Los campos magnéticos

El último Blockbuster abierto del planeta ofrece una postal de las nuevas modalidades de segmentación económica y social. "La tradicional división mundo desarrollado/mundo subdesarrollado, o mundo rico/mundo pobre, está cambiando la piel" sostiene el autor.

Cada tanto la prensa internacional nos cuenta que en algún lugar del mundo se han encontrado los restos fósiles de un nuevo tipo de dinosaurio, pero estas noticias no atraen tanto la atención del público como el reciente descubrimiento en Bend, Oregón, de la existencia del último Blockbuster sobre el planeta Tierra.

 

El local se ha transformado en una atracción turística donde las personas van a fotografiarse para llevarse a casa un souvenir similar a un ladrillo del muro de Berlín, pero además este negocio cumple una función social, cubre una necesidad de los habitantes de un territorio abandonado de la mano de Dios, que traducido al lenguaje de los tiempos significa que está fuera de los campos magnéticos del mundo digital.

 

Este hecho configura vistosamente una anomalía en una nación/imperio orgullosa de sus logros tecnológicos y económicos pero a partir de este hecho paradojal una observación más atenta de lo que está sucediendo en el denominado primer mundo nos puede revelar más de una sorpresa: la tradicional división mundo desarrollado/mundo subdesarrollado o mundo rico/mundo pobre está cambiando la piel.

 

Un reciente servicio publicado por Linkiesta analiza la evolución de las regiones más ricas de Europa tomando como referencia el PBI pro capita del año 2000 y 2017. Las personas más ricas de Europa viven en la parte oeste de Londres, el PBI era 5,37 veces más grande en el 2000 y ahora ha subido aún más hasta un 6,26 superior al resto; otro dato interesante es la aparición en los primeros puestos de algunas capitales de la Europa oriental como Praga o Bratislava, Praga se encuentra en el quinto puesto que en 2000 ocupaba Viena.

 

Clamoroso el retroceso de las regiones de punta italianas, Lombardia, Trento y Bolzano, que han desaparecido del ranking de las primeras 16 zonas más ricas.

 

Los indicadores pueden inducir a pensar que en estos 17 años se haya producido una convergencia entre Este y Oeste y es seguramente cierto pero paralelamente se han verificado sucesivas diferencias de crecimiento dentro de los respectivos países, en la República Checa el distrito que ha crecido más es Praga con el PBI a 9,8 % mientras que la región ‘pobre’ Moravia Silesia registra un crecimiento del PIB del 7,3 %. Lo mismo ha sucedido en los otros países de Europa, sin excepciones, en Alemania el PIB de Alta Baviera (Overbayern) subió desde el 2000 al 69,2 % mientras que Sachsen Anhalt, su opuesto creció solamente el 43,9 %.

 

En España Madrid ha crecido desde el 2000 hasta el 2017 un 92,7 % mientras que Extremadura, la región más pobre solamente un 73,5 %.

 

En Rumania por ejemplo se destaca la enorme diferencia entre la capital Bucarest que registra un crecimiento de PIB del 454,5 % mientras que en la región del Noreste el porcentaje es de 295,5.

 

La grieta en Italia se verifica entre Lombardía que en 17 años ha crecido un 48,0 % y la región Campania que registra un 29,3 %.

 

Estos indicadores reflejan el fracaso de un proyecto de acercamiento o equiparamiento de áreas ricas y pobres, o al menos parece un fracaso a nivel regional, el éxito parcial de los países del Este parece más un efecto de la globalización mundial que de proyectos compartidos o visiones estratégicas, fatalmente es la misma globalización que impulsará el desarrollo de las capitales (como Praga) o fortalecerá las grandes ciudades/regiones económicamente de punta ( Baviera y su capital Munich), funcionan como polos de atracción para inversiones locales o extranjeras mientras son abandonadas a su destino las zonas rurales más periféricas.

 

A una multinacional de servicios avanzados no le interesa ‘llevar el desarrollo’ a ciudades como Cáceres en Extremadura o Iasi en Rumania, por el contrario elegirá Milán, Madrid o Barcelona. La transición de una economía industrial/agropecuaria a una economía de servicios no requiere la posesión de espacios inmensos, les basta trabajar en dichos polos neurálgicos donde se entrecruzan los campos magnéticos de la globalización.

