La Ruta del Ártico, un conflicto que se avecina

Explayamos sobre la Ruta del Ártico, un nuevo camino marítimo que abre la puerta a nuevas posibilidades y conflictos.

En la actualidad hay un tema que no ocupa lugar en las tapas de los diarios y medios de comunicación masivos, un conflicto silencioso que amenaza al ya de por sí inestable sistema internacional; donde las principales potencias económicas y militares se ven enfrentadas por el acceso a una ruta comercial, en una de las regiones más olvidadas y poco exploradas por el hombre. Este es: el Ártico.

El comercio entre Asia y Europa ha ido evolucionando conforme a los avances tecnológicos y el paso del tiempo. En un principio, navegantes de origen portugués y español, comerciaban con sus colonias y los reinos del lejano Oriente a través de una ruta que se extendía por el Océano Índico y bordeando las costas del continente Africano. En el SXIX, revolución industrial mediante, se logró mejorar la velocidad y capacidad de los barcos que transportaban mercancías como piedras preciosas, telas y especias, pero sin duda que la puesta en funcionamiento del Canal de Suez significó un hito en la historia del comercio internacional, 

​ El canal se inauguró oficialmente el 17 de noviembre de 1869. Y ofrece a los buques una ruta directa entre el Atlántico Norte y el Índico Norte a través del mar Mediterráneo y el mar Rojo, evitando el Atlántico Sur y el Índico Sur y reduciendo la distancia del viaje desde el Mar Arábigo a Londres en aproximadamente 8900 kilómetros. 

En su momento constituyó una de las obras de ingeniería más grandes del mundo, realizada por decenas de miles de campesinos llevados por la fuerza desde todas las regiones de Egipto. Al principio no se disponía de maquinaria y todo tenía que hacerse a mano. Según cifras oficiales, murieron 20.000 trabajadores. Pero estimaciones más realistas fijan la cifra en 125.000. La construcción del canal de Suez marcó, además, un hito en la historia de la tecnología ya que, por primera vez, se emplearon máquinas de excavación especialmente diseñadas para estas obras, con rendimientos desconocidos en esa época. 

El canal posee una longitud de 193,30 kilómetros, incluidos los canales de acceso norte y sur. En 2020, más de 18.500 barcos atravesaron el canal, lo que equivale a unos 50 barcos por día. En la actualidad se estima que el 12 % del tráfico comercial a nivel internacional pasa por el Canal de Suez.

Pero una nueva ruta ilumina en el horizonte del comercio internacional, una ruta que hasta hace pocos años parecía insospechada, y que producto de los avances en la tecnología y el calentamiento global, pronto será una realidad. 

El ártico se está derritiendo a un ritmo frenético, tanto en extensión como en volumen. Este fenómeno está despejando la ruta marítima del norte, una vía que permanece abierta entre los meses de julio y noviembre, y que conecta a Europa y Asia por el “sombrero del mundo”. Esta ruta, hasta hace unos años intransitable, permite viajar desde el puerto de Yokohama en Japón hasta Róterdam en los Países Bajos, en 18 días se recorré una distancia de 12.038 km, considerablemente menor a los 20.000 km y 31 días que se deben recorrer para conectar ambos puertos pasando por el canal de Suez. La Ruta del Ártico permite un ahorro del 40 % en tiempo y distancia, cosa que se traduce en un menor gasto de combustible. 

Los primeros intentos para hacer de la ruta del Norte una realidad se remontan al siglo XVII, aunque no sucedió hasta después de la Revolución Rusa de 1917, momento en que la Unión Soviética quedó aislada de las potencias occidentales y la radio y los rompehielos aparecieron. Es ahí cuando Rusia consiguió de manera definitiva hacer navegable la ruta del Norte. No obstante, hasta la fecha, cruzar el Ártico requería el uso de grandes embarcaciones que abrieran paso a través de la gruesa capa de hielo y, por consiguiente, hacer el recorrido tenía elevados costos. Eso, sumado a la escasa cantidad de días en los que la ruta era transitable, provocó que en la práctica el paso del Noreste nunca fuera una opción viable para la actividad comercial, que siguió haciendo uso de la ruta que pasa por el canal de Suez. 

En el 2020 circularon por la Ruta 32,97 millones de toneladas de cargamento; 1,5 millones más que el año anterior, y el Kremlin se propone aumentar esta cifra a 80 millones en 2024 y a 130 millones en 2035, según la empresa estatal Rosatom, encargada del transporte en la región. Pero el “sombrero del mundo” no solo ofrece una ruta comercial entre Asia y Europa más eficiente, sino que además es una región extremadamente rica e inexplorada en recursos naturales. Las estimaciones internacionales calculan que debajo de la gruesa capa de hielo que cubre el Mar Ártico se albergan las mayores reservas de petróleo del planeta, unos 90 mil millones de barriles, lo que representa un 13 % de las reservas de crudo conocidas. Además, no hay dudas que la región es rica en gas; se estima que un 30 % de las reservas a nivel mundial se encuentran en la zona, de hecho las proyecciones son tomadas en función de los recursos existentes en el norte de Siberia.  Pero no solo se trata de combustibles fósiles, la región ártica es rica en diamantes, siendo Canadá uno de los principales explotadores de dicho mineral. También se espera que la zona sea rica en oro y tierras raras. Y por último, pero no menos importante, es el aprovechamiento de los recursos pesqueros en la zona. Sucede que con el calentamiento global y el derretimiento de los hielos, los barcos cuentan con más espacio para la pesca. 

