Carta abierta a la comunidad

En la víspera de la XIV Marcha del Orgullo en Tucumán, bajo el lema “Nuestro orgullo es con derechos, al odio Nunca Más”, una carta de amor y rebeldía. Por María José Bovi

El año 2024 está por terminar. En Tucumán hace calor de verano desde octubre. Es más difícil, con estas temperaturas, no sentir la suba de la tarifa del colectivo cuando estamos ahí arriba todos amontonados; es más difícil dormir a la noche de un solo tirón, porque tenemos que encender y apagar el aire o el ventilador a cada rato perseguidos por el miedo a las boletas de luz; es más difícil ahora llegar cansados a nuestros trabajos porque los despidos están mordiendo nuestros talones. Pero no es solo en esta provincia, el país ta´quepela, como decimos aquí en el Norte. 

Desde el 1° de enero al 31 de octubre, en nuestro país —si es que todavía podemos decir “nuestro” y “país”— se han producido 217 femicidios vinculados a mujeres y niñas, 3 lesbicidios, 5 trans-travesticidios y 18 femicidios vinculados a varones adultos y niños, según un nuevo informe del Observatorio de Femicidios en Argentina “Adriana Marisel Zambrano” que dirige La Casa del Encuentro. Más de treinta víctimas habían realizado denuncias, diez femicidas tenían dictadas medidas cautelares de prevención, 22 víctimas registraban indicio de abuso sexual, cinco víctimas en presunción de prostitución y trata, tres estaban embarazadas, tres eran lesbianas, cinco trans, diez migrantes, 16 víctimas en contexto de narcocriminalidad y treinta femicidas se suicidaron sin la posibilidad de ser juzgados por organismos del Estado. De 243 víctimas, 63% fueron asesinadxs en sus hogares y 54% por parejas y exparejas. Sin contar noviembre y diciembre…

Miro estos números y pienso: ¿cuántas madres quedaron sin sus hijos? ¿Cuántos hijos sin sus madres? ¿Cuántas familias lloraron a sus hermanas, nietas, primas? ¿Cuántos amigues perdieron amores? Esos números nunca aparecen en estadísticas, y como parte de una sociedad, estoy segura de que en donde muere una persona, mínimo, lloran dos. ¿Cuántas lágrimas habremos dejado en este suelo estos doce meses?

En palabras de Claudia Rodríguez, referente trans latinoamericana: “Qué ganas de tener un brazo biónico para tener la seguridad de poder defendernos sin miedo”.

También me atrevo a decir que, a pesar de que un 56% eligió que todes vivamos bajo las leyes de una Libertad —Libertad que poco entiende la consigna de ser libre en términos humanos y mucho entiende en números de mercado—, hoy somos más del 50% quienes andamos haciendo cálculos de resistencia cotidiana. ¿Cuántas salidas al mes para fingir un poco de demencia pagamos con tarjeta de crédito? ¿Cuánto nos alegramos cada vez que vemos 18 o 24 sin interés? Es increíble, nos ilusiona la cuota baja y, al mismo tiempo, nos impacta estar endeudados año, año y medio, dos años con entidades financieras por un par de zapatillas, la compra del mes del supermercado, el cumpleaños de algún ser querido.

El fuego no se encendió desde que Milei ganó las elecciones, no; el fuego está encendido desde hace tiempo, quizá desde que empezamos a pronunciar la palabra cambiemos. Pero ahora, ardemos. Estamos quemados. De lindo que sería todo hoy si hubiéramos elegido el verbo transformar.         

En doce meses de nuevo gobierno se eliminaron los organismos rectores en políticas de género y se desfinancian los pocos programas que sobreviven. No hay, desde el Ejecutivo, ningún anticipo de medidas, políticas públicas y programas que prevengan y trabajen para erradicar la violencia de género, lo que constituye un ejemplo concreto de lo que llamamos Violencia Institucional. Argentina fue el único país del G20 que rechazó firmar el documento sobre Empoderamiento de la Mujer.

En un trailer de película de terror sobre los doce meses de gobierno seguro aparecería Justo Fernando Barrientos tirando en una habitación de un hotel de Barracas, donde duermen cuatro lesbinas, un explosivo casero; tres lesbianas muertas y la única sobreviviente pidiendo la recusación del juez Edmundo Rabionne, quien se niega a reconocer lesbicidio y no aplica la perspectiva de género al caso; Jairo Henoch Guzmán, referente de la Libertad Avanza en Santa Cruz, comparte una imagen de la bandera del orgullo incendiada en Instagram con el mensaje “en Argentina, solo la celeste y blanca”; quienes hacen críticas negativas a la serie nueva de Cromañón dicen que “en 2004 no había gays rollingas” y que “los inventó CFK”; Milei busca anular el decreto 476/2021 que amplió los derechos reconocidos por la Ley 26743 de Identidad de Género y que posiciona a Argentina como primer país en reconocer y ampliar derechos otorgando el DNI no binarie; desaparece Loan Danilo Peña con cinco años; un montón de personas siguen buscando a Tehuel a pesar de haber conseguido la primera sentencia que reconoce un transhomicidio; se recorta a nivel nacional un 76% de los fondos para VIH e ITS; se cancela un libro en una escuela y se persigue a escritoras mujeres, mientras buscan bajar la edad de imputabilidad a 13 años; el PAMI recorta la entrega de medicamentos a jubilados; la ley de Cupo Laboral Trans no se aplica; los desempleos crecen; las universidades públicas y gratuitas se desfinancian; la Policía y las fuerzas de seguridad aumentan; Jaldo decide no adherir a ninguna ley de género porque “lo indica Dios”. Y tan solo es un trailer…

