Retenciones y Conflictividad Agropecuaria

A un mes del tractorazo impulsado por organizaciones de ruralistas, analizamos la situación política hacia dentro del mundo agrario. Para profundizar en el tema contaremos con las reflexiones de los sociólogos rurales Marcelo Panero y Juan Manuel Villulla.

¿Quiénes son los Autoconvocados del Agro Argentino?

La semana pasada la discusión sobre una posible aplicación de derechos de exportación volvió a ser noticia. La oposición política ha manifestado su rechazo a acompañar proyectos de este estilo, a la vez que se presenta como defensora del “Campo”. Desde las entidades ruralistas calificaron la medida de una “gran imprudencia”. A un mes del tractorazo impulsado por organizaciones de ruralistas, analizamos la situación política hacia dentro del mundo agrario. Para profundizar en el tema contaremos con las reflexiones de los sociólogos rurales Marcelo Panero y Juan Manuel Villulla.

Marcelo Panero es docente investigador por la Universidad Nacional General Sarmiento y Doctor en Ciencia Política. Cuenta con varias publicaciones sobre las entidades ruralistas argentinas y el conflicto del 2008.

Las movilizaciones que se dieron en CABA el pasado 21 de abril –y otras que le siguieron – trajeron varias interrogantes ¿Quién son estos grupos ruralistas? ¿Cómo se identifican?

Si bien el tema de las protestas y las movilizaciones de las patronales rurales es un asunto viejo en ámbitos de académicos y de discusión pública, me parece que acá hay una novedad vinculada a la participación de un conjunto de actores nuevos, que a la vez son un poco indefinidos. La convocatoria  a la movilización – según trascendió en medios – surge de un grupo que se autodefine  como autoconvocados del norte bonaerense, del sur de Córdoba y de Santa Fe. Esta área es lo que se conoce como la  Zona Núcleo, que es la región agropecuaria más rica del país por tener la tierra más productiva. Muchos de estos productores están organizados en torno a la agrupación “Campo + Ciudad”, a la cual también se han sumado algunas regionales de las asociaciones reivindicativas tradicionales (SRA, FAA, CONINAGRO, CRA), eso sí, sin contar con el apoyo de las mesas directivas de esas entidades ni de la Mesa de Enlace. En general estas nuevas agrupaciones ruralistas cuentan con apoyos de socios de esas entidades más tradicionales pero ninguna firma institucional. Tampoco cuentan con personería jurídica, por lo que es difícil identificarlos nítidamente en términos de pertenencia gremial ya que son actores muy difusos. A pesar de eso tienen una importante capacidad de movilización y una refinada tarea logística.  

Por otro lado, tampoco hay una medida puntual que los haya desencantado. Si miramos las consignas convocantes y las que plantearon en la plaza son todas cuestiones muy generales. Nombro algunas: defensa de la república; defensa de la justicia independiente; de los derechos constitucionales de los ciudadanos; unas más puntuales pueden ser su oposición a la alta presión tributaria, la eliminación de retenciones, la baja del gasto público, la escases de combustible, la intervención del gobierno en el mercado de carnes y granos. Son todas consignas muy generales porque además muchas de esas no han ocurrido en este caso. La intervención del Estado y las retenciones son cuestiones que están dadas y no se ha disparado nada nuevo que haya generado malestar. Entonces, corriéndonos de esta posible línea de explicación, empecemos a pensar otras posibilidades. En este punto hay que pensar la relación entre el sector agropecuario y los gobierno peronistas. Acá si hay un motivo que es una situación de disgusto histórico: el sector se opone a toda intervención que implique desdoblamiento cambiario, restringir algún cupo de exportaciones. Todo lo que sea un modelo de Estado que intente redistribuir algo produce disgusto, sumado a esto el fuerte encono que hay desde la resolución del conflicto del 2008. Este es un marco permanente al que se suma un reclamo de atención al sector. Más cuando ven que los grupos sociales que reciben apoyo son los más pobres de la sociedad, lo que ellos llaman planeros, a quienes consideran desde el ámbito ruralista como sectores subalternos.

Sin embargo se notó la ausencia de la Mesa de Enlace. Su apoyo franco a la movilización hubiera debilitado bastante al gobierno ¿Por qué no hubo convergencia?

