El arca rusa de Mauricio

Carta de navegación de la gira de Macri por Rusia, Suiza y Francia, entre el peso de los errores pasados y las concesiones que sueñan con la mentada lluvia de inversiones.

La gira de Mauricio Macri durante los cuatro días que pasará en Europa combina duras negociaciones en Moscú con su comparecencia ante Máxima Zorreguieta y los mimos que recibirá del grupo Rothschild en París. Un mix calculado por sus asesores, para que tenga un final feliz. Sin embargo, las concesiones que debe hacer en Rusia preanuncian para las próximas décadas agudas luchas de intereses sobre nuestra soberanía.

 

El presidente arribó a Moscú el lunes por la noche en un tour que incluyó una reunión con su par ruso, Vladimir Putin. Previo a eso, celebró un anhelado desayuno con un grupo de 18 empresarios interesados en invertir en la Argentina. Participaron directivos de Biocad (biotecnología), Gazprom (energía), Gazprombank (Banco), Phosagro (agroquímica), Rosatom (energía nuclear), Sinara (inversiones), Uralkali (fertilizantes), y Vnesheconombank (banco de desarrollo). Con éste último está pendiente la ejecución de un crédito de 2015 por el 85% de los 2600 millones de dólares presupuestados para la construcción de la represa de Chihuido (Neuquén). También asistieron representantes de Lukoil (petrolera), Mail.Ru (internet), Russian Railways (ferroviaria), Vtb Bank Group (banco), Yandex (internet), Russian Copper Co. (cobre), Transmashholding (ferroviaria) y Softline (tecnología de la información). El presidente pintó en los mejores colores la situación argentina y los alentó a invertir en proyectos agrarios y extractivos, pero no hubo intercambio sobre inversiones en concreto.

 

Por su parte, Aranguren se reunió con la petrolera Lukoil, interesados en comprar la empresa Oil Combustibles (del Grupo Indalo), a pesar de las graves dificultades que la compañía tiene con la AFIP. O sea, que un representante de Shell decidirá sobre la inversión de una competidora.

 

Dentro de las negociaciones rusas se encuentra también la compañía URAmerica, que está analizando producir uranio en el chubutense cerro Solo, junto a la frontera con Chile, en asociación con Uranium One, una compañía canadiense que el año pasado fue comprada por Energía Nuclear Rosatom, una empresa pública de la Federación Rusa, a la vez el cuerpo regulador nuclear de este país que reúne a más de 350 empresas nucleares rusas.

 

Etchevehere, en tanto, se encontró con el presidente de ACCOR, el más grande grupo de productores rusos, especialmente interesado en genética bovina (semen y embriones), caballos en pie, máquinas de siembra directa y tolvas. Asimismo tiene previsto negociar con el ministro de Agricultura ruso las tarifas y las normas fitosanitarias para habilitar en la Patagonia puertos pesqueros en los que barcos rusos ingresarían sus productos.

 

El encuentro del presidente Macri con Vladimir Putin, por lo demás, osciló entre el protocolo y las promesas. En la reunión participaron también los principales colaboradores de ambos. Hablaron durante casi tres horas y “a agenda abierta”, o sea, mezclando todos los temas. Seguramente, la delegación argentina debió rendir cuentas sobre el retraso en la construcción de las represas en Santa Cruz y Neuquén y la postergación de Atucha 3. Típico del estilo de negociación de Putin es armar paquetes estratégicos en los que combina temas conflictivos y no problemáticos, para sacar la mayor ventaja. No sería de extrañar que Argentina haya cedido en materia agroindustrial, energética y pesquera. Tampoco la ayuda recibida en la búsqueda del ARA San Juan habrá salido gratis.

 

Finalizada la actividad oficial en la capital rusa, Macri emprendió viaje a Zürich, para trasladarse a Davos, donde tendrá una intensa agenda de reuniones con líderes empresarios y políticos. En primer término, compartió allí un almuerzo con directivos de empresas en la denominada Casa Argentina. Más tarde recibió a Bill Gates, quien insiste con la educación compleja para cerrar asimetrías y evitar una crisis en el mercado de trabajo ante la actual revolución robótica. El multimillonario tiene interés en invertir en programas educativos ligados a sus tecnologías.

 

La agenda se completa con reuniones con directivos de Temasek International (inversionista), Total (petroquímica y energética), Cargill (agroquímica), Coca-Cola (alimenticia) y Lloyd’s (seguros). También habrá encuentro con el primer ministro de Canadá, Justin Trudeau, y, más tarde, con representantes de Facebook y Siemens.

 

Luego, el mandatario rendirá examen ante la reina Máxima, su gran protectora, y se reunirá con el primer ministro de Holanda, Mark Rutte, así como con el presidente suizo, Alain Berset. El jueves, en tanto, Macri mantendrá un encuentro con el director ejecutivo del Foro Económico Mundial, Klaus Schwab, y dará su discurso en la sesión plenaria del Foro como presidente del G20.

 

La actividad oficial en Paris comenzará el viernes 26 de enero con un desayuno de trabajo con directivos de compañías miembros del Movimiento de Empresas de Francia. Al mediodía almorzará con representantes de otros sectores empresarios en las oficinas del Grupo Rothschild, donde será recibido por el socio-gerente de la firma, Olivier Pécoux. Por la tarde se encontrará en el Palacio del Elíseo con el presidente de Francia, Emmanuel Macron. El sábado 27 por la noche, finalmente, emprenderá el viaje de retorno a Buenos Aires.

 

Desesperado por atraer inversiones en agronegocios, minería, energía y pesca que no llegan, el presidente no titubea en entregar soberanía y derechos consagrados. En Rusia lo hace obligado por los errores ideológicos cometidos al principio de su gobierno, cuando incumplió impúdicamente los contratos bilaterales de 2013 y 2015. Para evitar sanciones y multas debe ahora hacer concesiones en áreas estratégicas. Mientras tanto, en las reuniones con la reina Máxima (administradora del mayor fondo de inversiones de Europa) y el Grupo Rothschild cierra negocios personales a costa del Estado argentino.

 

Con una política exterior que combina un reaccionarismo trasnochado con negociados personales y cesión de soberanía, las obligadas concesiones a Rusia preanuncian no pocos conflictos entre las potencias por la influencia sobre nuestro país y la Antártida. Conflictos que padecerán los gobiernos sucesivos, pero que por estas horas empiezan a delinear sus difusos contornos.

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