 

La crisis del 2008 ha acelerado procesos iniciados en los años 90 como el declino de la intervención del Estado y de la programación pública, esta ausencia no ha sido sustituída, el famoso mercado con su mano invisible no ha hecho otra cosa que aumentar las desigualdades y desmontar áreas de economía productiva, las intervenciones de los entes sopranacionales europeos no se han hecho sentir, o cuando han intervenido ha sido con efectos desastrosos (como en Grecia).

 

La idea que la instrucción sea uno de los motores del desarrollo está desapareciendo, la presencia de diplomados se registra con brechas similares al crecimiento del PIB, en Italia el 35 % de los laureados se verifica en Lombardía, Campania está en la cola con un 20 %. Y parecido es el resultado en Alemania donde la zona de Baviera se mantiene en el primer puesto con el 35 % de graduados y Sachsen Anhalt registra un 25 %.

 

La ausencia del sujeto público deja el espacio abierto a los efectos de la globalización, un campesino de los Cárpatos será menos pobre que un campesino de Portugal o Cerdeña pero seguirá agrandándose la brecha que lo separa del manager de Bucarest. ( “ L’Europa è sempre più diseguale. Ecco perché aumenta il divario tra regione ricche e povere”, Gianni Balduzzi, Linkiesta, 7.03.19).

 

Los resultados están a la vista y algunos pensadores lo interpretan como un conflicto entre flujos (por esencia móbiles) y lugares, entre ellos Christophe Guilluy que ha trabajado sobre el argumento presentando dos libros importantes: “No Society, la fin de la classe moyenne occidentale” Flammarion 2018 y “La France Périphérique” Flammarion 2014, hay que mencionar además que Guilly es un géografo, disciplina que ayuda a poner en foco las cuestiones relacionándolas a las características territoriales.

 

Guilly comienza criticando la representación convencional de algunos conflictos que hemos visto en los últimos años, antagonismo entre ‘pueblo y elite’, ‘alto y bajo’, ‘1 % contra 99 %’, etc. Guilluy argumenta que si así fuera la elite habría sido ya desplazada del poder, y como sabemos sigue allí, una de las razones no reside solamente en la hegemonía cultural que ejercita, también porque sus intereses coinciden con una buena tercera parte de la población. Para interpretar correctamente cuales son los dos bloques sociales que se enfrentan es necesario abandonar el referente exclusivo de la diferencia de rédito para agregar el dato geográfico: hoy la contradicción principal (para Guilluy) es aquella entre metrópoli y periferia[1]. En el caso de Francia (que analiza el autor) la ‘metrópoli’ no es sólo Paris, también lo son las 25 áreas urbanas más pobladas donde habita el 40 % de los franceses. Todo el resto, las ciudades más modestas, las redes de pequeñas ciudades, los anillos periurbanos y las zonas rurales representa la Francia periférica donde vive el 60 % restante.

 

Guilluy sostiene que estos dos mundos aparecen desconectados y contrapuestos, hasta el punto que ya no se pueden sumar, no representan más una sociedad. La metrópoli crea los 2/3 del PIB y contrariamente a lo que se piensa la espina dorsal de la clase dirigente no está constituída por los estratos tradicionales sino por una neo burguesía emergente (desde 1982 al 2010 en dicho espacio metropolitano el crecimiento de los cuadros superiores prácticamente se ha duplicado pasando del 7,6 % al 15,89 % de la población activa y los intermedios del 19 % al 23 %)[2]. La metrópoli se ha transformado en la vidriera de la globalización feliz, entra en escena la ‘sociedad abierta’, desterritorializada, donde la circulación de mercaderías, capitales y personas es fuente de trabajo y riqueza. Las posibilidades de mobilidad social y mejora del rédito se concentran en estas áreas por su mayor integración en el proceso de la economía mundial, esto incluye también posibilidades para las masas de trabajadores emigrados que viven en la banlieu y prestan servicios para la neo burguesía emergente.