Por un lado existe un principio de oportunidad. Este disgusto histórico les permite nuclear productores en una coyuntura particular de aumento de precios de los alimentos, donde no perciben totalmente los beneficios pero si pagan algunos costos. Por otro lado vemos a un gobierno muy debilitado, en particular al poder ejecutivo, por la situación de pospandemia, por las condiciones de ahorcamiento fiscal y de deuda que dejo el gobierno anterior, y por supuesto, la derrota electoral del año pasado que termino de detonar una interna en el oficialismo donde el sector del kirchnerismo a veces parece más un opositor que un aliado.

Aquí estos grupos ruralistas ven la oportunidad de presionar al gobierno para demandar cuestiones que otras circunstancias no lo podrían hacer. Pero además aparece una dimensión más política partidaria del conflicto. En estos grupos de “Autoconvocados” participan dirigente de algunas entidades pero pareciera que dentro de las mismas se está produciendo como cierta interna. Esto se viene dando desde hace un tiempo mas largo. Hay un aspecto que aparece a partir del gobierno de Macri: existió en ese gobierno una política de intervención y direccionamiento de las entidades gremiales y sindicales, donde el PRO jugo fuerte, intentando generar apoyo y adhesión en estos sectores. Lo hizo en la IUA, lo hizo en la CAME y también intento incidir en las entidades agropecuarias. Un ejemplo de esto fueron las elecciones de la Sociedad Rural del año pasado, donde una vez más hubo dos sectores: uno más ligado a la tradición gremial y reivindicativa, que tenía una afinidad ideológica con el macrismo pero no adherían abiertamente a su gobierno por lo que primaba un principio de autonomía de la actividad gremial, frente a otro sector que se presentaba como moderna o modernizadora de la gestión y mucha más fuertemente vinculada al macrismo. Esta última es la línea política que ganó finalmente la conducción de la entidad y está fuertemente vinculada con Luis Etchevere, quien fuera Ministro de Agricultura del gobierno anterior. Estos sectores están encolumnados detrás de un proyecto político partidario, donde las entidades tienen que estar en sintonía con eso.  Yo creo que, si las entidades ruralistas hubieran apoyado esto, primero quedaban atrás de un grupo medio indefinido, hubieron dado el presente y los que organizaron esto hubieran quedado más invisibles. Lo que hubiera sido más duro para el gobierno, pero también hubiera cortado el dialogo con el mismo.

Juan Manuel Villulla es Doctor en Historia por la Universidad de Buenos Aires, docente universitario e Investigador del CONICET. En sus publicaciones aborda la problemáticas de los trabajadores rurales dentro del modelo de agronegocio.

Cómo veníamos diciendo, vemos que los actores movilizados son bastante indefinidos en materia gremial ¿Qué novedades trae la movilización rural y que sujeto la impulsaron?

Creo que es la constitución de un sujeto movilizado proveniente de una corriente ideológica que es trasversal a las entidades clásicas y que tienen que ver, en parte con las trasformaciones socioeconómicas del agro argentino en los últimos treinta años, por otro lado, con la maduración de una manera de ver la Argentina después del conflicto del 2008.  

Ya hace mucho que fue el 2008 y las cosas no están planteadas exactamente de ese modo, pero se siguió desarrollando, en el mundo agropecuario, una mirada de la realidad argentina que se mantiene aferrada a los clivajes que dejo planteado ese conflicto. Es una manera de ver el campo y la ciudad, una manera de ver el peronismo y el antiperonismo, que produjo un divorcio entre el peronismo y el mundo rural. A pesar de que hubo intentos – más que nada económicos – durante el último gobierno de Cristina y actualmente del ministro Julián Domínguez, esta distancia es de tal profundidad que hacen falta hecho y gestos bastante más trascendentes para resolverlo. El conflicto no solo no se resolvió, no quedo congelado y además se desarrolló en el tiempo. Sobre esa base “espontanea” también está el trabajo de agrupamientos políticos como es el llamado “Campo + Ciudad”, como es el trabajo de Etchevere y de Elisa Carrio, quienes confluyen en esta agrupación. Todo ese trabajo se hace sobre la tierra fértil que dejo planteado ese divorcio y esa imposibilidad del peronismo de resolver este dilema.    

