Gramajo: “estamos en una Argentina en la que 7 de cada 10 pibes son pobres”

En el marco de la tradicional celebración católica de San Cayetano, los movimientos sociales salen a la calle con fuertes reclamos a la política económica del gobierno. Entrevista a Alejandro Gramajo, secretario general de la UTEP. Por Carlos Benitez.

Con una vigilia que empezó anoche y una movilización que se lleva a cabo hoy y concluye en Plaza de Mayo, los movimientos sociales y las centrales obreras celebran un año más al patrono del trabajo, San Cayetano. Este año, la confluencia de las organizaciones está aunada en un fuerte reclamo al gobierno nacional por las políticas que está llevando adelante.

Revista Zoom habló con Alejandro Gramajo, el primer secretario general (desde fines del año pasado) de la Unión de Trabajadores de la Economía Popular (UTEP). “El 7 de agosto es una fecha de celebración festiva, donde uno va a pedir al santo del pan y del patrono, San Cayetano. Es una fecha que está arraigada fuertemente en lo más profundo del corazón del pueblo humilde. Pero además, está arraigada también en la consciencia colectiva de los trabajadores porque el compañero Saúl Ubaldini hace 40, 42 años encabezó una pelea saliendo de la dictadura, con la consigna ‘Paz, Pan y Trabajo’ y desde el 2016 en adelante los movimientos populares retomamos esa consigna histórica de pelea, de lucha, y le agregamos: ‘Tierra y Techo’. Desde 2016 venimos con estas jornadas de lucha, de protesta, de visibilización de los problemas, en este caso de los trabajadores de la economía popular. Y este 7 de agosto nos encontramos en un contexto difícil, distinto”, comenta Gramajo luego de la conferencia de prensa en donde anunciaban, el lunes pasado, la movilización de hoy.

-¿Por qué es la convocatoria a esta movilización?

-Primero, por la grave situación económica y social que vive la Argentina. Hace unos días conocimos los datos que publicó el INDEC del primer trimestre, en donde da cuenta de la realidad de la crisis social. Estamos hablando de que en la Argentina hay alrededor de un 55% de pobreza, es decir más de 25 millones de compatriotas están en situación de pobreza. Un 20% de indigencia, estamos hablando de muchísima gente que no puede comer, que no puede acceder a cosas básicas. Estamos hablando de una Argentina en la que 7 de cada 10 pibes son pobres. Hemos vivido en estos siete meses un deterioro económico muy profundo. Vos tenés (o tenías) dentro de nuestro país, gente que se organizaba en torno a la olla popular para poder morfar. Un poquito más alejado de esa realidad tenías a los trabajadores de la economía popular –de la economía informal— que, de alguna manera, con la política de urbanización de barrios, con el ‘Potenciar Trabajo’, con las unidades productivas y el equipamiento tenían un tipo de ingreso. Bueno, el gobierno tomó la decisión de desfinanciar todo tipo de programas vinculados a la economía popular y lo único que hizo fue empujar a ese sector rápidamente a la olla popular. Sumado a eso, la fila se agigantó, ya más multisectorialmente, porque tenés en la fila a los jubilados, que también, por ahí antes tenías a tu hijo que te daba una mano para que llegues a fin de mes, pero el problema es que tu hijo tiene que pagar el alquiler (los alquileres se fueron por las nubes) y no tiene la posibilidad de ayudar a su abuelo para llegar a fin de mes. Los abuelos que perdieron muchos de los medicamentos que antes accedían por el PAMI, los diferentes programas, eso está aniquilado, entonces la jubilación básica ya no le alcanza para nada al jubilado, entonces también parte de ese sector que se acerca a la olla popular. Tenés la cantidad de trabajadores que han quedado despedidos, tanto en el Estado como en la obra pública, la cantidad de comercios que van cerrando, la cantidad de despidos que hubo en estos meses. E incluso tenés al trabajador formal, que todavía tiene laburo pero no puede llegar a fin de mes porque el abanico de problemas económicos producto de que la luz aumentó más de un 150%, el transporte, el colectivo que según en qué lugar del país o de la provincia de Buenos Aires te lo tomes te sale entre 400 y 700 mangos, el tren que te vale 600 mangos, el subte que te vale 600 mangos. El laburante que tenía una motito para moverse, la nafta le sale una fortuna. Entonces también hay trabajadores formales, o laburantes que todavía mantienen su laburo que pasan por la olla porque no llegan a fin de mes. Lo vemos mucho en comedores acá en la Ciudad de Buenos Aires. Vienen muchos laburantes del conurbano o a hacer una changa o algo, y pasan por la olla para tratar de ahorrar un mango.

