En la reunión de gabinete del pasado martes 28 el presidente Mauricio Macri recabó preocupado información y consejo sobre las consecuencias para Argentina del denominado «Brexit» (la decisión de los electores británicos de abandonar la Unión Europea). El ministro de Hacienda, Alfonso Prat Gay y su equipo buscaron calmar al resto de los ministros señalando que la decisión «no afecta la economía local». Claro que la habitual ligereza de análisis del ex-JP Morgan desconsidera las chances y los riesgos que la ruptura de la UE plantea a Argentina.
Desde el Ministerio de Hacienda y Finanzas señalaron que «en el plano financiero las turbulencias no nos afectan porque tenemos cerrado el financiamiento para este año». Después de recolectar 16.500 millones de dólares para pagar a los buitres, el Tesoro se quedó con divisas para cubrir el déficit fiscal producto de la recesión y de los cuantiosos regalos impositivos realizados. Sin embargo, si el maná no cae del cielo en este segundo semestre, como prometía el gobierno hasta hace poco, Prat Gay tal vez deba romper la alcancía. ¿Y después? Probablemente la crisis de Europa quizá no les dé chance de buscar nueva deuda allí. No obstante, los funcionarios sueñan con que el Brexit contribuya al éxito del blanqueo, ya que –especulan-, los activos locales pagan las mayores rentabilidades del mundo y la tasa de rentabilidad empresaria también es elevada.
En el intercambio comercial directo entre Gran Bretaña y Argentina no se esperan impactos de importancia porque es muy pequeño. En 2015, el comercio con el Reino Unido alcanzó 1.274,9 millones de dólares (1,1% del total comercializado por Argentina). Sí es, empero, previsible una alta volatilidad temporaria en los precios de las commodities que afectaría el valor de nuestras exportaciones hacia la Unión Europea como un todo y el ingreso de divisas comerciales. El 14,3% de las exportaciones y el 16,3 del total de las importaciones de nuestro país se realizan con la UE, que ocupa un lugar importante entre nuestros socios comerciales. En 2015 Argentina vendió al bloque 8.108 millones de dólares e importó por 10.938,8 millones. El saldo fue deficitario en 1.930,9 millones.
Si bien nuestro comercio directo con el Reino Unido es de menor cuantía, su economía está fuertemente integrada con la del resto de su continente, por lo que la salida del bloque perturbará fuertemente las cadenas de producción y elevará los costos de producción
Si bien nuestro comercio directo con el Reino Unido es de menor cuantía, su economía está fuertemente integrada con la del resto de su continente, por lo que la salida del bloque perturbará fuertemente las cadenas de producción y elevará los costos de producción, haciendo las exportaciones europeas menos competitivas en el mercado mundial. La consecuencia será una disminución de su crecimiento y, probablemente, una recesión plurianual.
Al mismo tiempo, la decisión ya tomada por el Consejo Europeo, reunido el martes pasado en Bruselas, de prohibir a la Bolsa de Londres negociar títulos en euros afectará su rol como principal centro financiero internacional y probablemente la obligue a subir las tasas de interés con las conocidas consecuencias recesivas para la economía mundial.
En el mediano plazo –señalan algunos analistas- la liberación de Gran Bretaña de los controles europeos sobre los mercados financieros le permitirá concentrar los numerosos paraísos fiscales ya existentes en su área de dominio en un único y gigantesco refugio para evasores impositivos y lavadores de dineros mal habidos. La esperanza expresada por el equipo de Hacienda de que el Brexit induzca a algunos argentinos a repatriar más capitales de lo previsto aparece en este contexto como fatua.
François Hollande ya marcó la cancha: “no habrá mercado común à la carte”, avisó. Si el Reino Unido quiere mantener el mercado común con el resto de la Unión debe aceptar la libre circulación de las personas, advirtió. Ésta, precisamente, fue rechazada por la xenofobia británica el 23 de junio pasado. Las negociaciones entre ambos divorciantes se anuncian como difíciles.
El Brexit clausuró, al menos por ahora, las negociaciones para firmar un acuerdo de libre comercio entre la Unión Europea y el Mercosur. Estas negociaciones ya dependían antes del modo cómo cerraran las negociaciones europeo-norteamericanas para instituir el Tratado Trasatlántico de Comercio y Asociación (TTIP, por su sigla en inglés), tratativas que ahora se retrasarán hasta después de la elección norteamericana del 8 de noviembre. No es pensable que europeos y suramericanos vuelvan a sentarse a la misma mesa hasta el año próximo.
Gracias a la decisión británica los países del Mercosur han mejorado sustancialmente su posición internacional
El voto británico debilita a la vez a la City de Londres (fortaleciendo a Wall Street) y a la Unión Europea. Gracias a Barack Obama, Estados Unidos ha recuperado el control sobre buena parte de la especulación financiera mundial. Con esta palanca en la mano, el Tratado de Asociación Transpacífico (TPP) y su hegemonía sobre el continente americano, el (casi seguro “la”) próximo/a presidente/a de EE.UU. podrá negociar por separado con la UE y el Reino Unido el TTIP y consolidar la hegemonía mundial de su país. En este sentido -hay que reconocer- Mauricio Macri ha reaccionado correctamente desde su punto de vista colonial, cuando dejó trascender el martes 28 que “hay que plegarse en todo a los Estados Unidos”. Es dudoso que sus reinas madrinas en Londres y Amsterdam lo acompañen, pero, cuando el barco se hunde…
Gracias a la decisión británica los países del Mercosur han mejorado sustancialmente su posición internacional. Si tienen la voluntad, el momento es excelente para recuperar autonomía y presionar en las negociaciones de soberanía sobre las Islas Malvinas. Desde que éstas cesan de ser territorio de ocupación europea para depender sólo de Londres, es el momento adecuado para denunciar los tratados de Madrid de 1990, recuperar nuestra soberanía y avanzar en la ONU con una propuesta para asociarlas al Mercosur.
El referendo británico ha conmocionado la estructura del poder imperial, pero, después de un período de ajuste, éste volverá a funcionar. Por eso es urgente que los gobernantes suramericanos aprovechen la coyuntura. Si no entramos por esta ventana de oportunidades, se cerrará por mucho tiempo y nos dejará afuera.