Estamos tristes y estamos cansados, estamos enojados y estamos alejándonos cada vez más y más rápido de los otros. El futuro llegó hace rato, dijo el Indio, y llegó como no lo esperábamos. ¿Cómo no sentirnos así? Si ese gatito sigue ahí. Pero también, en algún momento, estamos desesperados y podemos, con nuestro enojo, reunirnos, charlar, abrazarnos y decidir, otra vez, vestirnos, maquillarnos, draguearnos, montarnos, llenar nuestros cuerpos de glitter y salir a la calle, a esa calle que es territorio de odio para cantarle, con Lali, “no voy a vivir con miedo a nacer; si voy a morir, que sea más tarde. No voy a parar por miedo a correr, sé que quisieran poder controlarme”. Queriendo hacerlo, seguimos insistiendo en todos los puntos de aquella Carta Abierta a los Homosexuales con la que se conformaba el Frente de Liberación Homosexual en 1973, solo por mencionar uno: “Acumular fuerzas, sistematizarlas, haciendo de ellas un hecho histórico y político para lograr liquidación de nuestra persecución, tanto en las costumbres, como cuando toman formas estatales”.

Por eso, este sábado 7 de diciembre de 2024, San Miguel de Tucumán vibrará otra vez al ritmo de pasos diversos que marcarán en marcha un lema: “Nuestro orgullo es con derechos, al odio Nunca Más”. La XIV Marcha del Orgullo, además, nos convoca a todos, todas y todes, en el Monumento al Bicentenario.

Sí, convoca a todos porque deberíamos encontrarnos más unidos, más visibles, ser muchxs más haciendo frente a los discursos de odio con los que nos persiguen, nos matan, nos queman, nos violan, nos quitan derechos, nos abandonan. O se los hacen a nuestros amigos, familiares y cercanos. Sí, a todos, porque es necesario que entiendan que las personas de la diversidad sexual no vivimos menos por nuestras elecciones y deseos, vivimos menos porque el odio y el prejuicio nos mata.

Desde el calor del Norte, esta provincia late al ritmo de su identidad como una gran ciudad universitaria, donde confluyen juventudes que desafían el statu quo. Aquí, la diversidad no solo florece: se organiza, se visibiliza y se levanta como un faro de la Memoria. Nos unimos para celebrar quiénes somos y también para exigir justicia y memoria, para enfrentar los prejuicios que nos quieren invisibles, para reclamar un país, una provincia, un territorio, donde nuestras vidas sean igual de valiosas que cualquier otra. El sábado 7, en Tucumán, el orgullo es la democracia. Democracia como un campo en disputa, donde nuestras libertades se ganan y se defienden en las calles. Porque las reinas que desfilan en las carrozas no solo traen brillo, historias de superación, de discriminación vencida, y de derechos conquistados, sino que también traen exigencias de reparación histórica, de ausencia del Estado y la sociedad.

Querida comunidad, esta marcha no es solo nuestra. Es de quienes nos precedieron, de quienes lucharon cuando no era seguro hacerlo. Es también de quienes aún no se atreven a salir de todos los clóset que fuimos creando, de quienes enfrentan el odio en sus casas, en sus escuelas, en sus trabajos. Es de quienes creen que todavía podemos armar revoluciones y vencer. De quienes marchamos porque amamos y marchamos porque el orgullo tiene historia. De quienes creemos que todes tenemos derecho a la salud, a la educación, a la integración eficaz al mundo laboral, a poder vivir de manera plena en la sociedad, a decidir quiénes y cómo seremos, y a vivir vidas libres de violencia. De quienes soñamos con un país en el que la diversidad florece bajo el calor de un sol que ilumina. 

Este 7 de diciembre es un día importante para visibilizar y reivindicar los derechos y verdaderas libertades de todas aquellas personas que no pudieron hacerlo. Y hacemos en la calle una fiesta y una marcha por quienes no pudieron, quienes ya no están como Vicky Nieva, Gala Perea, Ayelén Gómez, Diana Sacayán, Lohana Berkins, Cynthia Moreira, Lourdes Reynoso entre otres. Y por quienes todavía no se animan. Mientras miro a mi hijo jugar con sus peluches y escribo esta carta, confirmo, una vez más, que el orgullo siempre es una respuesta. Y que a nosotres, ser una familia orgullosa, nos pone muchas veces en zonas de peligros, pero siempre, siempre, hay alguien que nos salva.

Fotografías: Comisión Organizadora de la Marcha del Orgullo (C.O.M.O)

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