El mapa de un traspié parlamentario

Radiografía y saldo de la fallida sesión para expulsar a Julio De Vido. La sombra terrible de CFK en el Congreso, los perdedores y la estrategia cambiemita de apostar todo a Carrió.

Las condiciones estructurales de derrota macrista en el Congreso nacional están fijas desde octubre de 2016. Los gobernadores peronistas perdieron el miedo a la acusación de golpismo por negar respaldo de sus diputados y senadores desde que Elisa Carrió (eje fundamental de Cambiemos) lo hizo primero, exponiendo la fragilidad del esquema con el que venció el actual oficialismo en 2015, y que movía a los caudillos provinciales a acordar porque el regreso de esa familia a Balcarce 50, en esos términos, se tornaba muy brumoso. Súmese que nadie juntó méritos para reemplazar en la conducción justicialista a Cristina Fernández, que encima reincide competitivamente en provincia de Buenos Aires. No es seguro que vaya a ganar, pero la sola chance ya supone efectos poderosos.

 

El cambiemismo, que hace del “combate a las mafias” su leitmotiv, no logró expulsar a Julio De Vido de la cámara baja. Semejante tema en medio de tamaña presión mediática y tan cerca de las PASO y, pese a todo, al kirchnerismo le habrían sobrado voluntades aunque se hubiesen presentado todos los ausentes y el ex ministro de Planificación no hubiese votado por sí mismo.

 

Se ha dicho que pusieron el asunto en agenda como parte de la campaña electoral. Jorge Asís bautizó como Morsa versión 2017 a De Vido, en memoria de la falsa denuncia contra Aníbal Fernández (por presunta autoría intelectual de tres narco-asesinatos) que ayudó a la victoria bonaerense de María Eugenia Vidal, y por ende a Mauricio Macri en el balotaje presidencial. La CEOcracia es producto de una demanda ciudadana de cambio cuyo contenido más preciso es el moral. CFK leyó bien aquel rechazo, y por ello apostó a un intachable como Jorge Taiana para secundarla y a una nómina de candidatos a diputados de renovación casi completa.

 

Pero cuidado con absolutizar: diecinueve meses macristas no deben haber pasado en vano. Si la presidenta mandato cumplido reincide, aún con modificaciones políticas (las ya mencionadas más su pacto con los intendentes peronistas de la provincia de Buenos Aires, máxima institucionalidad que le queda al partido en dicha geografía), es porque piensa que la censura moral que sufrió antes puede ser doblegada ahora a partir del deterioro socioeconómico causado por su sucesor. Jaime Durán Barba coincide con ella, y por eso ordenó a los suyos evitar la economía como polémica.

 

Si pese a todo De Vido no pudo ser echado, ¿será que la líder de Unidad Ciudadana dio en el clavo?

“Se ha escuchado que el macrismo “ganaba aun perdiendo” con el tema De Vido. No parecían estar convencidos de ello sus legisladores al salir de la sesión en que, una vez más, como desde hace casi un año, patinaron”

No todo gira en torno a la grieta que separa a Cristina de Macri, pero es indudable que ese duelo tiñe el resto de las discusiones. Las ha puesto en pausa, hasta que aclare cuando se abran las urnas que develarán si la santacruceña de La Plata sigue siendo taquillera. Para muestra, alcanza con mencionar que uno de los grandes derrotados de la sesión De Vido fue Juan Manuel Urtubey, el gobernador salteño. El Bloque Justicialista, que el periodismo mal ha denominado “de (Diego) Bossio”, expresó en su momento a varios gobernadores que, desconociendo el mando de la santacruceña de Tolosa una vez ida ella de Casa Rosada, juntaron porotos para negociar desde una posición de mayor fortaleza en el marco de una cámara baja de puras minorías.

 

El único con posibilidad de proyección nacional ahí es el marido de Isabel Macedo. Durante la sesión del miércoles sólo le respondieron acompañando al oficialismo sus coprovincianos y Bossio, que es un caso aparte. Sus colegas son apuntados de complicidad con el salvado porque, de lo contrario, se explica, “podrían ser complicados por éste ante la Justicia”. Débil razonamiento: la imputación, políticamente, ya se la están comiendo igual. Acaso se trate de que no crean que el ético siga siendo un motivo poderoso para Cambiemos como inductor a la construcción de consensos. Ahí debería pensar dos veces Durán Barba si no arriesga mucho apelando otra vez sólo a la pureza, tras tanto ajuste.

 

Allí se encerró a litigar también el massismo. Y a las víctimas de la regresión, ¿quién les habla? Señales de una realidad que, aunque no sea ideal para el kirchnerismo, tampoco es ya la de 2016.

 

Los gobernadores asegurarán su terruño, primero; y pensarán en lo que sigue después de octubre. En Chaco, la liga que comandan Domingo Peppo y Jorge Capitanich ha revalidado credenciales. Mantuvieron la distancia provincial de 2015 (55/42 entonces, 46/34 ahora). Perdieron votos porque el Frente Chaco Merece Más sufrió desgajamientos. De otro modo, habrían sostenido marcas. Como en Resistencia ya hace dos años los márgenes habían sido menores, ahí cayeron. No es, pues, un repudio a Coqui, quien es vital para la arquitectura de su heredero. Pero ambos deberían estudiar tanto los egresos descriptos como el alto ausentismo registrado y el crecimiento del Partido Obrero como manifestación antisistema. ¿Repudio al opoficialismo peppista, que su antecesor, pese a pirotecnia verbal y lealtad cristinista, avala? Hubo un aviso, ahora tendrán que calibrar de nuevo.

 

Habrá, así las cosas, paritaria del interior, sea que el cambiemismo repita o que Cristina Fernández resurja. Pero, ¿podrá obstinarse el Presidente en su programa cualquiera sea el escenario?

“Si cuando apostaron al acuerdismo para avanzar se destacó Emilio Monzó, hábil tejedor, hoy que la judicialización vuelve a ser el lema la que escala es Carrió”

Se ha escuchado que el macrismo “ganaba aun perdiendo” con el tema De Vido. No parecían estar convencidos de ello sus legisladores al salir de la sesión en que, una vez más, como desde hace casi un año, patinaron. Hacia el interior de la CEOcracia la reconfiguración es evidente. Si cuando apostaron al acuerdismo para avanzar se destacó Emilio Monzó, hábil tejedor, hoy que la judicialización vuelve a ser el lema la que escala es Carrió. Le pidieron que juegue en CABA, Vidal la saca a pasear en PBA tras haberla censurado como postulante allí y es en general la vocera de la campaña. Macri está callado, aparece poco. ¿Conduce? ¿Le presta el volante apenas por ahora a la jefa de la Coalición Cívica, le fue arrebatado, o hay un poco de todo? Como sea, ella no para de ganar posiciones. Tan distinta a un radicalismo indiscutiblemente timorato, inapetente.

 

El problema para Macri es que es a él a quien le resta todavía la mitad de su mandato en un contexto de escollos que aconsejaría prudencia y amplitud. Pero las apuestas de Lilita son a todo o nada.

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