“A las tres de la tarde había terminado de preparar mi valija, estaba listo para partir. Dado que la madre de Norman estaba casada con un republicano eminente había puesto las armas arriba de todo: la vieja y afidable Browning High Power, las S&W nuevas, una Airweight 38, un Bullpup Mossberg calibre 12 y mi cachiporra favorita.”
James Crumley
Quizá sea exagerada como cita pero cuando se trata de republicanos nunca se sabe, estos tipos hacen girar el mundo a su manera y por eso la NRA los apoya, pero las guerras que nos interesan se juegan con otras armas, en las que siguiendo la consigna de Malcom X se combate con todos los medios necesarios y algunos republicanos están en la primera línea.
La prensa cotidiana de los Estados Unidos y paises satélites parece el Manual de Escritura en Condicional, hablo de aquellos servicios editoriales que giran alrededor de la vida y los hechos de Donald Trump y el llamado Rusiagate, que se relata siempre en condicional hasta que aparezca ¡finalmente! el arma del delito, o que todo termine en el olvido, hasta ahora las novedades reflejan más las correrías de un putañero serial que un complotista internacional. Pero mientras tanto estas ‘noticias’ dan la vuelta al mundo golpeando el objetivo fijado: degastar al titular de la Casa Blanca, embarcado en una guerra abiertamente declarada contra una oposición inter estatal, burocrática y mediática.
El 31 de julio de 2018 comenzó el juicio al lobbista Paul Manafort, que fue director de la campaña electoral de Trump de mayo a agosto de 2016, y parece ya fijada la fecha de inicio del juicio contra el presidente que se realizará en setiembre de 2018. Y puntualmente reaparece el mismo personaje: ‘una abogada cercana al Kremlin’, una señora que se llama Natalia Veselmitskaya, que crea a los diligentes repetidores orales de noticias alguna dificultad a la hora de pronunciar el apellido.
La acusación estrella apunta a que el joven Donald Trump jr y su cuñado se habrían encontrado en la Trump Tower de New York en 2016 con la abogada, tentados frente a la posibilidad de recibir información picante sobre la señora Hillary Clinton, información que podía aportar munición gruesa a la campaña electoral. Personalmente no son cosas que me preocupan, sabemos ya quién es la señora Clinton y evidentemente lo sabía también una parte del electorado estadounidense.
Y escucho los comentarios indignados de los periodistas italianos y europeos y me pregunto cual es el motivo de tanta indignación. Estados Unidos tiene una regla de oro para primarias y presidenciales: vale todo. En 2016 el partido democrático lanzó contra el candidato republicano una serie de ataques llenos de elementos inquietantes, conozco personas que estaban aterrorizadas o francamente preocupadas frente a la posibilidad que el candidato Trump ganara las elecciones, se pensaba ya a un apocalipsis nuclear. Y el ‘vale todo’ para las elecciones lo aplican también en casa ajena; tienen sus caballos favoritos y los apoyan publicamente (referendum pro reforma constitución en Italia en 2016, declaraciones del embajador USA en apoyo al SI, propugnado por el gobierno de Matteo Renzi: ‘podría facilitar las inversiones americanas en Italia’).
O también ayudan con fondos secretos, o pasan informaciones confidenciales, es imposible no pensar que en las elecciones generales italianas del 2.06.1946 el candidato de la democracia cristiana Alcide De Gasperi no contase con el apoyo estadounidense (como en Argentina en la misma época actuaba el embajador Spruille Braden), la posguerra en la Europa occidental había reservado una sorpresa a los vencedores: en Italia existía un partido comunista fuerte, bien organizado que además había sido la columna vertebral de la guerra partisana. Ya instalado en el gobierno De Gasperi viajó a Estados Unidos donde obtuvo un préstamo de 100 millones de dólares y un resarcimiento de 50 millones por ‘los daños sufridos durante la guerra y la ayuda prestada a las tropas estadounidenses’. Son cosas que se saben desde siempre y nadie se escandaliza.
¿O el problema será que Trump ha contado con una ayudita de Vladimir Putin? Para los medios informativos de USA y Europa, sean de derecha o de izquierda existen tres demonios: Trump, Maduro y Putin. Una intervención rusa en las elecciones estadounidenses se considera insoportable, un hecho ajeno al inmaginario hegemónico del esquema Guerra Fría/ Caída del Muro/ Fin de la Historia que sostienen los partidarios del contenimiento y mano dura con Rusia.
Y además te viene la sospecha que los medios en USA sufran del sindrome del ladrón que tiene miedo de ser robado.
Es cierto que Trump ha complicado la vida de tantas personas y políticos, por ejemplo aquellas naciones de la ex Unión Soviética que forman el flanco occidental de la Rusia actual. Durante la era de Barak Obama y la señora Clinton habían recibido tratamientos y atenciones especiales, se especulaba con eventuales ingresos a la NATO; enrolados en un programa de hostilidad permanente contra Rusia con la excusa de crear un cordón sanitario, ligados por la estrategia de una respuesta común contra una eventual agresión terrorista; como todos sabemos un misil táctico es el arma ideal contra aquellos terroristas que armados de cuchillos se lanzan contra los turistas que pasean en las ramblas marítimas. Y todo esto cambió, la estrategia de Trump no parece ser la de Obama.
