La burguesía fallida

"La burguesía fallida no tiene vocación ni conciencia de sus intereses de clase" sostiene el autor. Crisis y claves históricas de un pacto social en eterna construcción.

Argentina a partir de 1930 y sobre todo luego de la post guerra inicia un proceso de industrialización basado en el modelo de sustitución de importaciones.

 

A partir de 1946, bajo el gobierno de JDP y acompañando este modelo económico se instala un fuerte desarrollo del estado de bienestar, mejorando la calidad de vida de la población, a través de una legislación del trabajo, aumento de la participación de los trabajadores en la distribución del ingreso, vacaciones pagas, aguinaldo, convenios y paritarias, planes de vivienda, etc, que van conformando una clase media pujante, pero también una sociedad integrada e igualitaria.

 

Hubo una clara estrategia de ampliar el mercado interno, con pleno empleo y salarios altos. También el Estado tuvo un rol central, se nacionalizaron las empresas de servicios públicos, todas ellas en manos de capitales ingleses, trenes, agua, energía, transportes, comunicaciones, etc.

 

Los gobiernos de JDP, si bien tuvieron crisis económicas en 1950 y más grave 1952, salió de ellas indemne de ellas y con gran apoyo popular.

 

Hacia 1955, colisiones y conflictos con la oposición y sobre todo con la iglesia, que había sido uno de sus principales sostenes en la primera etapa, llevaron a un clima de violencia opositora creciente. El bombardeo a la Plaza de Mayo, por parte de la aviación naval, que dejo cientos de muertos y heridos de civiles, o la colocación de bombas en las estaciones de subterráneos en horas pico, iniciaron un proceso destituyente, que termina con un golpe militar y el derrocamiento del gobierno. Se inicia a partir de allí un ciclo de alta violencia e inestabilidad política. La proscripción del peronismo y la persecución de sus dirigentes genero una alternancia de gobiernos civiles y militares débiles, por su escasa aprobación popular.

 

Es necesario precisar que durante el periodo 1946/1974 la economía crecía a tasas altas y los salarios no tuvieron una gran caída, pesar de la alternancia de gobiernos y la proscripción del peronismo. En el periodo 64/74 el crecimiento del PBI fue del 5% anual y un 7% en el sector industrial.

 

Si analizamos todo el periodo 1946/1973, desde el punto de vista económico, el balance de este período de industrialización de más de 40 años fue, sin embargo, positivo. Entre 1949 y 1974 el PBI argentino creció un 127% y su PBI industrial un 232% mientras el PBI per cápita aumentó un 42%. Por otra parte, el nivel de endeudamiento externo era bajo, la desocupación no pasaba del 6% en promedio y la participación de los asalariados en el Ingreso Nacional se mantuvo en promedio por sobre el 40%.

 

Sin embargo la proscripción y persecución del peronismo hizo que sectores populares fueran radicalizándose hacia posiciones más de izquierda y métodos de violencia. También la revolución cubana, las teorías guevaristas del foco guerrillero, las luchas de los pueblos africanos y asiáticos por romper las cadenas del imperialismo, con eje en la lucha y la victoria de las fuerzas populares en Viet Nam contra el ejército de EEUU, el Concilio Vaticano Segundo y su acercamiento de la Iglesia con los “pobres”. También Europa tuvo en esa década grandes marchas y movilizaciones populares, como el Mayo Francés, que fueron dando a la época un aura revolucionaria y en algunos casos violenta.

 

En este período de industrialización, no se vuelve a caer en el fuerte endeudamiento externo de la etapa agroexportadora, pero sí en repetidas crisis de la balanza de pagos, los conocidos ciclos de stop-go, (pare y arranque). En los periodos de auge aumentaban requerimientos de importaciones de materias primas, bienes intermedios y equipamiento que requería propio proceso de industrialización pero que se contrapone del ingreso de divisas por parte de las exportaciones agropecuarias. A su vez estas bajaban porque aumentaba el consumo interno, debido al mayor empleo y mejores salarios.

 

Todo esto se traducía en crisis del sector externo, procesos inflacionarios y políticas monetarias restrictivas, devaluación, aumento de los precios, disminución de la actividad económica, menores importaciones y aumento de las exportaciones, hasta que el ciclo comenzará a crecer nuevamente.

 

Si bien en el proceso de sustitución de importaciones se comenzó con el desarrollo de las industrias livianas, se fue avanzando en la instalación de industrias básicas y el ingreso de inversiones extranjeras en áreas como energía, automotriz, etc.

