En las recientes Ferias del Libro de Santiago del Estero y Salta, dos editores hicieron el mismo chiste: «Por cada diez personas tucumanas, una es editor o editora». Según el censo de 2022, Tucumán cuenta con 1.731.820 habitantes, lo que indicaría que hay unos 17.318 editores. Aunque esta cifra no se alcance en la práctica, refleja una realidad simbólica: Tucumán es la provincia del Norte argentino con la mayor diversidad de actores en el ámbito editorial, entre editores, correctores, diseñadores, libreros, poetas, narradores, críticos, encuadernadores, bookstagrammers y otros. Además, es la provincia con más editoriales y librerías, tanto independientes como universitarias, y sede de importantes festivales de literatura como el FIDEO[1] y el FILT,[2] presentaciones de libros y eventos académicos que enriquecen la vida cultural local.
La escena editorial tucumana es amplia y compleja, con múltiples proyectos que incluyen talleres, editoriales, revistas y librerías como Marea Emocional, Mandrágora, El Desarmario, Solenoide, Escriva, Pirpintos, Taller Literario (Facultad de Filosofía y Letras, UNT), Aguacero Monoambiente Editorial, La Papa Editorial, Falta Envido Ediciones, Puerta Roja Ediciones, Gerania Ediciones, Vleer, Inflorescencia Editorial, La Cascotiada, Gato Gordo Ediciones, Dúplex Casa Editora, Llama Blanca Editorial, Libros Tucumán, Tafí Viejo Ediciones, Ediciones IPS Tucumán, Aconquija Ediciones, Ediciones del Parque, La Aguja del Bufón, EDUNT, Humanitas, Editorial de la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales; La Papa Revista, Ganso Negro, Telar, Confabulaciones, Rill, Adle, Total Interferencia, Aquel Detalle Incómodo, La Nota Tucumán, Madre Selva Libros, Librería de Oro, Atrapasueños, Dany Libros, El Grimorio, Manfredo, Libros Anastassia, El Griego, Los Primos, Amauta Libros. Y muchas otras más que seguro están en la oferta, en la demanda y en la atención al público.
A su vez, la provincia cuenta con instituciones universitarias de larga trayectoria, como la Universidad Nacional de Tucumán (UNT), que ha sido un núcleo fundamental de formación en pensamiento crítico y creatividad. La UNT ha impulsado proyectos editoriales que no solo publican a autores locales, sino que también contribuyen a la creación de colectivos, revistas y festivales.
Las editoriales universitarias y las independientes, aunque comparten el propósito de promover la cultura y el conocimiento, enfrentan desafíos distintos. Las editoriales universitarias, enmarcadas en una estructura formal, publican investigaciones, ensayos y literatura que nutren el pensamiento académico. Sin embargo, suelen estar condicionadas por presupuestos institucionales, recortes y la disponibilidad de recursos que pueden limitar su frecuencia de publicación y su catálogo. En cambio, las editoriales independientes enfrentan una lucha constante por sobrevivir y sostenerse en un mercado sin apoyo estructural, afrontando riesgos mucho mayores que las editoriales universitarias. Esto incluye la autogestión, la falta de financiamiento sostenido y la incertidumbre económica, que afecta desde la producción hasta la distribución. Para mantenerse activas, han debido buscar alternativas, formar alianzas, compartir recursos y organizar eventos y ferias autogestivas, creando un espacio que, a pesar de los desafíos, sigue cultivando la creatividad y la resistencia.
Ser una editorial independiente implica operar en condiciones de mayor vulnerabilidad y, justamente por esta precariedad, algunas voces sugieren que las independientes deberían concentrarse en su propia supervivencia, sin involucrarse en la defensa de las universidades. Sin embargo, este enfoque pierde de vista la red interdependiente que sostiene el ecosistema editorial en Tucumán y en todo el país. La independencia, en este sentido, no significa aislamiento; al contrario, muchos de los profesionales que integran el mundo editorial independiente han sido formados en universidades nacionales, y estas instituciones son clave para mantener la calidad y el pensamiento crítico que define a este sector. La UNT y otras universidades no solo capacitan a correctores, diseñadores y gestores, sino que también funcionan como incubadoras de proyectos editoriales que, en tiempos de crisis, sostienen la diversidad y riqueza cultural de la región.
Como sugieren Hernán López Winne y Víctor Malumián, pensar lo independiente como una “zona” y no como una categoría binaria permite entender la autonomía como una posición móvil y colaborativa. Las editoriales independientes pueden tener su propio espacio de acción y experimentar con sus catálogos, pero esto no significa que estén desvinculadas de la defensa de las instituciones universitarias. De hecho, en el actual contexto de recortes y amenazas a la educación pública, ser independiente no implica estar «afuera» del sistema, sino situarse en un terreno que puede y debe actuar en sintonía con el circuito universitario, defendiendo un ecosistema que fortalece a ambos sectores.
Al abordar la independencia desde esta perspectiva, queda claro que no se trata de una postura de exclusión o de distancia. En cambio, se trata de un territorio donde lo editorial opera en movimiento, y su flexibilidad permite que independientes y universitarios colaboren en la resistencia ante adversidades comunes. Las editoriales independientes, en su lucha constante y en la necesidad de creatividad y autogestión, traen consigo una resistencia que fortalece a todo el campo editorial, y cuando defienden las instituciones universitarias, están defendiendo también las bases que sostienen a la cultura, a la educación y a la producción de conocimiento. En esa red, las independientes aportan una fuerza renovada, mientras las universidades preservan el rigor y la amplitud de saberes.
Quizás es momento de volver a pensar la pregunta de manera colectiva: ¿independientes de qué? Este interrogante merece ser revisado en profundidad, especialmente a la luz de los lazos que nos unen a todos los actores del ecosistema cultural y educativo. Más que una distancia, ser independiente es posicionarse de forma autónoma, pero no aislada, y reconocer que la colaboración enriquece y fortalece a cada sector. Es más, en el contexto actual, resulta necesario y urgente que sean las universidades las que miren activamente hacia los espacios independientes, que se hagan a sí mismas la pregunta sobre esta independencia y reconozcan el valor de las colaboraciones. De esta forma, se abriría el camino hacia una integración más amplia, donde la pluralidad, la resistencia y el compromiso cultural encuentren un terreno común, enriqueciendo tanto la producción académica como la autogestión editorial.
[1] El Festival Intergaláctico de Escritores Oficial (FIDEO), organizado por Zaida Kassab y Daniel Ocaranza, se plantea como un espacio de encuentro y expansión artística, superando los límites convencionales de los festivales literarios. En todas sus versiones, reúne a escritores y artistas de diversas disciplinas, incluyendo música, danza, artes visuales y escénicas, configurando así una experiencia integral para los asistentes. Lo regional y el federalismo son los lemas que más prevalecen. Cuenta con el apoyo del Ente Cultural, la Honorable Legislatura de Tucumán y la Municipalidad de San Miguel de Tucumán. Además, el mismo festival organiza el colectivo FEI, Feria de Editoriales Independientes.
[2] El Festival Internacional de Literatura Tucumán (FILT), organizado por Blas Rivadeneira, Sofía de la Vega y Ezequiel Nacusse, es un proyecto que propone generar un espacio para el intercambio y la difusión de la producción literaria de la provincia y el país, dando lugar al cruce de autores con diferentes experiencias en el campo de las letras. El FILT nació como una iniciativa nacional y latinoamericana en el NOA, que busca dar cuenta de las voces emergentes y reunir figuras destacadas de la literatura regional, nacional e internacional.
Foto: Pablo Romero (editor en Aguacero)