La motosierra en campaña

Entre el show y el poder, Milei hace de la política una comedia negra nacional. Por Ricardo Ragendorfer.

La toma del poder por parte de Javier Milei, en diciembre de 2023, no solamente torció la tradición política y las aspiraciones democráticas de la Argentina, sino que también supo plantear un profundo desafío para comprender cómo funciona la dialéctica de las ideologías, y por qué la “gente” –una categoría sociológica algo imprecisa– vota lo que vota. 

Ahora, que la naturaleza del régimen libertario ya está a la vista, tales interrogantes adquieren un tinte aún más dramático, y con un agravante: lo más atroz del presente es su estructura de chiste.  

Dicho detalle, en medio de la campaña electoral de La Libertad Avanza (LLA) se ha convertido en una marca registrada. 

Al respecto, solo basta con reparar en ciertos hechos y circunstancias que únicamente tuvieron lugar durante el mes en curso.

Bienvenidos, entonces, a esta comedia negra.

Un rockstar en la Casa Blanca  

Corría ya el anochecer del 6 de octubre cuando Milei, disfrazado de rockstar, apareció en el escenario del Movistar Arena sin dejar de dar saltitos, antes de graznar a voz de cuello sus canciones favoritas.  

Costaba creer que ese sujeto fuera el Presidente de la Nación. 

En las tribunas no cabía un alfiler; casi 12 mil fanáticos lo aplaudían a rabiar. Y, entre tema y tema, entonaban un estribillo: 

“Saquen al pingüino del cajón /para que vea / que los pibes cambiaron de idea / y llevan las banderas que trajo el león”. 

Claro que no todos allí eran pibes, dado que en el palco VIP resaltaba el primer candidato a diputado nacional por la CABA, Alejandro Fargosi. 

A ese hombre, un septuagenario de gesto adusto, se lo notaba incómodo. 

Pero, luego, entrevistado por Luis Novaresio en A24, no vaciló en decir: 

–Fue la primera vez que voy a un sitio así. Y es muy interesante la “vibra” que hay. Todo fue muy mágico. Porque Milei se conecta con los jóvenes.

Lo que se dice: disciplina partidaria. 

Lo cierto es que el show de Milei causó estupor a nivel global. Tanto es así que –por ejemplo– el escritor norteamericano, Don Winslow, soltó: “Trump le dará veinte mil millones de dólares a este idiota”.

 Ya se sabe que esa información había sido deslizada de manera informal por el secretario del Tesoro de los Estados Unidos, Scott Bessent, adelantándose a los hechos.  

En este asunto, precisamente, está depositada la próxima escena: Milei, ya en Washington con todo su gabinete, al ser recibido por Donald Trump junto a un portón lateral de la Casa Blanca. 

Allí posaron para las fotos con los pulgares hacia arriba. Milei lucía un traje arrugado y su carpetita de apego. Trump la observaba con extrañeza.

La actitud del visitante era sumisa y torpe; la del anfitrión, indiferente y desganada. Así ingresaron a un enorme salón con una larga hilera de mesas y platos para más de 30 comensales. Ergo: aquella no sería una reunión bilateral.

A Milei lo sentaron frente a Trump, quien no le prestaba atención.

A espaldas del argentino, había un enjambre de movileros.  

Por casi una hora, Trump les ofreció respuestas de toda índole. 

Para ese ejército periodístico, Milei era una figura de relleno. Hasta que, tras agotar otros temas, Trump farfulló, así como al pasar: 

–Si él no gana no seremos generosos con Argentina. 

Aquella frase cayó sobre la comitiva argentina con el mismo peso de una gigantesca roca al caer en el océano.   

El aludido quedó de una sola pieza, no sin mirar de soslayo a Luis “Toto” Caputo, “su Messi de las finanzas”.

Éste, con la mandíbula caída, clavó los ojos en un punto indefinido. 

A un costado del salón, el embajador norteamericano en Argentina, Peter Lamelas –una suerte de Spruille Braden del siglo XXI– sonreía de oreja a oreja. 

