Buenos Aires: el día después

¿Cómo quedó el escenario político bonaerense tras las elecciones? Cambiemos entre la supremacía y las pujas internas, la disputa por el liderazgo peronista y el crack massista.
Foto: Infobae

Terminó el proceso electoral, el primero con Cambiemos como oficialismo y los peronismos en la oposición. Como anticipamos aquí, parecieron ser una suerte de ballotage reloaded, apuesta que le vino como anillo al dedo al gobierno. Ahora la mesa chica Macri-Peña-Durán Barba-Larreta-Vidal va a avanzar a todo ritmo, pero hasta donde le dé, con el reformismo permanente que anticipó el presidente con el diario del lunes.

 

Para la oposición, la frase para la eternidad de Julio Humberto Grondona –“todo pasa”– puede transformarse en algo así como “todo sigue, de alguna manera”. A algunos no les queda otra. Los datos están, no tiene sentido hacer un popurrí. Siempre es más útil formular preguntas e imaginar algunas respuestas.

 

Si el mes pasado creíamos que aquellos sectores y dirigentes mejor posicionados en los polos competitivos querían anticiparse al nuevo orden político, se debe preguntar ahora qué puede inferirse de lo que están haciendo en estos momentos, consumado el proceso electoral.

 

Números en el territorio y en la Legislatura

Cambiemos se hizo con el predominio electoral y territorial en la Primera Sección electoral. Ganó en los distritos donde en dos años apunta a hacerse con la intendencia, como San Martín, Hurlingham e Ituzaingó. Las excepciones: los distritos del Gran Buenos Aires más alejados de la capital –las 3M, José C. Paz, Escobar–, la ingeniería electoral andreottista en San Fernando, y aquellos otros distritos como Marcos Paz y la anomalía de General Rodríguez.

 

Cristina ganó donde era esperado, en la Tercera Sección. Sin embargo, Cambiemos achicó diferencias, quedando abajo por 300 mil votos. Como muestra, valen los 30 puntos de La Matanza –aunque Unidad Ciudadana llegó a los 50– y apenas los dos puntos que separaron a Cristina de Bullrich en Avellaneda –la lista de Ferraresi pudo ampliar el margen a cuatro; Gladys González le puede comer los talones en el 19–.

 

Esta situación metropolitana, junto a las secciones del interior, redunda en la Legislatura del modo siguiente: a partir del 10 de diciembre la bancada de Cambiemos tendrá 28 senadores de los 46 que integran el cuerpo, con lo que logra mayoría y quórum propio. En Diputados, el bloque quedará conformado por 43 de los 92 legisladores que componen esa cámara. Lo central de este asunto es que este incremento significa el arribo de los intendentes cambiemistas a la Legislatura bonaerense.

 

Las internas del poder

Volvamos a referirnos al predominio en la Primera. ¿Se acabaron los problemas para el oficialismo? De ninguna manera. Mutaron, se trasladaron desde la contienda con la oposición hacia el predominio al interior de sí mismo. Este desplazamiento significa que las diferentes tribus cambiemistas dirimen una interna –aun subterránea– para hacerse con el control político. ¿Es malo para ellos? Podemos decir que es lógico.

 

Esto es algo que se viene disputado desde hace meses. Agrupando, podemos decir que existe un subgrupo de los intendentes “nuevos” –Ramiro Tagliaferro, Diego Valenzuela, Nicolás Ducoté, al que se le puede adosar a Jaime Méndez–, frente a otro de los considerados “viejos”, donde recalan Jorge Macri y Gustavo Posse.

 

La primera pulseada tuvo lugar en el cierre de listas, cuando la nómina de senadores provinciales fue peleada por los intendentes de Tres de Febrero y Vicente López, imponiéndose este último. Los resultados finales dejaron mejor parados a los “viejos” –la lista de Esteban Bullrich pasó el 60%– aunque los “nuevos” asignan a esto un sentido diferente.

“¿Se acabaron los problemas para el oficialismo? De ninguna manera. Mutaron, se trasladaron desde la contienda con la oposición hacia el predominio al interior de sí mismo”

“El voto de San Isidro y Vicente López es estructural, cualquiera que vaya ahí con nuestra boleta saca lo mismo”, aseguraron en un palacio municipal. En los dos municipios aludidos replican que el desempeño de Cambiemos se explica, además de por el arrastre de arriba, por la valoración de las gestiones locales. Desde el entorno del primo del presidente enfatizan en esto para marcar una diferencia que, según ellos, “es de años luz” a su favor.

 

En la Tercera la cosa tiene otro talante. En primer lugar, porque el objetivo, al que creen poder llegar, es alcanzar al peronismo –recordemos lo dicho antes acerca de Avellaneda–. En segundo lugar, porque hay menos intendentes propios. Aquí el armador es el jefe comunal de Lanús, Néstor Grindetti.