 

Como decíamos más arriba el conflicto no era económico, sino político. Una alta inestabilidad política marcó el periodo 55/73, debido a la proscripción de JDP y de su partido, el Justicialismo, la persecución de muchos de sus dirigentes políticos y gremiales. A fines de los sesenta, bajo el gobierno militar de Ongania, el país vivía en una atmosfera de autoritarismo, cerrazón cultural, censura, etc, producto de un gobierno de tinte reaccionario, alineado con los sectores más conservadores de la iglesia. Esta falta de libertades democráticas, la oscuridad que vivía el país, producto de las políticas represivas, fueron generando un creciente malestar en los sectores obreros y estudiantiles que no tardaron en ganar la calle. Se produjeron manifestaciones masivas, que fueron violentamente reprimidas.

 

Las jornadas de aquellas manifestaciones, conocidas como “el Cordobazo”, el “rosariazo”, el “vivorazo”, y otras muchas a lo largo y ancho de la república, pusieron en jaque el gobierno de Ongania, que un año después fue separado del cargo presidencial en un auto golpe de la junta militar.

 

Estas jornadas de protesta que sorprendieron al gobierno ya que mostraron la bronca subterránea de una sociedad en crisis. Como ejemplo un fenómeno novedoso, por lo menos para la política argentina fue la alianza en la calle del movimiento obrero y el estudiantil, que significaba la alianza de la clase obrera con sectores de la clase media y la pequeña burguesía, además otro hecho es que las movilizaciones fueron llevadas adelante por los obreros mejor pagos del país, como era los cordobeses de sindicatos como Smata o Luz y Fuerza.

 

De allí en más la violencia política fue creciendo, aparecen organizaciones armadas que plantean la guerrilla urbana, como Montoneros (de origen nacionalista peronista) y el ERP (marxista guevarista) más otras organizaciones menores.

 

Tal vez el hecho más notorio fue el secuestro y muerte de Aramburu, en mayo del setenta, a manos de un comando de la organización Montoneros.

 

Huelgas obreras, movilizaciones y la violencia armada de las organizaciones guerrilleras generaron un clima de tensión e inestabilidad política. La consigna de las distintas organizaciones peronistas, sobre todo la Juventud Peronista era el “luche y vuelve”. Se pedía el regreso del Gral. Perón a la Patria luego de 18 años de proscripción.

 

Como estaba claro los militares habían perdido el poder y la única salida era autorizar el regreso del General y autorizar su candidatura. En todos los sectores de la sociedad se tenía claro que el único que podía encauzar la situación era Perón.

 

Perón vuelve a la Argentina, pero el candidato fue Héctor J. Campora, un hombre de su extrema confianza. El 11 de marzo de 1973 es electa la formula Héctor Campora – Solano Lima para presidente y vice de la Nación.

 

Durante el tercer gobierno peronista, entre mayo de 1973 y octubre de 1974, se pretendió alentar nuevamente una política económica industrialista, en pos del pleno empleo y la redistribución de ingresos a través del llamado Pacto Social y el Plan Trienal, bajo la conducción del ministro de Economía, José Ber Gelbard.

 

El Plan Trienal era un programa que estimulaba el desarrollo de la industria de capital privado nacional en detrimento del capital extranjero.

 

En segunda medida también afectaba los intereses de la burguesía agropecuaria tradicional. Esa política necesitaba de un acuerdo social porque exigía un proceso de acumulación que le permitiera a la burguesía argentina conquistar el predominio en la estructura económica, pero también requería reducir el conflicto gremial, muy intenso en esos años, asociando a este proyecto a la clase obrera, a través de las organizaciones gremiales de origen peronistas y también requería de salarios “altos” afín de mantener el mercado interno fuerte y el consumo como motor. Esto hace que el salario tenga un fuerte aumento al iniciar el proceso, salarios que mantuvieron un alto poder adquisitivo hasta el rodrigazo (1975).

 

Auge y caída.

El período comprendido desde mayo de 1973 hasta la muerte de Perón, constituye una unidad en la filosofía de la política económica que tuvo distinta vertientes ideológicas, pero esencialmente respondía a un objetivo estratégico que siempre sustentó Perón, la industrialización del país, para lo cual requería el desarrollo de una burguesía nacional y de un movimiento sindical fuerte,

 

Los tres ejes del Pacto Social eran:

1) El Estado

2) La Confederación General del Trabajo (CGT).

3) La Confederación General Económica (CGE).

 

Ya Perón en su primera presidencia había impulsado la creación de la Confederación General Económica, representativa del empresariado nacional constituido en gran parte por pequeñas y medianas empresas. Y desde ese momento, proviene la relación con Gelbard, quien es el que más trabajó para cohesionar un proyecto de empresarios nacionales. El Estado, según Perón tiene la función de mediador y/o articulador entre el capital y el trabajo.

