Es el petróleo, estúpido

Los negocios petroleros son el fondo sobre el que se celebra la nueva alianza entre Estados Unidos y Rusia. La estrategia de aislar a China y el mundo que se viene.

putin-trump

Me tomo la libertad de titular este artículo parafraseando la frase electoral de Bill Clinton y que hace poco fuera glosada por un notable especialista en geopolítica petrolera, dada la importancia que tiene el petróleo en la política internacional actual.

 

El petróleo conserva su actualidad, y esa es una de las causas de que la política exterior de Donald Trump se muestre dispuesta a asociar a Estados Unidos con Rusia y no con China. Cuando más fuertes sean los lazos con Rusia (dirigida por blancos y cristianos) más fácil será desligarla del no hace mucho conocido por los occidentales como el peligro amarillo.

 

Con la guerra fría, los occidentales se denominaban a sí mismos “occidentales y cristianos”, aunque Japón no era ni lo uno ni lo otro. Hoy la unión de Estados Unidos con Rusia podría ser de denominación menos errónea, ya que Putin es un miembro practicante de la religión ortodoxa. Y para colmo, su sector europeo es el aventajado que se impone sobre el asiático. Lo cierto es que en el año 2016 se desplegaron varias políticas que signarán los años próximos. En el año recientemente pasado el mundo del norte vivió dos hechos fundamentales: la separación del Reino Unido de la Comunidad Europea, y la elección en Estados Unidos que consagró a Trump. En ambos casos, hay autores que señalan la emergencia de corrientes populistas, ya sean de izquierda, como la de Jeremy Corbyn, el nuevo líder laborista inglés. o de derecha, como el propio Trump.

 

El nuevo presidente de Estados Unidos promete cambios en muchas de las políticas que se presentaban como inquebrantables por ciertos sectores del poder económico. Los intermediarios entre el poder económico y el gobierno ya no parecen necesarios. Los empresarios pueden manipular a los gobiernos pero ahora consideran que deben dar el siguiente paso con el gobierno de las empresas; con algún parecido con lo que pasa en nuestro país, toda vez que mediante la ceocracia los empresarios necesitan menos mediadores.

 

El petróleo en la geopolítica de las grandes potencias

Algunos se preguntan por qué hay tanta influencia creciente del petróleo en la política mundial cuando el mundo está transformando su matriz energética. ¿Pero esto es así? ¿Es real esta transformación verde de la matriz mundial?

 

El poder petrolero tiene cada vez más influencia en los gobiernos y en la política universal. Como antes, pero con mucha más profundidad ahora, el que no tiene petróleo no puede existir ni influir. Estados Unidos pierde el primer lugar como potencia económica por la creciente China (no se discute que militarmente conserva la primacía). La amenaza de Trump de poner aranceles del 45% a los productos chinos aún se discute fuertemente en los propios sectores empresarios de Estados Unidos. El populismo trumpeano planteó como eslogan electoral que Estados Unidos debe volver a ser la más grande potencia mundial. Pero mientras sea el gran deudor de China vivirá una inestabilidad en el sector económico como segundón.

“Separar Rusia de China, para que esta última se quede sola y sin petróleo, es parte de la estrategia de importantes sectores empresarios norteamericanos”

Entonces, la estrategia para recobrar el primer lugar perdido consiste en debilitar a China en sus asociaciones internacionales y en sus proveedores de petróleo, como es Rusia. China agotó el petróleo de su mar, pero hoy se supone que posee el no-convencional, que necesita el uso del fracking. Rusia está en el primer lugar como exportador de crudo en el mundo y quien dependa del petróleo ruso, y también del de Medio Oriente, quedaría desamparado si se separa de Rusia, porque la provisión de origen árabe entra en una faz cada vez más inestable, debido a los conflictos armados de la región (“dónde hay petróleo hay guerra” siempre se dijo). “En Siria, en Yemen, en Egipto, en Camboya, la gente y los niños son bombardeados por tres barriles de petróleo”, afirma Beatriz Aguirre-Urreta, del CONICET argentino.

