Billetera mata galán; dinero mata carisma; cartera gana verbo; verbo mata carita; no money, no honey; poder mata billetera: billetera hombre araña mata target Rolex.
Primer café de una mañana en la ciudad
La semana pasada, en esta columna semanal de Zoom Tucumán, Jessica (Yeyé) Soria,[1] nos desafió a pensar el presente imperfecto en el que vivimos con un artículo que cruzaba el sueño patrio de una niña que cursa salita de tres años en Marcos Juárez. Ella quería conocer a Manuel Belgrano y una cadena de solidaridades con empeños de educación y emancipación lograron el cruce necesario entre temporalidades diversas y representaciones heroicas: en una mesa de merienda, entre la casa, la familia y las medialunas, el sueño se cumple, lanzado casi al azar en el algoritmo de TikTok. Familia feliz con Belgrano. La teatralidad de la representación del héroe civil de la Patria puede conversar sin escalas asimétricas entre los sueños y las fantasías de una escena corrida de tiempo y maravillosa en su ficción.
Segundo café en otra mañana en la misma ciudad
Me gustan los bares, todos, con o sin historia. Los notables, los plebeyos, los de pompa y protocolo. Los desclasados, los herejes y los confesos. Paganos y seculares, los de abandono y los de los encuentros fugaces. Las trampas, los trucos y un alto en las estaciones de servicio: combustibles y golosinas. Los bares en los que viven los pocillos de café trescuartocargado me gustan en sus rincones, en sus secretos inconfesables y en sus verdades a los gritos. Me seduce indefectiblemente el café cuando convive con los libros en un maridaje.
Paso muchas horas en estos lugares, en soledad, con algunos papeles y lapicera negra para la única idea de cada día. En una tarde olvidable, un señor muy alto, no tan viejo y con unas alas enormes, se acercó a la cajera a pagar su café. Una gestualidad, un movimiento extraño y genial llamó toda mi atención: el hombre de mi historia sacó una billetera con abrojo muy ruidoso de los que al despegar las dos partes hacen un ruido tan fuerte, que todos miran al protagonista. La serie se completó con una estampa maravillosa y todos los colores: la billetera tenía el dibujo de un hombre araña. Podría escribir muchas cartas de amor para esa monumental masculinidad capaz de llevar con total desparpajo un objeto sin clase, solo identificado por su condición de “útil”, con apenas unos mangos para pagar el café. La escena ameritaba una máxima no de San Martín, pero sí fugaz: un hombre muy bello no necesita ostentación ni simulacros. Es capaz de hacer honor a la situación: no se esconde, no tiene remilgos. Es literal y verdadero. Lleva el emblema de un héroe desclasado: es una araña pueblo entre todas las paredes.
Primer café de madrugada en ningún lado con advertencia
Lo que sigue no es una lectura política o, en todo caso, es inevitablemente política y distópica en tanto se escribe en clave subjetiva sobre las cosas que nos parecen y cómo se perciben desde los ojos de una mujer en cualquier café de la ciudad.
Fuerza Patria es una nueva configuración política con voluntad de religar el universo disperso de los nosotros que fuimos y los que seremos, aquel o este colectivo que se conmueve con el deseo de un líder que habló de proponer un sueño y la sociedad del conocimiento. “No estamos condenados a la pesadilla libertaria, hay una fuerza alternativa que mantiene en alto la bandera que une a los argentinos”. Integran la mesa de conducción Axel Kicillof, Sergio Massa y Máximo Kirchner.
Las banderas de la esperanza son las de la oposición “y apretar el freno de mano ante el avance destructor del oficialismo, actual ocupante de ‘la casilla del medio’”. Aquí, me gustaría que mi antiguo oficio editorial me dijera: no, no. Mejor escribí: no es metáfora de rodado y freno de mano, para no dar un volantazo, es política, es disputa de poder y del Estado, es movimiento, es gobierno y es construcción de legitimidad. Es, algo así, como unidad y el cielo por asalto. Tucumán se percibe incómodo, una vez más, frente al movimiento peronista. Este corredor tiene nombres en la mesa central: Pablo y Gabriel Yedlin, Christian Rodríguez y Sandra Mendoza. Fuerza Patria tiene un candidato: Javier Noguera. Tiene una mística: el progresismo. Tiene un territorio: Tafí Viejo, talleres, trenes, los limones. Y tiene una disputa de fronteras móviles: Yerba Buena.
Desde el lado del gobernador Osvaldo Jaldo, los mundos se pintan con una pasmosa grandilocuencia discursiva: “En Tucumán, el peronismo está unido”, pero no hay acuerdos. Sin acuerdos, tampoco se ve cuál es el enemigo en la disputa política. Entre las viejas clases de Eliseo Verón sobre el destinatario y el contradestinatario de un discurso político se esconden claves importantes para entender que sin esos puntos de una lógica resulta imposible sostener una unidad conjetural. No hay enemigos, pero tampoco hay consensos en el campo más próximo. Hay reuniones, agendas, corredores y operadores. Javier Noguera organiza una pastoral para su relato: “todavía, en términos papales, no hay humo blanco, pero sí hay conversaciones auspiciosas, que van por los lugares que entendemos que tienen que ir”.[2]
Algún café y “volver a enamorar”
El enunciado de la dirigencia provoca, a la vez, como el emperador del cuento, que se pasee sin traje por la ciudad. El deseo parece una oración de sujeto tácito. ¿Quién tendría que enamorar a quién? ¿El sujeto es el Peronismo? ¿El predicado es “para el Pueblo lo que es del Pueblo”? ¿Por qué tendríamos que domesticar lo salvajemente feliz?

Ensayo una respuesta que hace honor a la advertencia inicial. Se trata de insertar casi un texto invisible y tomar un riesgo. No tenemos un héroe ni la mesa dispuesta para merendar: en todo caso, vamos por la lógica del disparate porque “estamos invitados a tomar el té/ la tetera es de porcelana/ pero no se ve/ yo no sé por qué”. Es casi tan universal como una canción para mirar. En todo caso, se necesita no un hombre araña, sino su representación: la herejía de jugarse al todo, con una billetera de juguete y real, material, empírica. Hemos perdido el nervio de la disputa. El “pueblo” no está en ninguna de las imágenes; no conversa con esos intereses. Tiene otros dolores, otras esperanzas y otras necesidades. Me parece que otra vez estamos jugando a la vanguardia esclarecida de relojes, mesas redondas y señores civilizados.
Entre lo crudo y lo refinado se disputan todas las metáforas mientras la motosierra de Milei se instala en cada organismo del Estado que agoniza entre Manuel Belgrano y los héroes de Marvel. Sin embargo, creo que la clase política tiene una responsabilidad: encontrar la salida, si es que el mundo se imagina como laberinto o como desierto. Acertijo, verdad o consecuencia: que no nos maten ni las billeteras ni los Rolex, que la Patria está en juego. Las fuerzas pueden esperar, vengan desde los cielos o desde los infiernos. La dirigencia política implica otra escala de palabras y los nosotros exigimos una conversación en tanto protagonistas del día a día sin poder llegar a fin de mes. Que la billetera de este cuento no mata ningún galán. Apenas puede, solo algunas veces, pagarse un café.
[1] Soria, Yeyé (2025): «Hacer Patria con la Fuerza de todos y de todas», Zoom, 18 de julio. Disponible: https://revistazoom.com.ar/hacer-patria-con-la-fuerza-de-todos-y-de-todas/
[2] La Gaceta, LG Play/Buen día, 23 de julio.