía no pegan lo suficiente en el electorado.

Por el peso de las economías de sus países y las alianzas regionales que tejieron, las elecciones en las que se ponen juego las relaciones de fuerza constreñidas respecto al imperio, son las que se harán en México y Brasil. Los analistas consideran que Lula da Silva no tiene muchas opciones de ser reelecto y podría sucederle en una segunda vuelta el socialdemócrata José Serra, actual alcalde de Sao Paulo, un candidato que si bien mantendrá los lineamientos internos de la política del actual presidente, seguramente modificará los hilos de la política internacional de la octava potencia mundial.

En México, en cambio, Andrés Manuel López Obrador, ex alcalde de la Ciudad de México y miembro de la oposición izquierdista del Partido Revolucionario Democrático, es uno de los favoritos para las presidenciales. Su alianza la conforman tres partidos: el PRD, el Partido del Trabajo (PT) y Convergencia, que se definen de izquierda.

Entre los pesos pesados que elegirán sus mandatarios en el 2006, Venezuela es el que tiene asegurada la continuidad de Chávez, quién en la actualidad cuenta con el 80% del apoyo popular.

Según un informe de la prestigiosa agencia de noticias Bolpress, otra de las izquierdas que muestra buena salud, es la centroamericana. En Nicaragua crecen las simpatías por el Frente Sandinista para la Liberación Nacional y es posible que este partido recupere el poder de la mano de Daniel Ortega. Martín Torrijos triunfó en Panamá con el PRD y otros partidos asociados, retomando la herencia del líder populista Omar Torrijos.

En El Salvador, el FMLN, con Schafick Nadal, secretario general del Partido Comunista, es la mayor bancada parlamentaria y ganó la mayoría de las municipalidades. En Guyana se impone Bharret Jagdeo y en República Dominicana Leonel Fernández, quien asegura que el modelo económico neoliberal no resolvió las necesidades básicas de la población.

Al igual que Fernández, los rebeldes de Centroamérica quieren “reformar las reformas” iniciadas en la década 1990-2000 por la desilusión ciudadana con el sistema democrático por su mal desempeño económico y social. Fernández reveló que su gobierno asumió la privatización de las empresas del Estado por necesidad y no porque estuviese de acuerdo con ese modelo. Ahora, “cada nación debe asumir medidas en función de su realidad concreta”. Las recetas económicas no se asumen “como la panacea, sino como una propuesta, una recomendación a ser examinada dentro de nuestra realidad nacional que puede o no ser asumida”.

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