Industria del libro: primer año de gestión de Javier Milei

Libros que no se llegaron a imprimir, proyecciones que no se lograron alcanzar, dificultad en las ventas, oscura perspectiva para 2025. Revista Zoom consultó a referentes de la industria editorial independiente. Por Emilia Racciatti

La puesta en marcha de un plan económico y cultural para pocos, con una potencia de destrucción ejecutada desde el Estado, dejó su huella en la producción de libros de los sellos nacionales. A semanas del cierre de 2024, quienes desarrollan esos planes editoriales analizan las consecuencias del primer año del gobierno de Javier Milei y proyectan las posibilidades para 2025. 

Que el 2024 fue un año muy difícil es una respuesta unánime entre editoras y editores, después están las estrategias que pusieron en marcha para seguir produciendo libros y sostener un catálogo. Por ejemplo, Leonora Djament, de Eterna Cadencia, cuenta que tuvieron que “revisar permanentemente el plan de novedades y de reimpresiones en un contexto donde la caída general de las ventas y la inflación fueron históricas”. Algo similar a lo que sucedió en Caja Negra: “Estuvimos muy encima del plan editorial, muy atentos a las tiradas. Sacamos quince novedades y reimprimimos muchos menos libros, solamente nos dedicamos a impulsar las novedades”, explica Malena Rey, una de las editoras del sello.

“Cuando supimos los resultados de las elecciones en 2023 nos preparamos para un escenario muy recesivo. No nos sorprendieron las bajas de ventas, pero fueron más pronunciadas que las que esperábamos, sobre todo en el primer semestre con el aumento de los costos fruto de la devaluación y el consiguiente aumento de los precios de tapa. Parte de la preparación para este año malo fue planificar un catálogo más conservador, con menos riesgos. En ese marco no nos sorprendió ningún título, ni en repercusión ni en ventas. El primer semestre fue pésimo, incluida la Feria del libro, y en el segundo las ventas se estabilizaron en un piso muy bajo”, narran Mariano Blatt y Damián Ríos de la editorial que conformaron y lleva el nombre de sus apellidos.

En tanto, Carlos Benítez Gibbons, director de Punto de Encuentro, no duda en definir como negativo el balance sobre el 2024 “porque las ventas están muy paradas, y porque no se pudo editar por falta de presupuesto”. “Hasta entrado este año nadie sabía cómo iba a seguir la inflación. A fin del año pasado no teníamos precio de papel y así arrancamos este año: sin plan, porque era tal la incertidumbre que era imposible planificar. Después se comenzó a estabilizar un poco todo a partir del segundo semestre pero con un precio muy arriba, muy caro”, afirma.

En otro sello nacional como Adriana Hidalgo, este es un tiempo de reestructuración, ya que hace tres años encararon “un rediseño integral de las portadas, tipografías e interiores de nuestras colecciones y una recatalogación del fondo editorial”, creando un nuevo sello de pensamiento contemporáneo, denominado Interferencias que se suma a los ya existentes A.hache y pípala.

“El balance de 2024 está animado por la alegría del trabajo realizado y los logros obtenidos en esta hermosa actividad, estimulante y compleja”, dice la editora Adriana Hidalgo a Zoom.

Desde Córdoba, Javier Folco, director de Portaculturas, coincide con quienes advierten que fue un año cargado de incertidumbre y relata que tuvieron que posponer para el año que viene buena parte de lo que tenían ya editado para 2024 y repensar el plan del 2025. 

“Los títulos publicados tuvieron buena recepción en los lectores y la crítica”, destaca y enumera El más y el menos, de Erri De Luca, o ¡Quién iba a decir!, de Valeria Tentoni y Mariana Ruiz Johnson, como títulos con buenas ventas.

En Caja Negra, Rey resalta como sorprendentes los recorridos de Deseo postcapitalista, de Mark Fisher, que reúne las clases de su último curso; La vida espectral, de Eric Sadin, que funcionó muy bien porque el autor estuvo en el país y ayudó en la promoción y también Incierto y sinuoso, la autobiografía de Daniel Melero. 

Entre las sorpresas del catálogo de 2024, Adriana Hidalgo nombra Impresiones de una directora de escuela, de Hebe Uhart; La vida en serio, tomo 1 de la poesía completa de Juana Bignozzi; y ¿Por qué obedecer?, de Georges Didi-Huberman. Pero también los libros álbum: Malezas, de Marie Dorléans, y Construyamos una represa, de Daniel Fehr y Mariachiara di Giorgio.

