Hay disparadores coyunturales y problemas estructurales detrás de la suba. No hay un solo motivo que la explique, es una conjunción de factores. Lo resonante es que tomó una velocidad que nadie esperaba.
Entre los disparadores coyunturales hay cuestiones internacionales (suba de tasas en EE.UU. y fortalecimiento del dólar) y locales (ruido político 28-D, impuesto a renta financiera). Frente a eso, lo lógico era que el peso se deprecie, como el resto de las monedas. El tema es la posición del BCRA: la primera reacción fue intentar frenar ese movimiento, vendiendo reservas, a contramano del mundo.¿Por qué? Por el impacto en precios que tiene el dólar, en un contexto de inflación alta.
Pero el mercado le torció la mano y el dólar subió. El «desarme de posiciones» (fondos saliendo del país) viene siendo enorme. Ese es el principal cambio: el «humor de los mercados» se está dando vuelta.
No es la primera señal: desde enero que ni el Estado Nacional ni Provincias pueden colocar deuda en el exterior. El BCRA parece haber subestimado eso, y a partir de ahí tuvo un comportamiento errático. Es la primera vez que hay cierto consenso entre los analistas de todos los arcos de que el BCRA parece perdido y actuó incorrectamente.
¿Había alterantivas? Difícil saberlo. Algunos dicen: “dejalo correr y dale un ‘mazaso’ más arriba”. Pero si vas quemando reservas y no lográs bajarlo, das una mala señal y alentás la corrida. También se dice que llegó tarde la señal de tasas.
Preocupa que el BCRA no logró contener la suba. Falló en sus objetivos. Preocupa que el «poder de fuego» (tasa + reservas) aún no fue suficiente. Genera una mala señal que la situación «parezca» fuera de control. El mal manejo retroalimentó el movimiento original.
El problema estructural es que Argentina tiene un déficit de cuenta corriente elevado (salen más dólares de los que entran, hablando mal y pronto). Genera cada vez más dudas y no hay un camino que garantice que eso se solucione de manera virtuosa.
El problema no es el déficit externo en sí (de hecho es lógico que se de en una economía en crecimiento y con inversión), sino la velocidad y el ritmo que había tomado. Y esa «película» comenzó a ser cada vez menos atractiva para los fondos internacionales. Y, como consecuencia de la fuerte desregulación de la cuenta de capital (entrada y salida de dólares), los movimientos de los capitales a corto plazo son más fuertes y abruptos. En momentos de auge no se ve, en momento de salida sí.
En síntesis: estamos lejos de una crisis terminal. El BCRA tiene reservas de sobra. Se alcanzará un nuevo equilibrio, con mayor dólar y mayor tasa que el anterior. Pero la señal de un BCRA que puede ser doblegado genera preocupación para el futuro. Y los impactos en la economía «real» son evidentes: traslado a precios de la suba del dólar (nafta, insumos importados, bienes transables, etc.) directos e indirectos. El famoso «pass-through». Las depreciaciones en Argentina, al menos en el corto plazo, son contractivas.