La interna del peronismo bonaerense se intensifica a medida que se acerca el cierre de listas del próximo 19 de julio. Mientras Sergio Massa y Máximo Kirchner avanzan en tándem para ordenar el armado electoral, el gobernador Axel Kicillof responde con una jugada estratégica propia: convocar a una mesa política con el objetivo de construir una lista de unidad para las elecciones provinciales del 7 de septiembre, que se desarrollarán de manera desdoblada del calendario nacional.
El escenario, atravesado por viejas tensiones y nuevas urgencias, combina pulseadas por los lugares en las listas, disputas territoriales, encuestas preocupantes y una presión creciente por recomponer la identidad política del peronismo frente al avance de Javier Milei.
Massa y Máximo: apertura coordinada
El primer movimiento visible del tándem Kirchner-Massa se concretó este martes, con una cumbre de apoderados en la sede del Partido Justicialista Nacional. El encuentro, impulsado por ambos espacios, fue presentado como el puntapié del reordenamiento del peronismo tras la movilización a Plaza de Mayo. Pero el verdadero trasfondo fue el armado de listas para los comicios bonaerenses, con la intención de dejar atrás la marca “Unión por la Patria” y avanzar hacia un nuevo frente electoral bajo el nombre de “Frente Peronista” o “Frente Justicialista”.
“La disputa es entre el peronismo y Milei”, repiten en el entorno de Massa, quien en un encuentro con más de 300 dirigentes bonaerenses enfatizó: “La unidad del peronismo se construye con generosidad, no hay margen para mezquindades”. El exministro de economía defendió la necesidad de integrar al Frente Renovador, La Cámpora y al kicillofismo (MDF) en un mismo esquema: “Hay que contener a todos los espacios y dar el ejemplo”.
En los hechos, Massa promueve un reparto por tercios entre las tres tribus del oficialismo: massismo, camporismo y kicillofismo. Según fuentes desde La Plata, argumentan que esa lógica favorece a La Cámpora, que conservaría su representación actual; beneficia al massismo, que ganaría bancas a pesar de su limitada estructura territorial (con fuerza solo en la Primera Sección); y perjudicaría al MDF, que es el sector con mayor peso real, al contar con más de 45 intendentes y haber sido el eje electoral del triunfo provincial en 2023.
La reacción del gobernador: una mesa para evitar la imposición
Frente a ese avance, Axel Kicillof decidió redoblar la apuesta. En declaraciones a C5N, el lunes confirmó: “Estoy convocando a una mesa para armar una lista conjunta”. Enfatizó que se trata de una convocatoria abierta, “respetuosa de todos los espacios”, orientada a contener también a aquellos sectores que “en los últimos años se alejaron, se enojaron o tuvieron otras estrategias”.
“Esta coyuntura implica que hagamos el esfuerzo de buscar una estrategia electoral conjunta para ponerle un freno a Javier Milei”, agregó, marcando su voluntad de construir una alternativa unificada pero sin imposiciones.
En La Plata interpretaron la movida de Massa y Máximo como un intento de presión para obligar al gobernador a sumarse debilitado a una mesa ya armada. Desde su entorno afirman que ni él ni sus representantes fueron convocados formalmente a la reunión del PJ Nacional, y que eso responde a una estrategia de aislamiento premeditada. “Necesitan que Axel entre a negociar desde una posición inferior”, explica un funcionario bonaerense.
Desconfianza y antecedentes
Los antecedentes alimentan la cautela. En procesos anteriores, según uno de los principales operadores del gobernador, Máximo Kirchner ha llegado a las mesas de negociación imponiendo listas cerradas, respaldadas por la figura de Cristina Kirchner. “Cristina dice que esta es la lista”. Esta es una frase que resuena con fuerza en la memoria reciente del MDF, cuyos representantes quedaron en minoría en votaciones anteriores.
“Si eso pasa, los representantes de Axel podrían levantarse y armar otra boleta”, desliza un operador con llegada directa al despacho del gobernador. Aunque todos coinciden en que la unidad es imprescindible frente al escenario adverso, la sensación es que no puede imponerse a cualquier costo.
El factor Grabois y la tensión ideológica
Otra incógnita es la posición de Juan Grabois. Si bien es parte del universo panperonista, mantiene profundas diferencias con Sergio Massa, a quien cuestiona por sus políticas pro mercado y su cercanía con sectores económicos concentrados. Su participación en una mesa hegemonizada por el Frente Renovador sería improbable. “La presencia de Massa tensiona cualquier acercamiento real con los sectores populares más críticos del rumbo económico”, analizan cerca del dirigente del Frente Patria Grande.
Las encuestas y el clima electoral
A todo esto se suman los datos de las encuestas, que encienden luces de alarma en todos los campamentos. Incluso en un escenario de unidad, varios estudios indican que el peronismo ganaría en la Tercera Sección Electoral, tendría chances en la Primera y perdería en el resto. La incertidumbre es grande, aunque algunos referentes cuestionan el rigor técnico de esos relevamientos y advierten que el proceso electoral aún no está instalado en la sociedad.
“No hay candidatos visibles ni clima de campaña. La sociedad está en otra cosa. Hoy la agenda es el ajuste, la inflación, el desempleo”, afirma un intendente del interior. Por eso, desde todos los sectores coinciden en que cualquier armado deberá contemplar no solo equilibrios internos, sino una fuerte estrategia comunicacional que reconecte con el electorado.
La disputa por el control territorial
Uno de los puntos de mayor fricción es la Tercera Sección Electoral, bastión histórico del peronismo. Desde el camporismo buscan quedarse con el armado de esa región, mientras que desde el kicillofismo reclaman que las listas deben estar encabezadas por quienes mejor miden, independientemente del sector al que pertenezcan. “No puede ser un reparto matemático. Las secciones tienen que ser encabezadas por los mejores candidatos”, sostienen en el MDF.
El argumento no es menor: si el reparto es aritmético, al sector del gobernador le corresponderían más lugares por su peso territorial. Por eso, cuestionan que se plantee una distribución “igualitaria” sin considerar volumen político y electoral real.
Una mesa inevitable
Tarde o temprano, todos los caminos llevan a una mesa común. El cierre de listas demandará acuerdos entre Massa, Máximo y Kicillof, con negociaciones que serán más pragmáticas que ideológicas. Se trata de decidir cuántos lugares, quiénes encabezan, y cómo se compensan los desequilibrios para que ninguno de los sectores se sienta perdedor.
“La unidad no se construye con slogans, se construye con equilibrio, generosidad y volumen político”, sintetizó un operador con décadas de cierres de listas en el conurbano.
La partida está en marcha.