Mientras el Indec presenta un nuevo índice de inflación tras ocho años y el primer semestre llega a su ‘anhelado’ fin, en paralelo las principales consultoras económicas comenzaron por estos días a ofrecer sus análisis de coyuntura. Continuando con la serie de proyecciones macroeconómicas de cara a los próximos meses, lo que sigue es un fragmento del informe del Centro de Estudios Socioeconómicos y Sindicales -se puede descargar completo acá– que alerta sobre la caída de la actividad en lo que va de 2016 y pone en perspectiva los diferentes escenarios que se le abren al gobierno de Cambiemos en estos meses cruciales para la economía y la política en Argentina.
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Finalizado el primer trimestre es claro que la contracción económica se acentúa. Salarios y jubilaciones rezagadas, frente a un sistema de precios descontrolado. solo conducen a menos consumo interno. La meta de una inflación anual de 25 a 30% queda desactualizada y la realidad se sitúa entre el 40 y 50% anual. Si el promedio de las paritarias no supera el 30%, las pérdidas del salario real serán muy grandes. El consumo seguirá la tendencia declinante, con mayor o menor aceleración, dependiendo de la pérdida de empleos.
En el sector externo también se presentan fuerzas contractivas y el efecto se potencia. En Brasil, con serios problemas políticos, parece que se profundiza la contracción económica. China no retoma los ritmos de crecimiento elevado como para afectar el precio de las materias primas. Europa sigue en el ajuste y EEUU es la única economía que se recupera. Entretanto, el gobierno se atiene a su “Manual” y sigue tomando medidas procíclicas. Tasas de interés elevadísimas y aumento de tarifas acrecientan el costo del capital de trabajo, el transporte y la logística de las empresas. Lo anterior conduce a un incremento inevitable en la estructura de costos que deriva en mayores precios. Casi, podría decirse, asumen 2016 como un año perdido con una fuerte recesión. Muy grande en el primer semestre y algo más tenue en el segundo, cuando ingresen importaciones baratas, el proceso de endeudamiento permita retomar alguna obra pública y las paritarias recuperen algo del poder adquisitivo perdido.
La única esperanza del plan actual es sostener el tipo de cambio entre 14 y 15 con los dólares de la cosecha gruesa, hasta que el arreglo con los “buitres” les habilite un nuevo proceso de endeudamiento externo. A partir de ese momento, dicen en algunas consultoras vinculadas a la actual gestión, se podrá revertir las tendencias recesivas. Pero esta vez será la inversión y no la demanda “populista” la que impulse la economía, señalan.
Casi, podría decirse, asumen 2016 como un año perdido con una fuerte recesión. Muy grande en el primer semestre y algo más tenue en el segundo, cuando ingresen importaciones baratas, el proceso de endeudamiento permita retomar alguna obra pública y las paritarias recuperen algo del poder adquisitivo perdido
La pregunta es: ¿qué políticas anticíclicas aplicará la actual gestión para revertir el ciclo? Las mismas deben ser cuantitativamente importantes para revertir esta tendencia. La inversión es sólo un 20% del PBI. Dentro de ese porcentaje se contempla tanto la inversión pública como la privada. El consumo es el 80% del PIB con una balanza comercial neutra (EXPO=IMPO). Por lo cual, si el mismo se contrae en términos reales un 20%, el producto real anual tiende a una reducción de 16% (20% de 80%). Para que la inversión equilibre la caída debería crecer un 80%. Con un PBI que ronda los 5 billones de pesos corrientes implicaría que la misma debería crecer, en lo que resta del año, más de 800 mil millones de pesos corrientes o, considerando un dólar promedio anual de 17, 47 mil millones de dólares. Seria un crecimiento inédito, a nuestro juicio, imposible de alcanzar. Sobretodo con un mercado externo complicado, una fuerte contracción del mercado interno y tasas de interés elevadísimas.
Por lo anterior nuestro pronóstico de una recesión profunda para el primer semestre ya se extiende para casi todo el año. Por supuesto, el mismo dependerá de si la actual gestión comienza o no a tomar medidas contracíclicas reales. El paquete anunciado apresuradamente el sábado 18 de abril, suma apenas 30 mil millones de pesos si todo sale bien. Una cifra que apenas mueve la pendiente de la curva recesiva en unos grados. Es decir, de una tendencia extremadamente recesiva a muy recesiva. Los sectores más dañados serán:
1.Pequeños y medianos comercios de barrio
2.Pequeñas y medianas empresas (comercio, servicios, producción)
3.Cuenta propia y microempresas
4.Trabajadores en general
5.Jubilados y pensionados
Esta recesión, generada adrede por la política de la actual gestión, tenía como meta equilibrar el sector externo, recuperando competitividad vía la devaluación y ordenando las cuentas fiscales para frenar la inflación. Finalizado el cuarto mes del año estas metas parecen más lejanas que al principio y lo único que camina viento en popa es un nuevo y gran mega endeudamiento. Acompañado de elevados índices de desempleo, desinversión, inflación y déficit fiscal. Queremos alertar particularmente sobre algunas cuestiones:
a. Si no median sustantivas correcciones de política económica este tipo de planes conduce inevitablemente a fuertes procesos de exclusión social.