-Sin embargo, el Estado no asiste, ¿cómo hacen las ollas si cada vez tienen más demanda?

-Solidaridad. Lo único por lo que se sostiene el funcionamiento de las ollas es por la colaboración que hay del municipio, por la colaboración que hay de algunas provincias, y por la solidaridad. También es cierto que en los sectores populares siempre hay creatividad para resolver las cosas.
Después tenés un problema profundo también en la barriada, que por ahí hay comedores que no están encuadrados en movimientos, en organizaciones, en nada, que existen porque existen, como un mecanismo organizativo en el territorio. Nos han contado varios compañeros, que ha pasado quehay comedores que consiguen mercadería pero que la  consiguen a través de los transas, de los delincuentes, que también es un fenómeno que está apareciendo. No sólo pasa con el comedor, hoy uno de los problemas que tiene el laburante es que se endeuda. O te endeudas a través de la tarjeta de crédito, o te endeudas a través de plata que podés conseguir de algún prestamista. En general, los prestamistas en el barrio son transas, delincuentes. Eso es una realidad. Y la gente se endeuda para comprar alimentos, para poder pagar la luz, para varias cosas. Eso es un fenómeno que existe. Incluso, ponele, en los clubes de barrio han venido aumentos de luz: más de 1500%, es insostenible. Los clubes de barrio no tienen una política de financiamiento fuerte, entonces todo un caos en el territorio.

-¿Cómo va a ser la movilización?

-Vamos a hacer una bendición de herramientas, que la hacemos todos los años, por lo menos desde que nosotros asumimos y tomamos esta bandera. Después vamos a hacer una peregrinación reducida, porque no queremos caer en las provocaciones ni de Patricia Bullrich, ni de ningún sector del gobierno que quiera utilizar una jornada que debe ser pacífica y multitudinaria, porque lo que queremos expresar es el descontento de todos los sectores que se ven afectados por las políticas económicas del gobierno. Esta es una fecha de lucha de los movimientos populares y del pueblo trabajador.

Vamos a hacer una peregrinación reducida, por Av. Rivadavia, encabezada por el movimiento Misioneros de Francisco, que es un agrupamiento que se empezó a organizar a partir de la llegada del Papa (hubo compañeros que empezaron a armar capillas del misionero Francisco). Todo ese agrupamiento va a encabezar la peregrinación con el compañero Gringo Castro, que era el secretario general anterior de la UTEP. Él es uno de los compañeros Misioneros de Francisco. Después vamos a hacer un acto multitudinario en la Plaza de Mayo que va a intentar reflejar la problemática que nosotros empezamos a ver con más crudeza que es el problema del hambre. Va a haber una feria de economía popular, con productores de la agricultura familiar, de panificados, varias cosas más. Vamos a armar un comedor comunitario en la plaza para compartir la comida, compartir el pan con la gente. Y vamos a armar, en realidad lo están armando las madres, las abuelas y los organismos, varios puntos de donación de alimentos para que la gente vaya a donar alimentos, para que después sean distribuidos.

Militancia

-¿Cómo ves la militancia? ¿Hay un recambio generacional? Vos, como secretario, ¿sentís que hay compañeras y compañeros que están en ese recambio de generación en las otras organizaciones?

-Sí, yo veo que hay un proceso de aparición de nuevas referencias y también de políticas que se dan en las mismas organizaciones, de intento de construir. No sé si “recambio” es la palabra, yo creo que hay un componente –siempre— en la estrategia que tiene que ser acertado. Para mí tiene que tener tres componentes de perspectiva estratégica la construcción de poder: yo creo en la sabiduría de los más viejos, de los que portan canas. Creo en la determinación de los trabajadores. Todo espacio político, social, movimiento popular, sindical tiene que tener el componente de los trabajadores porque es el sujeto de transformación histórica. Trabajadores en su conjunto para no andar dividiendo entre economía popular formal y la rebeldía de los pibes. Creo que esa combinación de componentes sociales, etarios, es lo que determina la posibilidad real de construir una organización política, social, gremial que tenga perspectiva de futuro. Sin esos tres componentes para mí siempre quedás medio rengo.

