La Guerra Fría y las posteriores (des)informaciones entre los conocidos enfrentamientos occidentales/orientales no hicieron más que alienar la situación actual con datos confusos y endebles desde a ambas partes. Con esto, la conclusión es simple, muchas veces los medios defienden sus propios intereses desde objetivos particulares.
Es sabido que en América Latina prima la visión occidental. Los medios de comunicación declararon en estos últimos días, entre otras mentiras, que Rusia se encontraba encerrada en un cerco mediático, imposibilitada de acceder a lo que realmente sucedía en Ucrania. Nada más lejos de la verdad; las personas que habitan en Moscú, por ejemplo, pudieron ver, apenas se levantaron (porque el ataque fue durante las 6 de la mañana), cómo misiles y bombas impactaban en diferentes ciudades de Ucrania. Es importante aclarar esto, ya que es muy fácil demonizar al ex diablo comunista, justificando que busca “restaurar el imperio soviético”. Otro titular periodístico que confunde y manipula.
La caída de la U.R.S.S. dejó varios resabios a lo largo de todo el mundo. Uno de esos resultados fueron los territorios que se consideraron libres, pero que nunca dejaron de ser independientes de la Federación Rusa. Ucrania es uno de esos países. Al este, en la región de Donbass, los ciudadanos se dividen entre ucranianos y rusos. Allí, habitan los llamados “rebeldes” que son los principales interesados en formar parte de Rusia. Por otro lado, gracias al reciente reconocimiento de Putin, también hay repúblicas autoproclamadas como soberanas, como Donetsk y Lugansk, que son ahora independientes para el país.
Sin embargo, este no es el único territorio considerado independiente o cercano a ser reconocido por Rusia como territorio propio. La región de Crimea es otra zona que estuvo en conflicto y fue anexada en el 2014 a Rusia. La península fue un balneario popular y una de las bases principales de la Flota del mar Negro durante la Unión Soviética. La región formó parte de Rusia hasta que Jruschov decidió transferirla a Ucrania en 1954. Sin embargo, la revuelta del 2014 revocó esta ley, y se llevó a cabo un referéndum que reveló la voluntad del casi 97% de la población para reintegrarse a Rusia.
Los habitantes de Crimea y de Donbass han denunciado la hostilidad y persecución por parte del gobierno ucraniano y sus habitantes. Sin embargo, y acá es donde se empieza a complicar más, en estos pedidos de ayuda a Putin y el rechazo por parte de Zelenski de proteger estas zonas, los países de la OTAN vieron la oportunidad perfecta para intervenir. No sólo brindaron ayuda económica y militar a Ucrania, sino que decidieron reforzar los límites de sus fronteras con ejército norteamericano y alemán en su mayoría. Además, dejaron la propuesta sobre la mesa de incorporar a Ucrania a la Alianza. En estos términos, el Artículo 5, entre otros, se violó. Los países miembros ya no “protegen” ni “velan” lo intereses de un país miembro de la OTAN, en este caso, Rusia.
Teniendo en cuenta esto, Rusia volvió a enfrentarse a los países europeos y por supuesto, a EE.UU. La ambivalencia occidente-oriente ya no existe, ahora tenemos al superclásico Rusia vs. OTAN.
En el día de ayer, 24 de febrero, Putin decidió llevar a cabo una intervención militar para proteger los intereses y velar por los derechos de los ciudadanos rusos que se encuentran viviendo en estos territorios en conflicto.
El planteo de ambos países es bastante claro. Lo que no queda del todo claro es por qué países como EE. UU, Alemania, Reino Unido, entre otros, deciden intervenir y tomar partido para llevar a cabo una serie de sanciones y castigos (antes que Rusia decidiera intervenir militarme el territorio ucraniano). Con esto, no quiero justificar la maniobra bélica que terminó decidiendo Putin en estos días. Ninguna intervención que implique violencia bélica es aceptada.
La respuesta de la OTAN fue una serie de sanciones económicas, o políticas como la eliminación de visas a rusos para diferentes países europeos, impuestos al rublo para la tasa de cambio, interrupción de vuelos desde Rusia hacia algunos países, entre otras medidas.
En Moscú se llevaron a cabo una serie de manifestaciones de civiles y opositores que buscan frenar la intervención de Rusia en Ucrania. La gente está tensionada, descontenta, sin saber muy bien el destino de este conflicto, que ahora empezó a ser armado. Algunos focos protestantes desataron fuegos o proyectiles, a esos se los detuvieron, quizás, en el operativo policial, también se apresaron a civiles inocentes que estaban simplemente manifestándose.
El clima se encuentra tensionado, el minuto a minuto es imprescindible para la decisión del futuro de millones y millones. Sobre todo, porque esta decisión permite que se desencadenen una serie de intervenciones y decisiones de otros países sobre territorio ucraniano, que sigue manifestándose con problemas sin solución (se ve que la línea bélica que buscaron asentar los países de la OTAN en sus fronteras no sirvió de mucho). Zelenski se declara abandonado en un monopolio de poder muy importante, en el medio de una mesa de intereses que siempre estuvieron en disputa.
Las cartas ya se dieron, y parece que el único país contento con la repartija es EE. UU, que pudo no sólo decidir por las medidas en la bolsa, los valores del gas o del petróleo, sino que este “paquetes de sanciones” lo dejan como principal líder económico y político.
Qué importante leer entre líneas.
Este es uno de los momentos más difíciles y peligrosos. Los enfrentamientos bélicos están recién iniciados y la región de Donbass, Kiev y Crimea están siendo amenazados con bombardeos. Los ataques de las fuerzas de Kiev continúan pidiendo la formación de una coalición “anti Putin” y pide asistencias militares de los “Nueve de Bucarest”, los miembros de Europa del Este de la OTAN. La situación es peligrosa y los focos civilizatorios se recrudecen. Los habitantes de estas zonas son claramente los más perjudicados.
Los líderes de los países de la OTAN se niegan a sentarse a dialogar diplomáticamente con Putin o con sus dirigentes políticos. El único que hasta ahora ha cedido al diálogo, ha sido Macron. Esa conversación se dio con fines explicativos, pero no hubo mayores soluciones.
Nos mantenemos a la espera de mayores soluciones o procedimientos diplomáticos que permitan el alto al fuego y la resolución de los conflictos culturales/sociales y ahora económicamente mundiales en Europa-Asia.
Lo importante: no cundamos al pánico ni cedamos a la histeria mediática. Nos tenemos que mantener lejos de eso, en la sana tercera posición.
Desde Rusia, Gramota rusa.