El peronismo: unidad de superficie, crisis de dirección
El frente Fuerza Patria, con Axel Kicillof como figura predominante, evitó una fractura interna, pero mostró su límite estratégico. Los acuerdos logrados en la provincia de Buenos Aires —con Gabriel Katopodis y Verónica Magario encabezando en la Primera y Tercera Sección— respondieron más a un delicado equilibrio de poder entre los distintos grupos, que a una visión de país o una hoja de ruta común. Hay unidad, pero sin conducción clara ni proyecto superador.
La Libertad Avanza: blindaje interno y polarización programada
El oficialismo cerró filas bajo el férreo control de Karina Milei, quien ordenó las listas con disciplina vertical. Los acuerdos con sectores del PRO, especialmente el bullrichismo, reforzaron la estrategia de expansión territorial sin diluir el núcleo ideológico libertario.
Acosado por la incertidumbre económica, un dolar que se dispara y una crisis del sector externo a corto plazo, apuesta a un triunfo rotundo en las próximas elecciones. Aunque este triunfalismo parece más un relato hacia su núcleo duro, que a un hecho concreto que ni las encuestas ni la calle permiten visualizarlo.
Por ahora, solo la motosierra, el relato mesianico y el discurso del enemigo interno siguen siendo los pilares de una campaña basada en la polarización total. Milei apuesta a un electorado movilizado por el rechazo, más que por la esperanza.
El PRO: subsumido y sin brújula
El otrora partido de gobierno llega a esta instancia política en su momento más crítico. Desdibujado, sin liderazgo y con fuerte dispersión territorial, el PRO fue absorbido por La Libertad Avanza en buena parte del país y reducido a una expresión marginal en los armados distritales. Sus figuras de peso, entre la sumisión y el aislamiento, no lograron imponer una estrategia propia.
Tercera vía: entre promesa frustrada y caos interno
Somos Buenos Aires, que aspiraba a convertirse en una opción de centro moderado, terminó como un espacio sin cohesión ni relato. La interna se desbordó en múltiples secciones: Julio Zamora impuso su candidatura en la Primera, mientras que en la Tercera y Sexta Sección estallaron disputas entre radicales, peronistas disidentes y figuras cercanas a Elisa Carrió. La salida de algunos referentes, entre ellos Margarita Stolbizer evidenció el colapso político del armado: sin programa, sin conducción y con un perfil desdibujado, el espacio perdió su sentido original.
Un sistema político sin centro ni dirección
Lo que deja este cierre de listas es un escenario donde la representación política se ha vaciado de contenido estratégico. El oficialismo radicaliza su oferta y se encierra en un núcleo duro. El peronismo intenta reorganizarse, pero arrastra las mismas debilidades estructurales desde hace años. El PRO se desintegra. Y las opciones intermedias se disuelven en sus propias contradicciones.
La democracia argentina transita una etapa de estancamiento: se negocian candidaturas, pero no se debaten ideas; se cierran listas, pero no se abren horizontes. En este contexto, las elecciones de 2025 no son solo una disputa por bancas legislativas, sino una oportunidad —tal vez la última en mucho tiempo— para reconstruir el vínculo roto entre política y sociedad.
El único interrogante que tiene toda la clase política es saber si la tendencia al ausentismo seguirá siendo preponderante en las elecciones por venir. Un dato que los dirigentes de todos los espacios no pueden soslayar.
Sin embargo la dirigencia argentina y no solo la política, parece no ver o no querer ver la situación de crisis terminal , no solo económica, sino tambien social y sobre todo moral que la lógica de la motosierra y la destrucción del Estado están llevando a la sociedad argentina. ¿Como se reconstruye una sociedad y se sanan sus heridas después de una gestión que solo se caracteriza por la destrucción del tejido social y productivo de una nación?
Si la dirigencia persiste en administrar el corto plazo con pactos de supervivencia, sin proyecto de nación, sin una estrategia de crecimiento , desarrollo y mas y mejor democracia, lo que sigue puede no ser simplemente más inestabilidad, sino un salto al vacío.