-Claro, puede ser un recambio traumático en todo caso, si no están estos componentes que decís vos.
-Claro, puede ser a la fuerza, por disputas. Yo soy del (Movimiento) Evita, entonces siempre tuve muy buena relación con los viejos que vienen de otra historia política, de otras experiencias históricas, y siempre tuve muy buena relación porque uno trata de absorber lo mejor de la experiencia política que vivieron esos compañeros. Después bueno, hay matices, hay diferencias, hay discusiones, hay evaluaciones distintas de determinados procesos históricos. Pero bueno, todo eso hace a lo rico del movimiento nacional y popular. Si vos todo eso lo podés poner dentro de un espacio social político, me parece que te acerca más a la realidad y te permite cometer la menor cantidad de errores posible. Tienen que ser parte de la enseñanza de lucha histórica que vivió nuestro pueblo, porque no termina la historia ni cuando llega uno ni cuando se va el otro, sino que los militantes populares tenemos la obligación de siempre pensar una estrategia que le dé perspectiva de futuro a cualquier espacio social, porque los cambios son permanentes, las revoluciones son permanentes, las transformaciones son permanentes. No empieza ni termina con uno, individuo, ni tampoco con una organización político-social.
Entonces, para mí, todos esos componentes etarios y sociales son recontra enriquecedores, y sobre todo en un momento de la historia política y social como nos toca protagonizar a nosotros, que está cargada de mucho Liberalismo. Porque, lamentablemente, en los últimos 40 años de democracia siempre se prioriza más en la construcción política: la cara, los nombres, la sonrisa, la foto. Y no en lo que uno tiene que intentar hacer que es organizar al pueblo en todas sus dimensiones, en el campo, con los estudiantes, con los trabajadores, con las mujeres. Bueno, creo que todo eso hace a la vitalidad de cualquier movimiento político. No me gusta hablar de recambio generacional porque no es eso, es otra cosa. Es intentar darle perspectiva de futuro y trascendencia histórica a lo que uno hace, e intentar saber que uno también le va a pasar la posta a otro, y ese es el desafío de cualquier organización que se considera transformadora y revolucionaria, porque asume que no termina ni empieza la historia y lucha de nuestro pueblo con uno.

-¿Qué es la UTEP?
-La CTEP (Confederación de Trabajadores de la Economía Popular) empezó cuando empezamos en el 2010, 2011 con un grupo de compañeros que estaban Juan Grabois, Emilio, el Gringo Castro y otro grupo de compañeros a teorizar sobre la economía popular. Después de muchos años de debate, de discusión y sobre todo cuando empezamos el proceso de formalización institucional, que empezamos una pelea para tener un reconocimiento institucional en el Ministerio de Trabajo, por discusiones técnicas, terminamos poniéndole “UTEP”. En un proceso que también se da después de cuatro años de haber peleado contra Macri, en donde construimos un proceso de unidad superior, porque la primera etapa de Macrismo la iniciamos con un agrupamiento que estaba bueno, Juan, el Gringo, nosotros y algunos grupos más. Y fuimos a reencontrarnos con muchos movimientos populares que, producto de haber tenido diferentes balances de la etapa de Néstor y Cristina nos habíamos encontramos divididos en la victoria de Macri.
Lo que trata de expresar nuestra herramienta gremial es lo que no está reconocido, que está invisibilizado, que en lo concreto es: nosotros hemos detectado, hemos visibilizado, y para mí quedó claro en plena pandemia, el gobierno de Alberto Fernández hizo una política para darle recursos a los trabajadores informales principalmente, y había hecho una proyección para sacar la política del IFE de 3 millones y medio de personas. Se inscribieron 12 millones de personas. Lo que grafica eso es que hay 12 millones de personas que están fuera del mercado formal. Que podemos decir, en el mercado formal hay alrededor de 6 millones de trabajadores que están en el sector privado, hay 3 millones de monotributistas, hay 3 millones de empleo público, y tenés 12 millones de personas que están afuera, que de alguna manera viven, sobreviven. Gran parte de ese sector es la economía popular, comunitaria, informal, que en realidad son compañeros que están trabajando en la obra en el barrio, o en talleres textiles, en la agricultura familiar, en tareas de cuidado, reciclado, juntando cartón, o son vendedores de los espacios públicos. El problema de todos esos compañaeros no es que no estén trabajando, sino que no tienen derechos, no tienen acceso a la obra social, a la jubilación, etcétera.