Al pensar en 2024, Djament subraya que “la ejecución de un plan sistemático de destrucción de todo lo relacionado con la cultura y las industrias culturales nacionales (por mencionar solo estas áreas), la pauperización de la población, la censura y ataque a todo texto disidente son algunos de los aspectos que vivimos y la brutal crisis económica que seguimos atravesando es una de las consecuencias de este escenario”.
Con este trasfondo, sin embargo, resalta “la gran repercusión” de las reediciones de los dos libros anteriores de Alejandra Kamiya hasta los nuevos libros de Hernán Ronsino y Jorge Consiglio, los últimos libros de Claire Keegan y de Lydia Davis, así como las clases de Piglia sobre Borges que acaban de publicar.

Benítez Gibbons, de Punto de Encuentro, afirma que desde el sello se dedicaron a reeditar la colección de historia y ensayo Cabecita Negra, que es la que más se vende, y apostaron a un libro como La pluma en la garganta. Rodolfo Walsh, biografismo y poética, de Fernando Maguna, o Rosas. Pueblo y Nación, de Guillermo Caviasca, “pero no mucho más porque no había mucho presupuesto y tampoco había horizonte de ventas”.

Perspectivas para 2025

Desde la certeza de preocupación que impone la crisis actual, los responsables de llevar adelante los planes editoriales para el próximo año proyectan a pesar de todo. Por ejemplo, para Caja Negra, 2025 es el año en el que cumplirán dos décadas así que las expectativas son grandes y piensan celebrarlo con la misma cantidad de novedades que este año y una programación de actividades en Argentina, México, España y Colombia.

“A nivel nacional el objetivo es generar alianzas con otros editores, libreros y libreras para que no se sienta tanto la baja del consumo y de los consumos culturales en particular”, sostiene Rey.

Los Blatt & Ríos dicen que van a seguir siendo conservadores, preparan títulos como una novela de Agustina Adamoli, otra de Daniel Tevini, Historia del auténtico niño barbado de la China, una novela muy ambiciosa escrita en un castellano delicadísimo, y una nueva edición de Osvaldo Lamborghini. Una biografía, de Ricardo Strafacce. “Le tenemos fe al público lector, que hace esfuerzos para adquirir libros cuando son buenos”, insisten.

Djament resalta la cautela como aliada para 2025, “nada indica que vaya a ser un mejor año: los libros importados empiezan a ser más baratos que los libros locales en algunos casos, exportar sigue siendo muy difícil porque los libros argentinos son muy caros en el exterior, no hay ningún tipo de política, desde el Estado, de fomento a la industria, a los lectores o a los escritores, por mencionar algunos puntos”.

Adriana Hidalgo explica que “el plan editorial se proyecta para dos años y siempre hay algún cambio, debido a alguna traducción que se retrasa,  algún texto que no llega en los tiempos programados o se decide adelantar algún libro por alguna circunstancia imprevista o conveniente, pero en general se atienen a lo planificado”.

¿En qué están trabajando?  La reunión en un tomo de las libros que constituyen la obra filosófica Homo sacer, de Giorgio Agamben; The stack, de BenjaminBratton; Tener lo que se tiene, tomo 2 de la poesía reunida de Diana Bellessi; y la traducción del japonés de Luz y oscuridad, de Minae Mizumura.

Ante los indicadores económicos tan endebles, Benítez dice que un propósito es “sostener lo que está pasando en este segundo semestre que se está vendiendo un poquitito más con respecto al primer semestre del año anterior” y mantener la expectativa con respecto a la Feria del Libro del año que viene, que siempre es una apuesta, una posibilidad de mostrar lo que se produce, y una posibilidad de ventas”.

Para Folco, de Portaculturas, en 2025 lo prioritario será cumplir con los títulos pendientes de este año y reimprimir títulos que están agotados como Mi mamá es un pañuelo y Jardín del aire, ambos de la colección Periquito. Además tiene proyectada una nueva colección que cuenta con dos títulos por imprimirse y que busca generar un espacio donde jugar con las formas del libro por fuera del diseño de las colecciones existentes (su tamaño, tipografía, papeles, colores, etc.).

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