 Parecería que se quiere instalar una mística del conflicto del 2008, a pesar de que en los pueblos rurales la cosa ha cambiado mucho después de la experiencia del gobierno anterior ¿Ves algo en esta dirección?

Sí, claro. A estos agrupamientos habría que agregarle que hay un planteo mediático en esta misma dirección. Absolutamente. Por ejemplo, los estudios de Azcuy Ameghino sobre los conflictos en los años 90’ mostraban que, en esos años, en las asambleas del paro agrario del 94 y los tractorazos del 91 y 92, ya eran rastreables ideas liberales extremas y conservadoras como las que estamos viendo ahora amplificadas. Esto viene de larga data. Lo que hay que explicar es porque se fortalecieron esas ideas y se debilitaron otras de agrupamientos que también había en los 90’, como las corrientes más reformistas, democráticas de Federación Agraria, por ejemplo. Esto tiene que ver con la concentración de la producción en el terreno socioeconómico por un lado. Por el otro, con este divorcio que se dio en 2008. Hasta 2008, gran parte de ese mundo de pequeños y medianos productores incluso había apoyado y votado a esa fórmula de Cristina Fernández y Julio Cobos en las elecciones del 2007. Los resultados económicos habían sido extraordinarios para el sector, independientemente de algunas diferencias ideológicas que quedaran, había mínimo puentes y de máxima un apoyo político, aunque no ideológico. Eso se rompió en 2008, si bien hubo un repunte electoral en el campo durante el 2011, no se recompuso una relación en términos mas profundos. Sobre esa base de ese divorcio político empezó a realizarse un trabajo ideológico de cuneo liberal conservador.  Nosotros estamos viendo los resultados de ese trabajo que fue más de largo plazo. La movilización del 21 de abril no tuvo motivo económico ni tampoco paso nada a nivel político que motive semejante movilización.

Un tema interesante de la movilización es la organización logística que se montó para llevar tractores similares y de modelos más viejos. Eso muestra menores grados espontaneidad detrás de la movilización. También desde los medios se intentó hacer foco en esto, por ejemplo uno de los tractores tenía una bandera que decía “Las Breñas, Chaco”, un intento por comunicar en esa movilización estaba el interior profundo, mas pobre. No era solo la Zona Núcleo. Eso estuvo totalmente diseñado. También apariciones como esa le bajan volumen al fenómeno político, porque al ser una escenificación -lo cual no le quita entidad a la movilización y a todo lo que estamos analizando – habla de un trabajo deliberado por parte de algunos sectores que intentan presentar la idea de un productor empobrecido del interior profundo, que se revela ante unos impuestos que los ahogan y que le dan de comer a gente que no trabaja y vive en las ciudades.   

Hay algo muy interesante en lo que mencionas que tiene ver con la trayectoria del discurso liberal conservador ¿No hay como una suerte de melancolía de derecha? Como una nostalgia por la Argentina preperonista y una vuelta a los “principios” del Siglo XIX.

Creo que ese es el trabajo ideológico que fue madurando desde los últimos catorce años, de 2008 para acá. Porque esas no son ideas que se desprendan de un conflicto económico, sino que son ideas más profundas sobre cómo hay que organizar la Argentina, ideas sobre cómo creen que era el país y como entro en decadencia, según su mirada. Este un trabajo ideológico que tampoco es que es compartido por todo el espectro social y político del campo. Este es un sector que está a la ofensiva, que se movilizaron con más claridad y compite por ese lugar con los verdurazos de los nuevos movimientos sociales de la agricultura familiar de la zona de Gran Buenos Aires. Lo que vos decís es el trabajo ideológico más de twitter, de los medios y obviamente tiene vasos comunicantes con el ascenso de referentes como Javier Milei. No gira en el vacío todo eso, tampoco es un movimiento exclusivo del campo ¿De dónde salen reflexiones parecidas en el resto de la sociedad? A nivel internacional también tenés estas expresiones: Bolsonaro en Brasil, Le Pen en Francia, Trump en Estados Unidos, Jose Kast en Chile. Son portavoces de ideas que van todas para el mismo lado. Lo que sí es interesante observar también en Brasil, Estados Unidos o Uruguay es que todas estas expresiones políticas toman fuerza con el apoyo de pequeños y medianos productores rurales. Esta perspectiva nos puede sacar un poco del localismo y del conflicto del 2008.

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