En ese mismo instante, Argentina se convertía en un polvorín financiero: los bonos y acciones se desplomaban, mientras el dólar aumentaba, al igual que el riesgo país.  

Era la tormenta perfecta.

Calígula en su laberinto

Ya de regreso en Buenos Aires, Milei acudió con premura a los estudios de A24 para dialogar en vivo con Eduardo Feinmann.

Fue un gran momento de la televisión argentina. 

El presidente tenía puesto el mismo traje que lució en su visita a la Casa Blanca, pero aún más arrugado. Y un sexto sentido lo situaba a la defensiva. 

–Mientras yo sea presidente tenemos el apoyo de Estados Unidos– aclaró desde el vamos, con el ceño fruncido. 

El periodista lo escrutaba por el rabillo del ojo. 

De pronto, hubo tensión cuando preguntó por “los millones de argentinos que no pueden llegar a fin de mes”. 

Milei enarcó las cejas y, tras un breve tartamudeo, dijo:

–A ver, ¿cómo quiere que lo arregle? ¿Cómo le pongo plata a la gente?

–Usted es el economista –retrucó Feinmann. 

Por toda respuesta, Milei solo murmuró algo sobre la estabilidad de los mercados, antes de hundirse en un pesado silencio. 

Detrás de las cámaras, a su hermana Karina se la notaba muy nerviosa. Y aprovechó una tanda comercial para susurrarle.

–Tenés que descansar, Javier.

El mandatario estaba pasado de sueño. 

Tres cuartos de hora después, ambos llegarían hacia la Quinta de Olivos. 

Por aquellas horas, su papelón con Trump era el tema del día. Y la prensa no hablaba de otra cosa. Milei no estaba en su mejor momento.  

Tal vez, antes de conciliar el sueño, recordara épocas más felices, cuando en sus contactos con la prensa desempolvaba una extravagancia tras otra. No es un secreto que en su temperamento distruptivo estaba el capital político que lo entronizó en el Sillón de Rivadavia. Como esa vez que confesó en un programa de chimentos que era un practicante del sexo tántrico.

¿Acaso hubo algún otro jefe de Estado que le hablara al pueblo sobre sus preferencias en la cama? 

En circunstancias normales, Milei es así. 

El tipo se exhibe sin frenos. Y lo que oculta también lo exhibe: desde su papada hasta sus aversiones más atávicas, en una permanente “desregulación” (una palabra que le encanta) de su vida privada. 

Milei carece por completo de sentido del ridículo. Desde su llegada a la presidencia, se considera el personaje más importante del planeta. Y la certeza de haber consumado ese logro sin otra herramienta que su empeño, transformó sus complejos físicos y mentales en una fría arrogancia, torpemente expresada, como si fuera un villano de historieta.  

Basta con evocar su perturbadora mirada durante una conferencia que dio a fines de junio en el Yacht Club de Puerto Madero, al proclamar:  

–¡Sí, soy cruel! Soy cruel con los “kukas” inmundos, con los gastadores, con los empleados públicos, con los estatistas y con los que les rompen el culo a los argentinos de bien. 

En ese momento parecía la reencarnación del mismísimo Calígula. 

Bien vale reparar en aquel personaje que gobernó el destino del Imperio Romano entre los años 37 y 41 (d.C). Y sin disimular el vínculo amoroso con su hermana, Drusila (con quien, incluso, llegó a convivir en pareja), ni la gran devoción que le profesaba a su caballo, «Incitatus», al que llegó a construirle una caballeriza de mármol y marfil, además de concederle el cargo de cónsul, para así burlarse de los miembros del Senado, a quienes detestaba.

¿Acaso el bueno de Conan fue nuestro Incitatus de entrecasa? 