b. La reducción del consumo producto de la caída de salarios y jubilaciones reales conduce inevitablemente al empeoramiento de las condiciones de vida de las familias que trabajan pero también, inevitablemente mas temprano que tarde, al cierre de miles de pequeñas y medianas empresas.
c. Todo el esfuerzo pedido a la población para ganar competitividad externa queda en nada cuando todos los costos (salvo el salario) suben en una economía que lo que menos exporta es bienes con alto valor agregado.
[edgtf_custom_font content_custom_font=»El mito del segundo semestre» custom_font_tag=»h5″ font_family=»» font_size=»» line_height=»» font_style=»normal» text_align=»left» font_weight=»» color=»» text_decoration=»none» letter_spacing=»»]
Entretanto, todas las esperanzas del gobierno están puestas en el segundo semestre. Al menos parece ser lo que los técnicos de economía le explican al presidente. Pero ninguno aclara desde dónde se piensa recomponer la demanda agregada que se viene derrumbando mes tras mes. En la ultima semana FIEL, consultora ultraliberal, señaló que la industria registró una caída de 6,1% en abril con respecto al mismo mes del año anterior. Destacándose en este derrumbe: petróleo procesado con -3,8%, metalmecánica con -8%, minerales no metálicos -8,6%, producción siderúrgica con -11,8% y, la estrella de la caída, la industria automotriz con 13,2%. Un derrape recesivo que se acelera mes tras mes.
Otras organizaciones no neoliberales confirman esta tendencia. Un comunicado de la Cámara Argentina de la Mediana Empresa (CAME) advirtió que la crisis de las economías regionales se acentuó y hay complicaciones para sostener el empleo. En el mismo se señala que “los productores vienen sufriendo costos en alza, fuerte caída en la demanda, sobre oferta en el mercado, falta de financiamiento, excesiva presión fiscal y dificultades para colocar sus manufacturas en el mercado (…) A esto se sumó mayores ingresos de mercancías importadas en algunos sectores, la multiplicación de las tarifas energéticas, las subas en los combustibles y las desavenencias climáticas (…) Están desapareciendo muchas explotaciones y los grandes productores son los que están absorbiendo a los pequeños”.
La pregunta es: ¿qué políticas anticíclicas aplicará la actual gestión para revertir el ciclo?
Realmente no se entiende desde donde piensan: a) detener la abrupta caída y b) reactivar. El sector externo juega en contra. El consumo, la mayor parte de la demanda agregada, se derrumba por a) aumento del desempleo, b) pérdida del salario real, c) pérdida del poder de compra real de las jubilaciones y pensiones, d) derrumbe de la inversión privada y pública. Nada de lo hecho en política económica hasta el momento indica que esta situación se revierta. Por el contrario, todos los indicadores muestran que la situación tiende a complicarse cada vez más. En este sentido son ilustrativas las declaraciones de Antonio Donello, Secretario Gremial de la UOM de Rosario, por motivo de despidos y suspensiones de turnos en las empresas Bambi y Electrolux: ”estamos muy preocupados, no solo por Bambi y Electrolux, sino por toda la rama. Se esta cayendo el consumo y si no hay consumo interno se deja de producir. Te doy un ejemplo: si yo antes vendía 20 botellas y ahora me compran 16, el primer mes me la aguanto, el segundo me la aguanto, pero el tercero ya tengo que ver cómo hago, porque me esta sobrando gente para hacer 20 botellas si vendo solo 16”.
Una consultora neoliberal afirma que el nivel de actividad industrial se derrumba. Una organización de la pequeña y mediana empresa señala grandes problemas en las economías regionales. Finalmente, un dirigente sindical confirma el temor a los despidos que cinco centrales obreras comparten y expresaron públicamente en una movilización histórica. Son todos indicios de que la recesión se profundiza y no al revés. El mito de la recuperación en el segundo semestre se derrumba y el gobierno ya comienza a hablar del año que viene.