 

La inflación estaba fuertemente descontrolada durante los últimos años de la dictadura. En consecuencia, era objetivo prioritario de política económica la estabilidad monetaria. Para ello se genera, primero un aumento salarial, e inmediatamente se retrotraen los precios a niveles previos, y se congelan precios y salarios. Con ello, como decíamos más arriba, se produce una notable redistribución del ingreso a favor de los trabajadores.

 

Un objetivo central era el aumento de la demanda agregada y en ella eran las exportaciones y, en particular, las no tradicionales o industriales. Se abrieron y profundizaron mercados nuevos, como los del Este Europeo, Cuba, URSS, países del tercer mundo, etc.

 

Otro objetivo general era lograr justicia social y crecimiento económico con integración territorial y social.

 

Se planificó completar el proceso de industrialización a través del desarrollo económico, la industria pesada, el desarrollo tecnológico, la ampliación de mercados internacionales, la integración del territorio nacional, en un marco de pleno empleo y justicia social, con plena independencia económica.

 

El primer paquete de leyes que se aplicó consistía entre otras en:

 

Establecimiento de precios máximos para determinados bienes,

 

Nacionalización del crédito, orientado hacia las pequeñas y medianas empresas.

 

Renacionalización de bancos.

 

Reforma de la ley de entidades financieras.

 

Crédito Social para la vivienda, consumo personal, comunitario y tarjeta social.

 

Reforma de la Bolsa de Valores.

 

Participación sindical y empresarial en los Directorios de los Bancos Oficiales.

 

Ley de Seguros.

 

Reforma tributaria.

 

Creación de la Corporaci6n de Empresas Nacionales.

 

Ley de impuesto a la renta normal potencial de la tierra.

 

Ley de tierras aptas para la explotación.

 

Programa de vivienda rural.

 

Reforma de la Junta Nacional de Granos.

 

Ley de defensa del trabajo y la producción industrial.

 

Ley de promoción industrial.

 

-Ley de promoción minera.

 

-Ley de inversiones extranjeras.

 

-Plan eléctrico política de sustitución de importaciones.

 

Plan de transporte.

 

-Plan siderúrgico.

 

Plan Naval.

 

-Plan celulosa y papel.

 

-Corporación de la pequeña y mediana empresa.

 

Empresa Nacional de Mercados Mayoristas.

 

Nacionalización de las exportaciones de granos y carnes.

 

Ley de Compre Nacional.

 

-Ley de Inversiones Extranjeras.

 

-Ley de transferencia de tecnología.

 

Promoción de exportaciones no tradicionales.

 

Control de Cambios.

 

Sin embargo, luego de cierto éxito inicial sobrevino una situación crítica, a una situación internacional de bonanza para los intereses argentinos hasta fines 1973, sobrevino la crisis del petróleo, con un muy fuerte aumento del mismo, caída de los términos de intercambio, proteccionismo europeo, proteccionismo de los países centrales, alza de precios internacionales que presionaron los precios internos que se hallaban congelados, etc.

 

Esta situación externa, más los conflictos y violencia política interna, pusieron en jaque al proceso.

 

Hubo además dos hechos que pusieron límites al programa, uno el asesinato de José Ignacio Rucci, secretario general de la CGT, principal apoyo del pacto y hombre de confianza del Gral. Perón a horas de que este asumiera la Presidencia; la muerte de Perón el 1 de julio de 1974, que desató luchas internas dentro del gobierno y aumentó la violencia política.

 

En los meses siguiente, Gelbard, debilitado intenta continuar con el programa fijado, sin embargo sectores empresarios transnacionalizados, la burguesía agropecuaria y aun sectores de la burguesía “nacional” ligados a intereses internacionales, comienzan una tarea de saboteo contra los precios máximos, mediante aumento de precios, desabastecimiento de productos, agio, etc, generando situaciones de inflación e irritabilidad social.

 

Ya Perón en su último discurso el 12 de junio de 1974 en la Plaza de Mayo denuncia el accionar de los grupos empresarios que entorpecían el desarrollo del programa.

 

El programa de Gelbard fue acosado y saboteado tanto de parte de la dirigencia empresaria, sectores del peronismo que rodeaban a Isabel Perón, llegando al extremo de pintadas contra el con amenazas de muerte y calificándolo de judío Marxista, solo y sin apoyos, se ve en la necesidad de renunciar.

