Las curvas de Luis Juez

El candidato que pone nervioso al peronismo cordobés y nacional lidia con la pérdida de su favorito, pero remonta la transversalidad que lo caracterizaba hace veinte años.

“Se comieron la curva”, dice un jocoso y alegre Luis Juez, cada vez que se lo consulta de manera pública o privada, sobre si se tomó de manera amarga o dulce la sorpresiva noticia de su colega radical Rodrigo de Loredo. El referente de Evolución en Córdoba marcó la agenda mediática en el cierre de abril, cuando subió en sus redes sociales un video de cinco minutos –filmado con su celular en la cocina de su casa—, donde anunciaba que no será candidato a la vicegobernación y que disputará la intendencia de la ciudad de Córdoba para las elecciones del 23 de julio (un mes después de las provinciales). En general, las encuestas calculaban un probable empate técnico entre Juez – De Loredo y el candidato del PJ cordobés, el actual intendente capitalino Martín Llaryora; por eso, resultó explosivo el anuncio. El verborrágico opositor insiste en que esa alquimia sigue existiendo, sólo que uno para la provincia y otro para la capital.

Sin embargo, los cálculos indican que este volantazo termina beneficiando a “Hacemos Juntos por Córdoba”, el flamante frente que propone continuar el peronismo en la gobernación, ya que el principal opositor de la contienda se queda sin un compinche que le permitiría sumar porotos.

Las razones de porqué el ex presidente del ARSAT, en los primeros años de la presidencia de Mauricio Macri, optó por ese rumbo son variopintos. Primero: tiene llegada en la zona más cosmopolita del territorio cordobés. Su juventud, mezclada con sus estudios y formación ligadas a modos de gestión, lo impulsan a ser más entusiasta a ejercer la administración pública. También, cuenta con la ventaja de que el PJ cordobés todavía no anunció su propio candidato en la ciudad, que claramente será el actual viceintendente Daniel Passerini.

Sin embargo, hay una duda conspiranoica que es muy difícil dejarla pasar. Para eso, hay que remontarse a un antecedente reciente: cuando Macri firmó el acuerdo con el FMI, entre las exigencias del organismo internacional estaba el cese de los subsidios al transporte. En ese entonces, las dos terceras partes de los corredores de la capital estaban a manos de una sola empresa, ERSA SA, que a la vez estaba en cesación de pagos. Si la firma quebraba, a menos que los boletos del transporte público tuvieran una abrupta subida, el líder municipal de ese entonces, Ramón Javier Mestre, de la UCR, padecería una enorme crisis con una ciudad paralizada, imposibilitando sus expectativas electorales del próximo año. Allí intervino la Provincia, otorgándole un salvataje de 1.600 millones de pesos en el mes de diciembre. Dos meses después, Mestre anunció su candidatura a la gobernación con un sello propio, desprendido de Juntos por el Cambio. Con el voto dividido de la oposición, Juan Schiaretti fue reelecto y Llaryora accedió al palacio municipal. Quien acompañó a Mestre en esta decisión, como candidato a sucederlo, fue Rodrigo de Loredo.

En el mencionado video, el evolucionista reconoce que Córdoba ciudad tuvo mejoras ligadas a la revalorización de espacios verdes, pero que “el delito está desbordado”. De Loredo sabe que una planificación municipal que pretenda paliar la violencia delictiva debe estar acompañada de una logística y recursos que el poder ejecutivo provincial puede garantizar. Si nos dejamos llevar por la imaginación, él podría tener garantizado esas demandas en caso de que Juez sea derrotado por Llaryora. Nada raro, para un estratega como Schiaretti, experimentado en lograr acuerdos subterráneos con dirigentes que se encuentran en la vereda de enfrente.

Juntos impugnamos

Pero en definitiva, las dos principales alianzas que polarizarían los votos en dos meses comparten en sus nombres una palabra: “Juntos”. Apenas se cerraban las listas el día jueves a las diez de la mañana, el frente “Juntos por el Cambio”, de Luis Juez, presentó una impugnación contra la alianza “Hacemos Juntos por Córdoba”, de Martín Llaryora. “Creemos que lo que están haciendo es inducir a parte del electorado a la confusión. Queremos evitar que eso suceda”, sentenció el apoderado del frente opositor Oscar Carreño al canal universitario de Córdoba. Lo curioso es que cuando se sabía que Hacemos por Córdoba iba a agregar esa palabra, una fuente importante del PRO en Córdoba le había señalado a Zoom que no le convencía que los votantes pudieran confundir las listas por coincidencia de palabras, y que solo ocurriría por semejanza en los colores de las boletas.