[edgtf_custom_font content_custom_font=»El tridente de la resurrección» custom_font_tag=»h5″ font_family=»» font_size=»» line_height=»» font_style=»normal» text_align=»left» font_weight=»» color=»» text_decoration=»none» letter_spacing=»»]
En la víspera del fin del primer semestre es claro que el ajuste llevado adelante por la “Alianza Cambiemos” derivó en un proceso recesivo amplio. Así lo muestran los principales agregados macroeconómicos. El consumo sufre una caída que puede llegar a superar el 7% en la primera mitad del año, el sector externo es levemente contractivo y la inversión se derrumba con una baja sumamente pronunciada. El resultado esperado para el primer semestre es una caída del PBI cercana al 7% y un desempleo abierto cercano a los dos dígitos.
La esperanza de que el año no derrape en una fuerte estanflación está depositada en el segundo semestre. Pero implicaría un cambio sustantivo en materia de política económica. Se pasaría de un ajuste neoliberal clásico, como el realizado hasta el momento, a un reciclaje elitista con ciertas connotaciones keynesianas. Se trataría de un esquema basado en el tridente de la resurrección: a) blanqueo de capitales b) venta de acciones de la ANSES y c) aumento de jubilaciones.
La esperanza de que el año no derrape en una fuerte estanflación está depositada en el segundo semestre. Pero implicaría un cambio sustantivo en materia de política económica. Se pasaría de un ajuste neoliberal clásico, como el realizado hasta el momento, a un reciclaje elitista con ciertas connotaciones keynesianas
El blanqueo de capitales no tiene un único fin. El gancho más fuerte es la devolución de las acciones que hoy maneja el Estado a cambio de que regresen los capitales fugados. Algunos, en el Ministerio de Economía, estiman que esta cifra puede ser cercana a los 20 mil millones de dólares en el segundo semestre. Este flujo se transformaría en unos 300 mil millones de pesos que luego de pasar por ANSES irían a los bolsillos de los jubilados y, en consecuencia, rápidamente al consumo. Por otro lado, el ingreso de divisas implicaría el aumento de la base monetaria, por lo tanto de la oferta total, y una reducción de los tipos de interés que se intentarían situar en torno al 20%. Asimismo, el tipo de cambio quedaría anclado en torno a los 14 o 15 pesos por dólar sustentado en el blanqueo y el endeudamiento externo. En este contexto, la bolsa de valores experimentaría un fuerte incremento impulsando la inversión especulativa. Por su parte, los salarios reales recuperarían algo de poder adquisitivo frente al primer semestre, por efecto de la vigencia plena de los convenios colectivos. En suma, asumiendo que: a) la cifra de blanqueo no sea menor a los 20 mil millones de dólares en el periodo, b) que se derive en su integridad a mejoras en los ingresos de las jubilaciones mas bajas y, c) que el BCRA acompañe la estrategia bajando tasas, es muy probable que se logre detener la tendencia recesiva.
Este tipo de esquema no es nuevo. Ya lo ensayó Roque Fernández en 1996, claro que en lugar de blanqueo utilizó bonos de deuda externa. Tuvo éxito hasta 1998, cuando la economía entró nuevamente en un proceso recesivo, que no finalizaría hasta la implosión de la convertibilidad en 2001.
“El tridente de la resurrección” podría tener éxito en términos de recuperar la demanda agregada pero insertaría a la economía argentina en un proceso de retraso cambiario, déficit comercial y endeudamiento externo. Una especie de convertibilidad reciclada
En suma “el tridente de la resurrección” podría tener éxito en términos de recuperar la demanda agregada pero insertaría a la economía argentina en un proceso de retraso cambiario, déficit comercial y endeudamiento externo. Una especie de convertibilidad reciclada.
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Por lo dicho en los párrafos anteriores y la evidencia cuantitativa disponible, es claro que el primer semestre está perdido en términos de actividad y empleo. Todas las proyecciones conocidas resaltan un profundo proceso recesivo. Entre ellas, la peor es la de nuestro modelo econométrico MODEL-CEDL, que en diversas simulaciones de escenarios arroja una caída del PBI cercana al 7% para el primer semestre y una tasa de desempleo de dos dígitos con una inflación camino a superar el 40%. Sin mediar un cambio de política económica, el segundo semestre será peor que el primero, porque es cuando más se sufrirá la desocupación. La única posibilidad de reactivar la economía o detener la caída es un cambio de política económica. Si la actual gestión cambia la orientación de su política económica y se inclina por otra de corte neokeynesiana, basada en la recuperación del poder adquisitivo de las jubilaciones, el blanqueo de capitales y la venta de acciones del ANSES, es probable que sobre el cuarto trimestre se logre visualizar cierta recuperación en materia de actividad.