 

Por el contrario los espacios periféricos viven sobre todo gracias al empleo público y actividades tradicionales, poco integrados en el sector terciario están más expuestos a la desocupación o sub ocupación [3]. La pregunta que cabe es obviamente retórica ¿Porqué estas personas no se trasladan en masa a la metrópoli? Los espacios de las metrópoli se han restringido y es una tendencia creciente, el parque inmobiliario aumenta de precio lo que permite a las clases emergentes de apropiarse de estos espacios que antes estaban reservados a los obreros, empleados o familias modestas mientras que el sistema de locaciones turísticas breves también sustrae posibilidades a la población que necesita alquilar una casa en modo permanente [4].

 

La situación se agrava también por la desigual inversión en servicios, es típico el caso de las cifras que se destinan a trenes de alta velocidad descuidando o abandonando los trenes que diariamente transportan las personas a sus lugares de trabajo. Además la metrópoli atrae a los mejores estudiantes de la periferia (generalmente adolescentes de estratos medio-alto) mientras que los hijos de las clases populares acceden siempre menos a la instrucción superior.

 

Una parte de la burguesía metropolitana son los Bobó de siempre [5] y también la nueva izquierda que consume a manos llenas los gadgets de la tecnología digital. Es éste un segmento de clase que enlaza los derechos del hombre y el mercado olvidando los derechos sociales, que practica un multiculturalismo y antiracismo hipócrita dado que estas personas viven en condiciones de separación física absoluta respecto a la comunidad de emigrantes [6].

 

La ‘comunidad periférica’ de Guilluy no es solamente la clase obrera sino un grupo de categorías que hasta ayer nomás podían encontrarse contrapuestas: jóvenes, trabajadores, jubilados, empleados, trabajadores autónomos, pequeños empresarios, cooperativas, artesanos. Estos estamentos se han encontrado en la común percepción que la globalización produce daños más que en la conciencia de clase de la tradición marxista. Son personas que quieren preservar los servicios públicos, que está contra la desregulación del mercado de trabajo, que sostiene la publicidad del agua, que apoya las luchas de los cheminots de los ferrocarriles estatales, que pide un aumento del salario mínimo, etc.

 

Carlo Formenti sostiene que las tesis de Guilluy son una clamorosa revancha de la geografía política y económica frente al paradigma ‘mundialista’ que se afirmó después de la caída del muro, repetido durante años por los servidores del stablishment: que habían decaído para siempre los estados nacionales y las fronteras, sustituídos por un mundo unificado definido por los flujos inmateriales de la información y signos de valor[7]. Guilluy sustituye esta creación describiendo la realidad de un mundo marcado por confines todavía más rígidos de aquellos del siglo XX, que separan dos sociedades enfrentadas en un conflicto insanable. (“La guerra fra metropoli e periferie. La Francia, i gilet gialli e la crisi della sinistra”, Carlo Formenti en Micromega digital, 12.02.2019).

 

Recientemente uno de los socios del gobierno de Italia, la Lega de Matteo Salvini presentó un proyecto llamado de ‘autonomía diferenciada’ que en la práctica sería sancionar por ley un nuevo status que separaría de hecho las tres regiones más ricas de Italia (Lombardía, Veneto y Emilia-Romagna) del resto del país. Los socios del Movimento 5 Stelle han bloqueado esta pretensión porque sería violatoria de la igualdad constitucional de los ciudadanos [8].

 

Nuestras antiguas representaciones están vacilando frente a la creación de zonas de pobreza o contradesarrollo en las zonas privilegiadas del mundo, aquellas donde los campos magnéticos no llegan como en Bend, Oregón.