Dicho sea de paso, tanto su fallecimiento –dicen que en algún momento de 2018–, como el paradero de los cinco mastines que Milei mandó a clonar con sus células en la empresa texana Vía Gents Pets, son un secreto de Estado. Y ese secreto también se extiende al resto de su intimidad. ¿Qué diablos hace en su tiempo libre? ¿Cómo es en esas horas su vida cotidiana? Nada de eso se sabe, salvo que suele mitigar su insomnio en X (antes Twitter) hasta el amanecer, tal como se desprende del horario de sus posteos. 

¿Acaso es él quien realmente gobierna? De hecho, la que siempre termina decidiendo lo que se hace es la omnipresente Karina (a) “El Jefe”, abocada al día a día de la gestión, mientras él solo mira los números económicos, además de protagonizar la agenda del ceremonial. Raro, ¿no?

Pero ese ya es otro tema. 

Sinfonía de las trapisondas

Pues bien, regresemos a los sinsabores proselitistas de LLA. 

Debido a la incertidumbre causada por la caída en desgracia de José Luis Espert, quien encabezaba la lista de candidatos bonaerenses a la Cámara Baja, su reemplazo por Diego Santilli, secundado por la otrora vedette Karina Celia Vázquez Reichardt, fue un giro tan abrupto que hasta trastocó de manera penosa en ese distrito la estrategia de campaña.

No es una novedad que las mismas son algo así como un arte con técnicas publicitarias parecidas a las de los productos comerciales. O sea, con imágenes y frases que ingresan por los ojos y oídos de los potenciales consumidores. Tal es, en consecuencia, la importancia del slogan

La cuestión es que el pobre Santilli aparece en los nuevos spots de LLA con la siguiente frase: “Para votar al colorado, marcá al pelado”. Espantoso. 

Pero ello se debe, obviamente, a que no hubo tiempo de reimprimir las boletas ya sin la fotografía de Esper, y con las del ahora primer candidato.

Éste ahora toca el cielo con las manos.  

Santilli, por cierto, no es el político más impoluto del planeta. Tanto es así que Horacio Verbitsky acaba de recordar en el portal, El Cohete a la Luna, su bulín situado en la avenida Figueroa Alcorta 3410, frente al Malba. Se trata de un lujoso piso de casi 400 metros cuadrados adquirido en 2021 por 1.350.000 de dólares. Un notable ejemplo de movilidad social. 

Pero a lado de Espert, Santilli parece Ceferino Namuncurá. 

La segunda en la lista tiene ruidos de otro signo, aunque lo suyo no es un presunto enriquecimiento ilícito sino su cosmovisión. De hecho, sus detractores la llaman “Tercer Reichardt”. Y para comprender la razón, solo alcanza con leer su redes sociales, donde arremete una y otra vez contra los “negros”, además de calificar de “enfermos mentales” a quienes no piensan como ella. En definitiva, una hermosura de persona. 

¿Y la diputada rionegrina Lorena Villaverde, que ahora va por una banca en el Senado? Su paso por una cárcel de los Estados Unidos por haber tratado de ingresar en ese país unos 15 kilos de cocaína no impidieron que, hace unos meses, votara a favor del proyecto de “ficha limpia”. 

¿Y Patricia Bullrich, que ahora también va por una banca en el Senado? Su nombre acaba de aparecer en la investigación a Federico “Fred” Machado y su lazo con la empresa láctea Vidal por aportes a la campaña de la ministra en 2023, cuando era la candidata del PRO a la Casa Rosada.

No hay que olvidar que en este universo de presuntas trapisondas también resalta la estafa con la criptomoneda $Libra, algo que involucra directamente a Milei, y las coimas del 3% que le llegaban a “El Jefe” desde la Agencia Nacional de Discapacidad (ANDIS). 

Moraleja: si tienes trapos sucios abjura a toda ambición electoral. 

Más allá de estos hechos puntuales, a la campaña de LLA se le añade otro inconveniente: la imposibilidad de realizar actos callejeros en todas las ciudades del país debido al repudio espontáneo de vecinos y peatones. 

La Libertad Avanza vaya uno a saber hacia dónde. 

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