La economía del corto plazo

Presiones cambiarias, inflación alta, deuda externa, segmentación de tarifas, son los ejes económicos que más atención tienen en el último tiempo. La actualidad económica que transita Argentina se vuelve cada vez más presurosa y casi que obliga a centrarse en el corto plazo.

Para el INDEC, el Índice de Precios al Consumidor (IPC) del mes de julio arrojó un incremento del 7,4% en el nivel general de precios y un 6,0% en alimentos y bebidas no alcohólicas. La variación acumulada a julio es de 46,2% (10 puntos porcentuales más que la variación del mes de junio) y la variación interanual arroja un 71%. En julio, las corridas cambiarias generadas en el dólar paralelo jugaron un rol primordial como referencia del resto de los precios de la economía y es llamativo como el promedio general tiene varios rubros por encima: Bienes y Servicios varios (8,1%), Prendas de Vestir, Cuero y Calzado (8,5%), Restaurantes y Hoteles (9,8%), Equipamiento y mantenimiento del Hogar (10,3%) y Recreación y Cultura (13,2%). En este último caso, el receso invernal explica gran parte del aumento. En este sentido, el nuevo Previaje juega un rol interesante. Si bien es una buena herramienta para fortalecer el turismo local e incrementar la demanda del sector hotelero y gastronómico, trae aparejado que dichos sectores aumenten sus servicios bastante por encima del valor de la inflación general (resaltar el componente inercial de la inflación es clave), sobre todo teniendo en cuenta que la oferta no es ilimitada. Cabe destacar que estos rubros tienen un alto componente de trabajo no registrado y muchas veces muy precarizado.

Con este último dato del INDEC, las estimaciones de una inflación interanual para el 2022 superior al 90% son cada vez más factibles (según el Relevamiento de Expectativas de Mercado -REM- del Banco Central, la estimación de la inflación del 2022 es del 89,7% en promedio).

La recuperación sostenida de los salarios de reales quedó relegada en la actualidad. La reapertura de paritarias no basta para recuperar el poder adquisitivo perdido ante niveles de inflación tan altos, solo la “corren de atrás”. En este sentido, los refuerzos de ingresos son más que necesarios. Para el Haber Mínimo Jubilatorio, la pérdida real interanual a julio es de 4,9%. En cuanto al Salario Mínimo, Vital y Móvil (SMVM), la pérdida es del 2,1% para el mismo período y del 4,8% para la Asignación Universal por Hijo (AUH). En el caso del Haber Mínimo Jubilatorio, a partir de septiembre superará los 50.000 pesos, dado que incluye un bono de 7.000 pesos establecido para septiembre, octubre y noviembre. Para el Potenciar Trabajo también se estableció una suba del 21% en tres tramos de 7% a partir de septiembre. En este caso, la suba viene atada al incremento del Salario Mínimo, Vital y Móvil, dado que los beneficiarios reciben el 50% del SMVM. Este último hoy se encuentra en 47.850 pesos, pero tendrá tres aumentos: 51.200 en septiembre, 54.550 en octubre y 57.900 para noviembre. Los últimos datos de la Canasta Básica Alimentaria (CBA) para el mes de julio, indicaron que la línea de indigencia para un adulto está en los 16.008 pesos (6,3% superior al mes anterior), mientras que la Canasta Básica Total (CBT) para superar el umbral de pobreza de un adulto equivalente, es de 36.019 pesos (6,8% superior al mes de junio). Para una familia tipo (compuesta por un varón de 35 años, una mujer de 31 años, un hijo de 6 años y una hija de 8 años, según INDEC), el valor de la CBT es de 111.298 pesos, para determinar ésta CBT se extiende la CBA, considerando los bienes y servicios no alimentarios.

En pos de cumplir las metas con el FMI, la segmentación de tarifas ya está en marcha. Pero la comunicación del esquema no contó con la mayor claridad. En principio se divide a la sociedad en tres fragmentos: ingresos bajos, medios y altos. Los primeros de ellos que cuenta con la tarifa social, mantienen los subsidios para luz y gas pero tendrán aumentos trimestrales en el servicio de agua hasta llegar a como máximo el 15% de la tarifa subsidiada para mayo de 2023. Los sectores de ingresos medios abonarán un aumento bimestral de gas pero manteniendo el subsidio para el 70% del consumo. El 30% restante de consumo, pagará tarifa plena. Para el servicio de luz se prevee aumentos de 55% en AMBA y del 20- 25%,  para el resto de las provincias del país (siempre que el consumo no supere los 400 kWh). En el caso del servicio del agua habrá aumentos trimestrales hasta perder todo el subsidio en marzo del año que viene. Para el escalón de ingresos más altos el aumento bimestral será del 167% para el gas. Para el servicio de luz sería igual que los ingresos medios. El servicio del agua sería el 150% más caro desde noviembre. Este nuevo esquema tarifario tendría un impacto de 47.500 millones de pesos para el 2022, los cuales representarían un 0,06% del PBI (porcentaje acordado con el organismo). Dado el contexto inflacionario y la caída de los ingresos reales, es probable que “lluevan” reclamos en las primeras facturaciones bajo este nuevo régimen. Habrá que esperar para ver cómo se operativiza el mismo y el peso del “reacomodamiento” en los sectores de ingresos medios y bajos.

Ante un panorama económico complejo en el corto plazo, ¿qué expectativas hay a mediano-largo plazo?, ¿hay un hilo de optimismo? El sector energético es un umbral de referencia. Vaca muerta tiene expectativas altas. En principio, a mediados del 2023, empezaría a rendir sus frutos, producto de las inversiones del presente. Lograr el autoabastecimiento energético sería un objetivo clave a largo plazo que aliviaría el balance cambiario energético y permitiría alimentar y sostener el crecimiento de la actividad.

En su asunción, el nuevo Ministro a cargo del super Ministerio comunicó como ejes principales a trabajar al orden fiscal, el superávit comercial, el fortalecimiento de reservas y el desarrollo con inclusión. Resaltó que las herramientas para alcanzarlos serían la inversión, la producción, el aumento de exportaciones y la defensa del mercado interno.  Pero parece que la comunicación del oficialismo sigue ausente en una de las prioridades: la inflación. Poco transciende sobre las posibles medidas antiinflacionarias y menos aún si existe efectivamente un plan económico estabilizador.

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