Entonces nosotros tratamos de poner el problema de la nueva realidad del trabajo arriba de la mesa para discutir, en realidad, cómo integrar a ese sector. El gobierno anterior se fue con 5% de desempleo, una de las cifras más bajas de los últimos años, pero con 42% de pobreza. Este gobierno llevó el desempleo arriba del 10% y la pobreza al 55%. En realidad lo que describe ese 5% de desempleo y 42% de pobreza es que, el problema es que no tienen derechos. Entonces, eso es lo que nosotros tratamos de discutir, incluso sancionamos la Ley de Emergencia Social, que lo bueno de esa ley es que de alguna manera patea el tablero en la discusión de la política social, primero porque reconoce que en la Argentina existe un nuevo sujeto social que es el trabajador y trabajadora de la economía popular, que en definitiva son compañeros que se reinventan su trabajo. Entonces, se crea la política del salario social complementario, que lo que reconoce es que está el compañero que se dedica a vender chipá en la esquina, está trabajando, se gana su mango pero que necesita un complemento salarial para poder llegar al salario mínimo vital y móvil. Nosotros empezamos a intentar discutir esa problemática, porque acá en la Argentina el principal problema es cómo resolver el problema de la pobreza. Lo que tenés que hacer es agarrar sector por sector y ver cuáles son sus condiciones, de qué trabaja y pensar una política para integrarlo, y dar una posibilidad para que tenga su monotributo, para que pueda pagar una jubilación, que pueda tener salud, que pueda tener obra social, que pueda tener aportes, que pueda tener posibilidades de crédito. Porque los compañeros no son sujetos de crédito, y vos sabés que en los sectores populares no es que no se pagan los créditos, al revés, son los más cumplidores.

-Si mañana volviera un “gobierno popular” ¿Qué le pediría la UTEP, los movimientos sociales, los movimientos populares? O ¿qué no deberían hacer?
-Yo creo que deberían sentarse a pensar con nosotros, con empresarios, con trabajadores ¿Por qué digo con empresarios? Porque incluso hemos hecho experiencias importantes, con empresarios con los que ideológicamente no tenemos absolutamente nada que ver pero sin embargo hemos logrado cosas. Con Francisco de Narváez que es el dueño de Changomás, hicimos el año pasado dos experiencias interesantes. Una es que abastecimos con los compañeros de la agricultura familiar, del cordón frutoartícola de La Plata a más de 14 sucursales de Changomás. Entonces, los compañeros de la cooperativa acordaron directamente precio y logística. Lo mismo hicimos con la experiencia textil. Primero, sacamos un montón de compañeras de la clandestinidad, porque viste que el rubro textil el 60% es sector negro, y prácticamente esclavizado porque en sus ranchos arman los talleres textiles. Trabajamos también con Changomás, le empezamos a producir 5 prendas. Viste que tanto Changomás como otras cadenas así tienen su propia ropa con su propia marca. Bueno, nosotros le producíamos eso.
Entonces creo que hay una discusión que dar desde el sector privado, desde los trabajadores formales, desde el Ministerio de Trabajo, desde la presidencia en general, de discutir cómo van a integrar a los 8 millones de trabajadores y trabajadoras que se reinventaron su trabajo en la Argentina y que requieren planificación, que requieren estabilidad, requiere acompañamiento, no requiere persecución. Porque viste, acá el primero que llega te tilda de que sos un vago, que no trabajás, y no es así. Y el Estado lo que tiene que hacer es, como hizo Perón. Perón fue buscando sector por sector, los integró, los empoderó, les dio derechos, les dio posibilidades.

Alejandro Gramajo, secretario general de UTEP. Foto: Alejandro Santa Cruz

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-Eso fue una revolución.
-La mejor manera de hacer una revolución en la Argentina es empoderando y resolviendo los problemas de ese sector. Porque en realidad la revolución es eso, es resolver los problemas de la gente, que la gente viva feliz, que pueda tener su tierra, su techo, su trabajo, que pueda mandar a su pibe a la escuela, que pueda tener la posibilidad de tener salud como corresponde, que si tiene ganas de irse de vacaciones a la playa o al río o a una montañita, a una pileta, a cualquier lado, tenga la posibilidad de hacerlo. No es más ni menos que eso, hacer una revolución. Después todo lo otro es biribiri. Cuando termine el gobierno de Javier Milei que va a dejar arriba de un 60%, 70% de pobreza. Eso es catastrófico para la planificación del país. Creo que lo que vamos a exigir al próximo gobierno popular es que resuelva esto. Lo que está haciendo este gobierno es inhumano, es miserable.