 

Luego de un breve paso por el Ministerio de Economía por parte de Alfredo Gómez Morales es nombrado Celestino Rodrigo a cargo del ministerio, lo secunda Ricardo Zim, quien más tarde será vice ministro de Martínez de Hoz durante la dictadura.

 

El 4 de junio de 1975 el nuevo equipo devaluó el tipo de cambio en un 160%, el dólar pasó a valer de $ 10 a $ 26; duplicó en promedio el precio de las tarifas de servicios públicos y el transporte; aumentó el precio de los combustibles en un 180%; y a cambio concedió un aumento salarial del orden del 45%.

 

La rápida respuesta de los sectores gremiales, liderados por los dirigentes peronistas, como Lorenzo Miguel, puso rápido fin a la experiencia neoliberal orquestada por los sectores del empresariado concentrado y monopólico. Celestino Rodrigo debe renunciar y López Rega, debe exiliarse en España.

 

Los meses siguientes fueron una sucesión de ministros de economía, pero la situación política y económica era cada vez más difícil. Un gobierno autista, jaqueado por la violencia de derecha e izquierda, con poderosos grupos económicos saboteando cualquiera fuera el programa instrumentado, la acción pro golpe planificada de EEUU, a través de la CIA y el Departamento de Estado, un aumento en la conflictividad gremial dado el deterioro del poder adquisitivo de los salarios y las condiciones laborales, etc. Esta conflictividad gremial alertó a la burguesía que veía con temor el crecimiento del fenómeno, que muchas veces sobre pasaba a la misma dirigencia obrera. Comenzaron las campañas denunciado el peligro de la “guerrillas fabriles”, el desgobierno, la corrupción, etc, hasta el “anunciado golpe” en marzo de 1976.

 

El Rodrigazo fue la prueba piloto del camino de valorización financiera del capital que se refleja en la dolarización de la cultura argentina. Desde entonces, la huida hacia esa divisa destruye la capacidad de ahorro en moneda local, lo que fue abonado porque se liberó la tasa de interés para los depósitos y los créditos de la banca privada y se ajustó la tasa de los bancos oficiales, creando incluso títulos públicos alternativos al dólar como los VANA (Valores Nacionales Ajustables) que se ajustaban por inflación y llegaron a pagar tasas del 100% anual.

 

La corrida hacía el dólar transformó el mercado de cambio local, hasta llevar a la divisa , en marzo de 1976, al precio más alto del que se hubiera tenido registro hasta ese entonces. La sub facturación de exportaciones y la sobre facturación de importaciones posibilitó la fuga de capitales a gran escala, reduciendo la inversión y generando déficit comercial.

 

La movilización sindical acaba con López Rega y Rodrigo, pero las relaciones de fuerza ya son otras.

 

Quedó claro que la imposición de un programa de ajuste solo podría hacerse bajo una dictadura militar y con fuerte represión, sobre todo sobre los sectores obreros. Lo cual ocurrió, el accionar represivo más fuerte fue sobre las comisiones obreras internas y la mayor parte de los detenidos desaparecidos eran de origen sindical.

 

El Rodrigazo abortó el modelo sustitutivo de importaciones, no porque estuviera agotado, sino por la decisión de la gran burguesía argentina de acoplarse al mundo a través de un modelo de acumulación basada en lo rentístico financiero. Esto transformó el comportamiento económico y social del país, como prolegómeno necesario al golpe de Estado de 1976. Este escenario de predominio de la especulación sobre la producción potenció la concentración del capital, el endeudamiento externo, el desmantelamiento del tejido industrial, desocupación, indigencia y un alto nivel de exclusión social.

 

Como corolario de este proceso puede decirse que hubo una decisión estratégica de la gran burguesía de montarse en la nueva ola del capitalismo, el modelo rentístico financiero y las ideas monetaristas de Milton Friedman. Es decir pasar de un modelo industrialista basado en la producción y el trabajo a un modelo de acumulación basado en la especulación financiera.

 

Para esto debió apoyar el golpe militar de 1976, con la represión brutal incluida, para poder imponer el programa económico de Martínez de Hoz, que les garantizaba su inserción en los negocios de la intermediación financiera.

 

Es indudable que la falta de una burguesía nacional industrialista fue la limitante general a todo este proceso y la razón última del fracaso de los varios intentos por profundizar y completar el ciclo de la industrialización.

 

Cualquier intento futuro de reconstruir una argentina basada en el desarrollo industrial, deberá tener claro que el sujeto histórico que debería liderar este proceso es una “burguesía fallida”, que no tiene vocación ni conciencia de sus intereses de clase.

 

 

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