 

En reciente trabajos analistas internacionales llegan a la conclusión de que la Energy Statistics Administration del gobierno de los Estados Unidos (EIA) no repetirá el error que cometió cuando atribuyó erróneamente gigantescos recursos a una nueva región no-convencional en Monterrey.

 

No en vano el presidente y accionista más importante de ExxonMobil (la primera empresa petrolera norteamericana) será designado canciller de relaciones exteriores mientras se asegura que un petrolero texano será el ministro de Energía.

 

Volver al “principado rojo”

Estados Unidos no tuvo diferencias con Rusia y China en las dos guerras mundiales: estuvieron asociados entre ellas. Pero el canciller que asumirá el 20 de enero es, además, amigo del líder ruso. Vladimir Putin, desde el primer cargo de gobierno, fue generoso en otorgar concesiones a ExxonMobil, la antigua Standard Oil, símbolo, con la británica Shell, del imperialismo petrolero del siglo XX.

 

Mientras ExxonMobil obtiene concesiones, las otras firmas adquieren acciones del fondo de Rosneft (Glencore, de origen estadounidense, la italiana ENI, la noruega Statoil). British Petroleum, por su parte, se asoció con otra petrolera rusa y terminó siendo intervenida por el gobierno. El 30 de agosto de 2011, ExxonMobil y Rosneft firmaron una importante asociación con exclusividad sobre el mar Ártíco. Los rusos consiguieron la promesa de abordar territorio de Estados Unidos y en el golfo de México.

 

Pero la asociación petrolera tiene sus espacios secretos: en los Panama Papers aparece la empresa Exxonefts inscripta en el paraíso fiscal británico de las Bermudas.

 

Esta, sin embargo, no es la primera vez donde un sector petrolero norteamericano mantiene una relación estrecha con los intereses rusos. Lenin fue amigo de Armand Hammer. Todo el mundo conoce a Lenin, pero no siempre al petrolero estadounidense.

“Como antes, pero con mucha más profundidad ahora, el que no tiene petróleo no puede existir ni influir”

Hammer era descendiente de rusos, cuyos padres emigraron a Estados Unidos. Hay historiadores que afirman que su padre conoció a quien fuera el líder de la revolución comunista. Armand Hammer fue un médico enriquecido en el comercio del arte de las pinturas y de ese modo hizo una fortuna. Compró una pequeña petrolera que comenzó a tener grandes éxitos en el descubrimiento de petróleo (primero en Libia, luego en América Latina, Medio Oriente y en los propios Estados Unidos). Así Hammer se convirtió en multimillonario y su empresa Occidental, conocida como Oxy (en Argentina logró uno de los contratos de Arturo Frondizi en Mendoza), pasó a ser una de las más grandes petroleras norteamericanas. Según varios historiadores, Armand fue amigo de Lenin, y según algunos incluso le pagó su exilio en Suiza y le habría financiado el viaje triunfal a Moscú, cuando la corriente bolchevique se hizo del gobierno ruso, hace cien años. Es más, Oxi habría favorecido a la Unión Soviética a través de la comercialización de crudo. A Armand lo bautizaron el “príncipe rojo” por esta amistad.

 

O sea que la amistad petrolera ruso-norteamericana tiene una tradición de más de un siglo, ayer entre Armand Hammer y Lenin, y hoy entre Rex Tillerson y Putin.

 

Resumen: aislar a China

Separar Rusia de China, para que esta última se quede sola y sin petróleo, es parte de la estrategia de importantes sectores empresarios norteamericanos. ¿Podrán hacerlo? Los últimos esfuerzos de Barack Obama de conflictuar la relación con Rusia no van en esta dirección. En esto se juega el destino de Trump y de la geopolítica mundial. Nosotros lo veremos sin tener participación alguna: el gobierno de Mauricio Macri y Susana Malcorra eligieron a Hillary Clinton sobre Trump. Para remediarlo, Macri designó como nuevo ministro en el área de economía a Nicolás Dujovne, hijo de un socio de Trump en el negocio inmobiliario y de la construcción de edificios, mientras Malcorra, que tambalea por sus continuos errores, llora por haber apoyado a la señora Clinton.

 

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