-¿Cómo sigue la lucha después del 7 de agosto?
-Nosotros vamos a poner eje en el tema alimentario. Vamos a proponer planes de lucha para intentar resolver el problema de abastecimiento de alimentos. Nosotros venimos encarando por varios carriles, un carril es el judicial. En febrero hicimos una denuncia a la ministra Pettovello, que la encabeza el compañero Juan Grabois, por incumplimiento de funcionaria pública, que eso derivó después en los escándalos de la retención de alimentos en donde el gobierno tuvo que decir cuatro mentiras distintas. Y después presentamos un amparo colectivo desde la UTEP para que, mientras intentan pensar una política alimentaria, retrotraigan los convenios que tenían con varias instituciones a diciembre. La justicia, tanto lo penal como en el amparo colectivo, nos viene dando la razón. Así que bueno, y seguiremos peleando desde ahí.
Venimos dando la batalla pública también porque, frente a la campaña de difamación que decía que los comedores no existían, que las mujeres que se encargaban de los comedores no existían, que eran fantasmas, hubo también un acompañamiento de ciertos medios de comunicación para visibilizar lo que hacen las compañeras en el territorio. Y después, agenda de calle, que le vamos a proponer al resto de las organizaciones una serie de ideas para transitar de acá a fin de año.

-¿Eso también incluye a la CGT?
-Sí, la CGT nos acompaña en algunas cosas, otras como es una pelea más sectorial si se quiere, en algunos  momentos pegamos juntos, en otros pegamos separados pero con un acompañamiento. Es decir, si los bancarios tienen una pelea, nosotros vamos y somos parte de la pelea que tienen los bancarios. Y si los movimientos populares tenemos una pelea por los alimentos, la mayoría de los compañeros de la CGT o de la CTA también nos acompañan.
Así que bueno, avanzaremos en la propuesta de un plan de lucha. También estamos pensando en campañas de donación de alimentos, porque todavía hay gente que puede donar y por eso hay que apelar a la solidaridad. Porque son momentos muy críticos, en los que la solidaridad aflora, y esa solidaridad se tiene que transformar en organización y en lucha.

-¿Dónde ves que está el peronismo? ¿Qué pensás de la posición que dice que, aparentemente, no hay conducción?
-Yo creo que hoy la principal tarea de cualquier militante popular, ya sea en lo social, en lo gremial o en lo político es estar más que nunca junto al pueblo, porque el sufrimiento de nuestro pueblo es muy grande y requiere estar más cerca que nunca, organizándonos, acompañándonos, peleando juntos. Y no me cabe la menor duda también de que este proceso de derrota política electoral es una derrota política profunda, requiere que el campo nacional y popular discuta un modelo de país. Porque para mí la gran ausencia es que los trabajadores no tenemos modelo de país que defender. El peronismo significaba un modelo de país que los trabajadores defendían a muerte. Hoy no. Y creo que es el momento en el que nosotros tenemos que sentar nuestra Ley Bases, la Ley Bases de los Trabajadores, que ponga el centro en la soberanía, que ponga el centro en la resolución de la pobreza, que ponga el acento en cómo planificamos el país.

Asumamos que pasaron 40 años de democracia, que llegamos en estas condiciones, que se perdió la elección no por una maniobra electoral sino porque la gente evidentemente tenía motivos para no acompañar a un nuevo gobierno peronista, popular, porque estaba enojada. Porque si uno no comprende que un pibe o una persona que vivió 25 años de su vida (que es toda su vida) en un barrio popular, con su familia hecha mierda, le costó llegar a fin de mes, con niveles de violencia social, ¿cómo no lo vas a comprender para decir “che loco, evidentemente pasó algo”? Y ese “algo” es todo esto. Y para mí el campo nacional y popular tiene que dejarse de joder con pelotudeces, en todo caso después los mecanismos para resolver quiénes son los candidatos están, si hay que ir a internas se irá a internas. Pero hoy para mí hay dos prioridades. La primera prioridad es estar cerca de la gente y en paralelo empezar a discutir cuál es el modelo de país que le vamos a proponer al pueblo argentino.

Fotos de portada: Alejandro Santa Cruz

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