 

A Martiniano Molina lo ralea un poco su performance: en Quilmes CFK le ganó a Bullrich por un punto y medio, mientras que su lista de concejales apenas se pudo imponer a la del ahijado de Aníbal Fernández por menos de uno. Algo parecido le pasó a Mauricio Gómez de San Vicente. Jorge Nedela, de Berisso, salvó las papas: le ganó al kirchnerismo por ocho puntos, mientras que el ex ministro de Educación hizo lo propio frente a la ex presidenta.

 

¿Asoma una salida política para el Fondo del Conurbano?

Vidal espera una definición favorable de la Corte Suprema sobre el reclamo de eliminar el tope de 650 millones, lo que le permitiría a la provincia de Buenos Aires recibir más de 50 mil millones de pesos anuales. La derrota de una buena parte de los gobernadores que exigen una compensación ante una posible desfinanciación los apuró a lograr una salida política.

 

Los votos le permiten negociar al gobierno con ventaja. El federalismo argentino es, como dijo Julio Burdman, más político que económico. Por eso vale preguntarse si una inyección de fondos puede redundar en autonomía política para la gobernadora, algo inédito teniendo en cuenta la relación presidente-gobernador bonaerense.

 

Diego Genoud sugiere que las recorridas de Marcos Peña en este suelo pueden leerse a la luz de relativizar esta posible autonomía. Aunque garpe menos que las roscas de corto plazo, no habría que dejar de seguir con atención este tema por sus implicancias.

 

Tras la derrota, ¿la interna?

Cuando comenzaron a olfatear la derrota, la mayoría de los intendentes del peronismo bonaerense buscaron apurar un cónclave que defina la fecha para las elecciones partidarias. Fernando Espinoza intentó dilatar la cuestión. Finalmente, el 17 de diciembre habrá elecciones.

 

Quienes deseen ser candidatos tendrán hasta el 16 de noviembre para presentar lista. Nadie tiene nada claro, salvo esto. Quien ya avisó sobre sus intenciones fue Gustavo Menéndez de Merlo. En el acto de la recuperación de la UNO mostró quienes lo acompañan: los intendentes Alberto Descalzo (Ituzaingó), Santiago Maggiotti (Navarro), Ricardo Curutchet (Marcos Paz), Leonardo Nardini (Malvinas Argentinas), y los vueltos desde el randazzismo Gabriel Katopodis (San Martín) y Juan Zabaleta (Hurlingham).

“La encrucijada que vive el PJ se resume en una definición que proporcionó una importante autoridad partidaria: “Todos están buscando la unidad porque no hay condiciones para ir a una interna, eso es suicida. Pero como estamos haciendo cosas suicidas, por ahí ocurre”, deslizó”

Espinoza intentaría seguir al frente. Se asegura que para ello contaría con el visto bueno de la ex presidenta. El plan B puede ser Magario. Resta saber el comportamiento del otro gran actor de veto, Lomas de Zamora. Martín Insaurralde parece estar más interesado en competir por la gobernación antes que por las rencillas partidarias. Sin embargo, no puede desentenderse del todo. ¿Posicionará a alguien de su confianza? Sonó por estos días el nombre de Juan Pablo de Jesús, intendente del Municipio de la Costa.

 

La encrucijada que vive el PJ se resume en una definición que proporcionó una importante autoridad partidaria: “Todos están buscando la unidad porque no hay condiciones para ir a una interna, eso es suicida. Pero como estamos haciendo cosas suicidas, por ahí ocurre”, deslizó.

 

Antes de volver, tiempo, espacio y que la casa esté en orden

Sólo Massa sabe lo que va a hacer. ¿Volver a la estructura formal del peronismo? De hacerlo, lo hará a su manera y es más plausible pensarlo para 2023. Puede preparar el terreno ensayando marcos de alianzas con aquellos sectores poco pegados al cristinismo.

 

Otros, como Bossio, le sugieren un tiempo afuera para meditar. Corre el riesgo de, una vez retornado, encontrarse aún más disminuido. Esto tiene que ver con el territorio. Massa quedó tercero en Tigre, detrás de Esteban Bullrich y CFK. La lista local de Julio Zamora fue víctima del batacazo del actor Segundo Cernadas, pese al trabajo de corte de boleta que aplicó. Como si no fuese suficiente, laderos de Cernadas anticiparon que intentarán desplazar al massismo de la presidencia del Concejo Deliberante.

 

Trabajo que sí le rindió frutos a Luis Andreotti, quien creció en relación a agosto y dobló en votos a su líder, quien repitió en San Fernando el tercer lugar. Es significativo para Massa pasar de triunfos arrolladores a tener que permitir el corte. Se sabe: cuando hay que defender el territorio, casi todo está permitido.

 

Hay más. Es un secreto a voces la tensa relación entre el intendente Zamora y Malena Galmarini, supersecretaria municipal. Algunos hasta se animan a agregar que esta tensión existe también con Massa. Tras las generales, hubo una serie de encuentros entre estos actores. Algunos creen oír cantos de sirena que se traducen en un desplazamiento de Malena, lo que sería casi ruptura política.

 

¿Habrá algo de cierto o esos cantos de sirena tienen mala intencionalidad política?

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