Pero vuelvo a la abogada Veselnitskaya, que también aparece como protagonista colateral en el affaire Magnitskij
Sergej Leonidovic Magnitskij era contable, abogado y colaborador del financista americano Bill Browder, que había realizado una serie de operaciones económicas en Rusia, probablemente puso los pies donde no debía y fue obligado a abandonar el país en 2005. Magnitskij, que había permanecido en Rusia fue arrestado en 2008, las acusaciones se referían a una presunta colaboración en fraudes fiscales atribuidos a Browder. Magnitskij sufría de pancreatitis, después de un año fue encontrado muerto en su celda. Según una reconstrucción no fue atendido por los médicos y durante los días previos a la muerte habría sido golpeado en diversas ocasiones por 8 guardias armados de bastones de goma. La dirección de la prisión decidió que no había lugar a proceder contra los médicos. Ningún culpable.
Y entonces entra en escena el congreso de Estados Unidos ¡que en 2012 aprueba el Magnitskij Act! El proyecto había sido depositado en las cámaras el año anterior, negaba el visado a un grupo de 18 funcionarios rusos, a dependientes del ministerio de Finanzas y magistrados, y se aplicarían como castigo algunas medidas financieras hasta que el gobierno ruso no indagase escrupulosamente sobre las circunstancias de la muerte de S.L. Magnitskij y no adecuara su sistema judicial a los standars de la legalidad internacional.
Obama firmó el texto con pocas ganas en diciembre de 2012, Rusia respondió con dos medidas: prohibió la adopción de niños rusos en Estados Unidos y anunció que no habría otorgado el visado de ingreso a 18 americanos ‘que habían violado derechos humanos’, jueces, agentes de la DEA, abogados y ¡Dick Cheney! Cheney, que seguramente quería hacerse invitar a una partida de caza por Putin ¡pero el ruso es astuto como un zorro de la estepa para caer en esa trampa!
En tanto la cuestión Browder se ha enriquecido con nuevas revelaciones y contra revelaciones, mientras que el encuentro de la abogada rusa con Trump jr hasta el momento no ha aportado nada nuevo, pero esperamos las revelaciones que presumiblemente conoceremos a partir del juicio al lobista Paul Manafort, que probablemente buscará negociar un acuerdo con el fiscal.
Pero a nosotros nos interesa otra cosa, Sergio Romano, opinionista del Corriere della Sera, que fue embajador italiano en la Unión Soviética desde 1985 hasta 1989 escribe:”No es difícil inmaginar que impresión habrá causado en una Rusia eternamente sospechosa y su sospechoso presidente una ley promulgada en un parlamento extranjero que pretende hacer justicia sobre asuntos acaecidos en otro país. Y todavía más sorprendente es que el Magnitskij Act, clamorosa interferencia de un Estado en los asuntos internos de otro, haya sido aprobado en un país que no ha ratificado el Tratado Penal Internacional porque sostiene como doctrina la de no permitir que sus ciudadanos sean convocados a rendir cuenta de sus actos en una corte de justicia fuera de Estados Unidos.”
La coherencia formal no es una virtud de la política imperial.
La verguenza tampoco.
Nota: la información sobre el Magnitskij Act se encuentra en el libro “Putin e la ricostruzione della grande Russia” de Sergio Romano, pagina 111, Longanesi 2016.
Nota 2: durante una partida de caza en su ranch de Texas, en febrero 2006 Dick Cheney baleó (accidentalmente) a su amigo, el abogado Harry Whittington de 78 años, que por suerte sobrevivió no obstante un leve infarto sobreviniente a la herida. Cheney utilizó una Perazzi calibre 28.
Desde entonces y como era previsible nadie acepta una invitación para ir a cazar de parte de Dick Cheney.
Nota 3: el financista Bill Browder es el nieto de Earl Browder (1891-1973), secretario del Partido Comunista de USA durante el periodo 1929/1945. Browder practicó una gestión no estalinista y se mantuvo dentro de lo posible fuera de la órbita del Komintern. Browder fue protagonista de un hecho excepcional: “La Universidad de Harvard rompió un precedente de más de 300 años retirando del programa una conferencia prometida a Browder”, el clima de censura en 1939 preludiaba la histeria anticomunista de la Guerra Fría. Los hijos de Browder fueron destacados matemáticos, también el nieto ama los números pero su pasión especulativa ha tomado una dirección diferente.
En 2015 Browder publicó “Red Notice”, un libro ágil y agradable donde cuenta su llegada a la Unión Soviética, muy interesante la descripción del país después de la caída del Muro, y el campo que se había abierto para inversiones audaces y desprejuiciadas (que dieron origen al grupo de los denominados Oligarcas). La segunda parte del libro cuenta su lucha judicial y mediática para liberar a Sergej Leonidovic Magnitskij.
La información sobre la suspensión de la conferencia en Harvard se encuentra en “Dashiell Hammett. Biografía” de Diane Johnson, capítulo 13. Seix Barral 1985.
Nota 4: la citación de James Crumley corresponde a “The Mexican Tree Duck”, 1993.