¿A quién le pertenece el Ártico?

Desde hace décadas, Rusia, Estados Unidos, Canadá, Dinamarca y Noruega mantienen una disputa territorial en la región. Según el derecho marítimo, las aguas territoriales de un Estado son aquellas que se encuentran a 320 km de la costa, o a 200 millas náuticas; sin embargo, si la plataforma continental, es decir la continuación submarina del continente supera esa extensión, el territorio se considera parte del Estado en cuestión. 

Los países cuyas costas limitan con el Mar Ártico buscan demostrar que el macizo montañoso submarino existente, conocido como Sierra o Dorsal de Lomonósof; descubierto por la Unión Soviética en 1948; es una prolongación de su plataforma continental, cosa que otorgaría al Estado que tenga la razón un paso de gigante para hacerse con los derechos de explotación de esas riquezas y el control de la zona. Pero lo cierto es que el territorio está en plena disputa, ya que los Estados implicados no se ponen de acuerdo ni siquiera en el punto de donde terminan las aguas territoriales de cada uno.

El país mejor preparado en este tema es Rusia, que desde el año 2007 retomó los patrullajes aéreos en la zona, y además, posee la mayor flota de barcos rompehielos del mundo. Con más de 40 vehículos, sumado a esto Rusia posee 2 barcos de tipo ártico, los cuales son propulsados por energía atómica. Estas medidas van acompañadas con la mejora de varios puertos, puestos de salvamento y bases militares en la región, de hecho cerca del 10 % de las inversiones Rusas en infraestructura se destinaron a esta zona, convirtiendo al Kremlin en un actor de peso en la región.

Por su parte Estados Unidos busca mantener y defender sus posiciones en la zona, pero tienen una postura distinta a la de los rusos, ya que no puede reclamar la Sierra de Lomonósov como una prolongación de su territorio. Sostiene que las aguas del ártico deben ser consideradas como aguas internacionales y de libre circulación. En términos de infraestructura ártica, no posee importantes puertos, y solo cuenta con un barco rompe hielo, el cual es de la década del 70. Si bien está construyendo el rompe hielo más grande del mundo, este no estará listo hasta el 2025. Sí, cabe decir, que posee una base militar en la isla de Groenlandia.

Canadá reclama como propia la totalidad del archipiélago ártico, reivindicando su soberanía en un sector que se extiende hasta el Polo Norte, una soberanía no reconocida universalmente. Además, alega que todos los pasajes marítimos entre las islas del archipiélago son aguas interiores. Por estos motivos ha comenzado la compra de armamento para defender el territorio, que considera propio, de un posible ataque u ocupación por parte de Rusia, Estados Unidos o la Unión Europea, mediante Dinamarca.

Mientras tanto, el Reino de Dinamarca, ha gastado cuantiosas sumas de dinero para realizar investigaciones a fin de conocer hasta donde llega la plataforma continental al norte de Groenlandia; la isla más grande del mundo y cuyo tamaño es apenas menor que el de la República Argentina. En base a esas investigaciones pagas, reclama como propia la Sierra de Lomonósov. Como dato de color, en el año 2019, el presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, intento comprar Groenlandia, y ante la negativa de las autoridades Danesas, el presidente americano decidió suspender su visita al país Europeo.

Noruega, por su parte, posee el archipiélago Svalbard, situado en el océano Glacial Ártico, al norte del continente europeo; donde se encuentra el Banco Mundial de Semillas, el cual es un almacén subterráneo de miles de plantas de cultivo de todo el mundo. Es el país que actúa con menos hostilidad e incluso llegó a un acuerdo con la Federación Rusa respecto de los límites marítimos en la región.

 La Unión Europea también está interesada en la región Ártica, y tal es así, que hasta nombró una embajadora para la región Ártica; es así que Marie Anne Coninsx se convirtió en la representante diplomática del bloque Europeo para la región.

Otro actor a tener muy encuentra en el conflicto ártico es la República Popular China, que a pesar de tener al Ártico a unos 1450 km o 900 millas de su costa, tiene una política ártica, y como buen exportador, busca tener acceso a la nueva ruta que se abre en el “sombrero del mundo”. 

China posee un rompe hielo y ha comprado a Rusia licencias para la explotación de petróleo en la zona ártica. Rusia sabe que para desarrollar una ruta comercial en la región necesita de los capitales que China puede aportar, no en vano Putin, en Diciembre de 2017, invito a Xi Jinping a unir la Ruta de la Seda con la Ruta del Ártico, formando la “Ruta polar de la Seda”. De esta forma, ambos gigantes ganan, ya que Rusia consolida a un aliado importante para el desarrollo de la infraestructura en la región y China tiene acceso a una ruta que le permite exportar sus mercancías a Europa de una forma más rápida y económica.

Como se puede observar las cuestiones que se vinculan con la Ruta del Ártico son más complejas de lo que parece, ya que no solo se trata de una ruta comercial, sino que la disputa es por los recursos naturales estratégicos que se encuentran en la zona, así mismo es muy probable que la región se vea envuelta en disputas geopolíticas que no fueron originadas en la zona, es decir que los conflictos políticos sean exportados a la región y esta se transforme en un escenario más de la disputa por la supremacía global, en un sistema internacional marcado por la multipolaridad.

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