De cualquier manera, la oposición cuenta con una ventaja: un par de días antes de presentar los nombres de los frentes, el Tribunal Electoral intervino en las campañas por la municipalidad de La Calera y le prohibió a los candidatos peronistas de usar el sello “Juntos Hacemos por la Calera”, por las mismas razones que recurrieron los cambiemistas a nivel provincial.

Ironías honestistas

En sus reuniones con militantes –de esas que siempre son susceptibles a que se filtren cosas a la prensa—, Juez le comenta a sus acérrimos militantes que había que ir despacio, en el afán de lanzar propuestas a la ciudadanía. “Ahora, –comenta palabras más, palabras menos— si ustedes me apuraran y me pidieran que lance alguna medida concreta, yo creo que sería la eliminación de la fiscalía anticorrupción”.

El Fuero Penal Económico y Anticorrupción se creó en el 2000, apenas asumió por primera vez José Manuel de la Sota a la gobernación, y fue elegido un bigotudo Luis Juez para ejercerlo. Desde esa oficina, redactó decenas de expedientes contra ex-funcionarios radicales y actuales pejotistas. Fue despedido a fines de 2002, con el argumento de haber defendido a un policía en una causa penal, incompatible por ejercer una función pública. Eso le sirvió como trampolín político para candidatearse a la intendencia capitalina en 2003, luego del calor vivido en la crisis del bipartidismo del 2001. Ahora, su propuesta de cerrarla figuraría como broche de lo que implicaría alcanzar su añorada gobernación.

Se sabe que ese fuero no se ha caracterizado por avanzar en resultados concretos. Salvo uno reciente, ocurrido el último miércoles de abril, cuando fue condenado Raúl Costa, funcionario de Schiaretti, por haber avalado inversiones en 2010, entre ellas un country, que implicaron desmontes sobre bosque nativo y sobre una reserva natural, cuando él era secretario provincial de Ambiente. Costa fue recordado por aparecer en campañas televisivas acusando al kirchnerismo de estar ligado a causas de corrupción. Resulta irónico que ahora sea declarado culpable por un crimen de la misma naturaleza.

La transversalidad juecista

“Una de las primeras cosas que hizo Luis Juez como intendente, entre 2003 y 2007, fue frenar los barrios privados”, comenta alguien que formó parte de su gabinete municipal en aquellos años. Ya en ese entonces, se advertía que la mancha urbana capitalina venía expandiéndose con loteos privados, que implicaba la pérdida del cinturón verde. A pesar de eso, la preocupación sobre este tema dejó de existir en el resto de las gestiones.

Así, el flamante Partido Nuevo, primer nombre del actual Frente Cívico que maneja Luis Juez, atrajo la atención de militantes y outsiders desencantados con los partidos políticos tradicionales. A tal punto que logró una gestión sin tensiones con el sindicato de empleados municipales, cualidad distinta al resto de las gestiones. Por eso, el establishment autóctono lo veía con malos ojos. Hoy, luego de su exitoso resultado de las elecciones legislativas del 2021, quien lo acompaña en la segunda banca del Senado es la empresaria Carmen Álvarez Rivero, que le sirvió de enlace con los empresarios que asisten a la Bolsa de Comercio de Córdoba –algunos de ellos, impulsores de barrios privados— para hacer las paces y de asegurarles en acompañar medidas que sea beneficiosos para ellos, además de frenar cualquier intención del actual gobierno nacional de hacer frente al poder judicial.

Esas mismas campañas del 2021, sintetizadas con la consigna “Un Juez para Cristina”, atrajo la atención no solo de familias pueblerinas alejadas de la gran ciudad, que tienen un enorme rechazo al kirchnerismo, sino también a una parte del sector juvenil urbano identificado con Javier Milei. Quien se hizo cargo de eso fue el youtuber El Presto, condenado por haber amenazado a Cristina Fernández de Kirchner, por contemplar la sintonía fina del actual senador con “la halcona” Patricia Bullrich.

También se especula con que el juecismo logre un acuerdo con el partido Encuentro Vecinal –la cuarta fuerza con más votos en las últimas elecciones—, que atrae un núcleo duro de votantes adherentes a los “pañuelos celestes” contra el aborto legal. Su principal referente, el ex-legislador Aurelio García Elorrio, por ahora lo ve con cierta distancia.

Finalmente, no se descarta que el ex intendente logre atraer a algunos referentes más emparentados con el progresismo. En la inauguración de su nuevo búnker en Villa Carlos Paz, ciudad con fuerte peso del “voto macrista”, asistió el médico Emilio Iosa, un referente de causas ambientales quien denuncia insistentemente sobre el estado putrefacto del dique San Roque. Su afán es lograr ser candidato a intendente con el sello de Juntos por el Cambio.

Así, Luis Juez trata de remontar esa transversalidad que lo caracterizaba hace veinte años atrás, pero tomando no solo curvas distintas, sino hasta inversas.

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