Por Teodoro Boot, especial para Causa Popular.-
Como viene ocurriendo con mayor asiduidad desde que el Reino de España se lanzó a festejar pomposamente los 500 años de la llegada de Cristóbal Colón a estas tierras, todos los años para el 12 de octubre aparecen fuertes polémicas sobre el «Día de la Raza». Sin embargo, este año las declaraciones del cónsul español en Córdoba Pablo Sánchez Terán y las respuestas del premio Nobel Pérez Esquivel y del titular del INADI Enrique Oteiza merecen un capítulo aparte. A eso se suman las «revelaciones» del periodista Orlando Barone en la revista Debate sobre el apresamiento de Atahualpa. Tanta pose «originaria» e «indigenista» ha desatado la prosa ácida de Teodoro Boot, ilustre columnista de Causa Popular que opina sobre ellos en esta nota.
Un esperpento del cónsul español en Córdoba («Mucho peor estaríais con los incas») motivó reacciones de lo más variadas, airadas e igualmente absurdas, muy particularmente de los lenguaraces indígenas Adolfo Pérez Esquivel -que poseído por el espíritu del general Cristino Nicolaides ve socialistas hasta en el imperio incaico- y Enrique Oteiza, a la sazón presidente del Instituto Nacional contra la Discriminación (INADI), a quien le gustaría procesar al cónsul por perpetrar un acto discriminatorio, presumiblemente contra Manco Capac, hasta donde se sabe, el último de los incas.
El cónsul debía estar pasado de copas luego de los festejos de su fecha patria, si es que puede llamarse así al día nacional de una monarquía, pero es claro que no habla con conocimientos históricos ni razona mediante procedimientos lógicos.
Huelga aclarar (¿huelga?) que los incas no anduvieron ni cerca de esta región (donde se conformaron con disponer de algunos pueblos vasallos) pero, si por azar de las circunstancias no hubieran colapsado por la cruenta guerra civil entre Huascar y su hermano Atahualpa, o por la sublevación de los pueblos que habían sometido y que vieron en esa disputa sucesoria una oportunidad para librarse del yugo incaico (circunstancias ambas aprovechadas por Francisco Pizarro y sus secuaces) y en los 500 años transcurridos hubieran decidido marchar hacia el sur, nosotros, los aludidos por el cónsul, no seríamos «nosotros». Y es este detalle el que no sólo al cónsul se le pasa por alto.
Los chisporroteos entre el diplomático español y sus críticos indígenas fueron una pequeña muestra de los que, de un tiempo a esta parte, provoca cada nuevo aniversario del descubrimiento de América, el encuentro entre dos (?) culturas o como quiera llamársele a ese momento que, en rigor, puede ser considerado el inicio de la «globalización«, ya que nunca hasta entonces el mundo había sido uno.
De hecho, no habría sido necesario que el cónsul abriera la boca para que Orlando Barone alucinara en la revista Debate que el apresamiento de Atahualpa fue un secuestro extorsivo ya que por su liberación los nativos pagaron «caballerescamente» 22 toneladas de oro y que «también caballerescamente, como todos los blancos«, Pizarro incumpliera su promesa de liberar al Inca.
Una persona obtusa como el que escribe está muy lejos de entender qué puede haber ni de caballeresco (valiente) ni tampoco de caballeroso (cortés) en pagar un rescate por un monarca.
Tal vez la misma torpeza nos impide comprender de qué etnia aborigen o qué nación africana es este Eliah Mohamad de Villa Crespo para quien las cualidades morales están impresas en el color de la piel.
Por su parte, Enrique Oteiza quiere recomendar al gobierno español que recluya al cónsul en alguna institución en la que, además de duchas frías, le impartan algunas lecciones de historia.
Al mismo establecimiento debería ser remitido Barone. Aparte de sosegarse, capaz que se entera de que el tal Atahualpa no sólo era un usurpador, sino que se puso voluntariamente en manos de Pizarro, a quien pretendía persuadir de que lo ayudara a derrotar a su hermano Huascar.
El destino de Atahualpa fue el de todo aquel que se pasa de vivo y recurre al auxilio del extranjero para dirimir una disputa interna. No hay moral en esto, hay enseñanza.
Debería haberla también en lo que se refiere a nuestro deporte nacional de negar o despreciar lo que somos en aras de parecernos a lo que está de moda, tiene prestigio o admiramos o lo que sea, con tal de que no se parezca a lo que somos.
Hay muchos modos de alienarse de lo propio, y si los unitarios despreciaron al país por criollo y la oligarquía lo despreció por gringo, ahora venimos a despreciarlo por mestizo, por «no originario«, como si existiera algún pueblo realmente originario del lugar que habita.
Si no nos viene bien el cuento de la evangelización y «el espíritu de la raza», está a la mano la leyenda negra y si no la leyenda dorada del paraíso perdido. Ya sea por mezquindad o por altruismo, el asunto es siempre despreciar lo que somos.
Y mal que les pese al indio Pérez Esquivel, al africano Barone y todos los que la van de «originarios«, el mestizaje es nuestra condición, nuestro mérito y nuestra posibilidad.
Y que el cónsul y los lenguaraces se vayan a tomar por culo. O beban menos.
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¿Qué dijo el cónsul español en Córdoba?
El cónsul de España en Córdoba, Pablo Sánchez Terán, consideró que América «tiene la suerte de haber sido colonizada por europeos» y aseguró que «hubiera sido malo quedar en manos de civilizaciones indígenas».
Al cumplirse 512 años de la llegada de los españoles a América, el cónsul sostuvo que «el aporte de una lengua europea y de la religión cristiana, sea católica, sea protestante, es positivo».
«Estamos mejor con este aporte que si ahora tuviéramos monarquías o repúblicas incas, aztecas, mapuches, sioux, apaches», sostuvo Terán, en declaraciones radiales.
Asimismo, el diplomático español opinó que «hubiera sido malo quedar en manos de civilizaciones indígenas».
«Mucho peor estaríais o estaríamos bajo las civilizaciones incaicas, aztecas, sioux, apaches o mapuches, que han sido idealizadas por algunos historiadores y antropólogos, cuando es bien conocida su división de castas y su carácter imperialista y sanguinario», manifestó en declaraciones que publicó el 13 de octubre el diario «La Voz del Interior».
Si bien reconoció que no todos los regímenes precolombinos fueron iguales, señaló que «lo real y positivo es que España y Portugal crearon una nueva raza, la latinoamericana, con un solo idioma y un único credo».