 

NOTAS
[1] Guilluy no elabora su teoría en modo excluyente, en su libro un autor como Thomas Piketty por ejemplo es abundantemente citado, el trabajo de Piketty se apoya preferencialmente en el diferencial rédito.
[2] La fecha 1982 no es casual, la presidencia en Francia de Francois Mitterrand se extiende desde el 21.05.1981 hasta el 17.05.1995 y coincide con la transformación del partido socialista que será el partido de la ‘gente linda’, los ‘modernos’, etc. La culminación de esta mutación degenerativa es la presidencia Macron.
[3] El stablishment económico no sólo se resiste a renunciar a porcentuales de plusvalía, tampoco quiere renunciar al chantaje de ‘tomarlo o dejarlo’ empleado en el mercado de mano de obra. Cuando el actual gobierno italiano anunció que promulgaría un ‘rédito de ciudadanía’ alzaron la voz para contrastarlo.”El nudo de la cuestión lo han levantado tantos (ninguno pobre): si le damos 780 euros a los pobres y desocupados ¿quién querrá ir a trabajar por 800 euros?” A los capitanes de industria se agregaron el presidente del ente previsional y los líderes del centro izquierda. Para esta gente es un escándalo que se le de un salario a quién no lo tiene y no que los que trabajan ganen salarios de hambre. (“I poveri che non lavorano prenderanno come quelli che lavorano, perbacco!” Alessandro Robecchi, Il Fatto Quotidiano, 8.02.2019).
[4] En Berlín los inquilinos han lanzado un referendum para pedir al municipio una expropiación coactiva de una serie de departamentos que pertenecen a la Berlin-Brandeburg Housing Company (BBU) y la Deutsche Wohnen [que posee sólo en Berlín 110.000 inmuebles], dos de las principales empresas inmobiliarias que administran y alquilan casas en la capital. Los alquileres en 2018 han registrado un aumento del 8,4 % respecto al 2017. Los organizadores partirán el 6 de abril para conseguir las 174.000 firmas necesarias para impulsar la demanda, las cifras que se barajan son de 3.000 departamentos. El municipio en bancarrota en 2005 había vendido departamentos de edilicia popular a la BBU para sanar el balance, el valor de estos inmuebles se ha mutiplicado. Entre los inmuebles que posee la BBU se cuentan 700 departamentos en la Karl Marx Allee. (“Affitti troppo alti a Berlino. Chiesto un referendum per l’esproprio degli immobili” Tonia Mastrobuoni, La Repubblica 12.02.19).
[5] Los Bobó (bourgeois /bohémiem) son en Francia el equivalente de los llamados radical/chic y participan con diploma de honor en este bloque social.
[6] La cuestión de los derechos humanos es uno de los caballos de batalla de esta burguesía ‘progresista’, pero según sus propios parámetros y enfocados de manera desigual. El conflicto en Venezuela es un ejemplo claro de este doble parámetro, esta burguesía metropolitana apoya la remoción del gobierno venezolano. Claramente en Europa hay otra izquierda antiglobalista que conoce cuales son los verdaderos puntos del conflicto y como se desenvuelve la guerra contra el gobierno Maduro, particularmente citan además la carta denuncia del 23.05.2017 dirigida a Riccardo Noury, portavoz y responsable de Amnesty International Italia a propósito de la acción violenta de las guarimbas contra Nicolás Maduro, esta carta llevaba entre sus primeros firmatarios a Frei Betto y Adolfo Perez Esquivel. Carta a la que Amnesty International no respondió nunca. (“Venti di guerra contro il Venezuela. A soffiare, come sempre, Amnesty International con l’ennesimo rapporto bufala” L’Antidiplomatico, 21.02.2019).
[7] Una de las interpretaciones del voto en Italia del 4 de marzo 2019 es el pedido de protección al estado de una parte importante de los ciudadanos (serían los periféricos de Guilluy), es indudable que esta instancia histórica puede ser aprovechada por la nueva derecha autoritaria con sus declamaciones patrioteras y xenófobas para conseguir consenso pero la vida te da sorpresas, en aquél momento ninguno se imaginaba que en Francia aparecería un movimiento como el de los Chalecos Amarillos que ha dado aire y estímulo a las reivindicaciones populares (“La crisi della Europa e la sinistra che non c’è” Carlo Galli, Ragioni Politiche 30.10.2018).
[8] El verdadero objetivo de esta reforma sería “verse reconocer por ley prerrogativas y competencias indispensables para una mayor integración al interno de los circuitos productivos, comerciales y financieros de la Europa que manda y para consolidar su primacía en territorio italiano” (“Autonomia differenziata, le ragioni del NO”, La Città Futura, 20.03.2019).

 

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