La historia pareciera ser circular. Que una y otra vez, en distintos contextos y bajo distintos nombres, las fuerzas que buscan eliminar la diferencia regresan. Quizás por eso los derechos de quienes desafíen el orden hegemónico están en riesgo de ser arrebatados, una vez más y como casi siempre.
Los discursos occidentales se sostienen, principalmente, de tres pilares para justificar la persecución de identidades que escapen de la norma: 1) la idea de la naturaleza como verdad incuestionable (la verdad sobre el ser humano está dada por la naturaleza, cualquier intento de reconfigurarla es un acto de corrupción); 2) la paradoja de la “libertad” como imposición; 3) el fascismo es intolerante a la coexistencia de discursos divergentes y disidentes.
En este tipo de discursos se camuflan ideas que se presentan como leyes “naturales” con tanta fuerza que impide notar que el género, la identidad, la sexualidad son construcciones sociales y culturales. La respuesta a la diferencia es la persecución y el silenciamiento. Es que el adoctrinamiento, en cualquiera de los ámbitos, funciona de esta manera: oculta su propia existencia como adoctrinador, bajo el lema de la libertad.
Por eso, aunque nos impacte, sabemos que no es sorpresivo que el presidente Javier Milei, en el Foro Económico Mundial de Davos, haya señalado que la «ideología de género» está relacionada al «abuso infantil» y «pedofilia”. Para el gobierno y sus votantes la comunidad LGBTQP+ y las mujeres (feministas y transfeministas) son un atentado contra la verdad esencialista y este es motivo suficiente para su erradicación. Su lucha nunca podrá leerse como un avance en derechos humanos. Las alianzas internacionales son necesarias para “curar” estas “epidemias”. Donald Trump reconoce en Estados Unidos la existencia de dos géneros: masculino y femenino. Milei hablará de amenazas contra las infancias, las familias y el orden social. Una ideología dominante, liderada por la libertad, es necesaria para erradicar las posibilidades de elección. No se elige, es así o asá.
Al mismo tiempo, se instala la idea de que el libre mercado se regula por sí solo y sobreviven quienes se adaptan a sus dinámicas, analogía directa con la noción darwinista de la “supervivencia del más apto”. Presentado así, no hay una naturaleza inmutable detrás del mercado: la economía no opera en el vacío, lo hace en un entramado histórico, político, ecológico, psicológico y social. Y, a pesar de que sus predicciones sobre la pobreza, la desocupación y la desigualdad no se cumplan, el discurso de la hegemonía parece inalterable. Es evidente, la cruzada no solo es con la diversidad de género, sino también con las concepciones de la economía que no defiendan la idea de libertad por ellos sostenida.
A pesar de la gravedad de las declaraciones de estas figuras y de la evidente vulneración de derechos que implican, en Tucumán no hubo un pronunciamiento oficial al respecto. El gobierno provincial no adhirió a la marcha del 1 de febrero convocada por el movimiento LGBTQ+, nada dijo sobre la multitudinaria asamblea que logró el consenso de una lucha, una manifestación y una protesta para defender lo conquistado. Y el silencio nunca debe leerse como un discurso neutral: es una toma de posición. Institucionalmente ¿qué sostiene el gobierno tucumano? «No olvides jamás que bastará una crisis política, económica o religiosa para que los derechos de las mujeres [diversidades] vuelvan a ser cuestionados. Estos derechos nunca se dan por adquiridos, debéis permanecer vigilantes toda vuestra vida” pronunció Simone de Beauvoir avisando que la escandalización que esto provoca no es necesaria para advertir sobre los discursos que sostienen estos ataques, sino también es necesario ser parte de la organización que busca impedir que estas ideas se transformen en realidades irreversibles.
¿Podemos escapar del adoctrinamiento? ¿O estamos inmersos en un entramado cultural e ideológico del que no hay salida neutral? Y si el escape ya no se presenta como una posibilidad, ¿estamos siendo conscientes bajo qué conjunto de ideas seremos adoctrinados y qué ideologías estamos dispuestos a aceptar sin cuestionar?