El largo brazo de la hegemonía CEOcrática

Semana acelerada de Cambiemos: de las reformas a Gils Carbó, el gobierno salió a cobrar el triunfo electoral. Un repaso por lo que se viene y un apéndice para la oposición desorientada.

Si alguna duda quedaba acerca de la hegemonía de Cambiemos, aun pese a los resultados electorales del 22 de octubre último, los episodios acumulados al cabo de los primeros días posteriores al comicio alcanzan para disiparla. La renuncia de Alejandra Gils Carbó a la Procuración General de la Nación y el contenido del ciclo que el presidente Mauricio Macri ha bautizado como etapa de reformismo permanente sólo se comprenden a través del desierto que le quedó alrededor al oficialismo para operar. La caída de la jefa del Ministerio Público Fiscal es un eco del avance relativo del jefe de Estado en la interna de la alianza gobernante; la tertulia celebrada en el CCK y los proyectos de ley presentados esta semana lo son, por su parte, de la crisis del peronismo.

 

Como no podía ser de otra manera, en homenaje al reciente triunfo, cuyo capítulo más significativo fue indiscutiblemente el duelo contra Cristina Fernández en provincia de Buenos Aires, el método con que el jefe del Estado proyecta reimpulsar su gestión es el que en campaña se conoció, a través de un video de vieja data, por boca de Esteban Bullrich, el inverosímil candidato que logró la proeza de batir por primera vez a la líder de Unidad Ciudadana, quitándole su invicto (el único que quedaba en pie entre los dirigentes tradicionales de la política nacional). Dicho sencillo, se trata de presentar una multiplicidad de iniciativas tal que la capacidad de respuesta del rival se resienta por imposibilidad de atender todos los frentes. Humoradas al margen, el volumen de información en juego veinticuatro horas después de presentada en sociedad la refundación CEOcrática era casi inabordable, siendo que, por los motivos que fueran, la salida de Gils Carbó de su cargo se produjo en simultáneo con la presentación en sociedad de la batería reformista.de Innovaciones en los regímenes fiscal, jubilatorio y laboral, nada menos. Un verdadero paquetazo.

«La caída de la jefa del Ministerio Público Fiscal es un eco del avance relativo del jefe de Estado en la interna de la alianza gobernante; la tertulia celebrada en el CCK y los proyectos de ley presentados esta semana lo son, por su parte, de la crisis del peronismo»

¿Qué quiere decir hegemonía en el marco que se viene describiendo? Veamos. Cambiemos se consagró a partir de un mandato de regeneración institucional. Y, asimismo, presume de ser un agente modernizador ajeno a las polémicas de lo que denomina vieja política. En criollo, rechazarían lo que se conoce como rosca. Esto más allá de que un mojón clave en su ascenso haya sido la convención de la Unión Cívica Radical oficiada en Gualeguaychú a principios de 2015. Cuando se unificó en su totalidad el campo partidario no peronista. Todo ello no obstante, Macri empleó las artes del apriete liso, llano y, sobre todo, público para desplazar a Gils Carbó; del mismo modo que lo hace con los magistrados del fuero del Trabajo para que se domestiquen a sus transformaciones.

 

En el caso de la ahora ex jefa de los fiscales, aparte, ejecutó una venganza contra su socia fundamental, Elisa Carrió. Quien, conviene recordar, frenó por un año este desenlace cuando truncó el acuerdo entre el Presidente, Miguel Pichetto y Sergio Massa para reformular el Ministerio Público Fiscal porque dicho pacto la dejaba afuera a ella del reparto del nuevo orden en el que considera su territorio. Ello implicó, para peor, el detenimiento total, que todavía dura, de la actividad legislativa, donde el gobierno nacional marchaba cómodo desde inicios de 2016. Lilita se valía de una discusión constitucional que existe alrededor del órgano de fiscales para tramitar su disgusto.

 

El ex alcalde porteño esperó a que la chaqueña tropezara para retomar su capricho: ocurrió cuando se fue de boca con el caso Santiago Maldonado. Eso fue el martes previo a la elección. El viernes siguiente, durante la veda, y con Carrió en capilla por “consejo” del team proselitista amarillo, se firmó un fallo gestionado por el Colegio de Abogados de la City -cantera de funcionariado desde que el otrora CEO de SOCMA daba sus primeros pasos­- a medida en relación a la puja doctrinaria arriba mencionada. La fundadora de la Coalición Cívica no pudo protestar. Fina y helada planificación de venganza del mandamás PRO, quien hasta ahora nunca había logrado torcer el brazo de la diputada. Iría siendo hora de dejar a un lado la subestimación cuando de Macri y poder se habla. Lo pelea con la fiereza de cualquier caudillo, pero con habilidad para simular que es apenas un gestor para que no se note y el relato del cambio, que es meramente cosmético, no se abolle.

 

No en vano se ha escrito que, con todo el justicialismo esterilizado, las mayores tensiones del debate político se trasladan, de aquí en más, a la interna cambiemista. Ése fue el primer episodio.

«¿Qué cambió de aquellas épocas a éstas? El sólido consenso anticristinista que sostiene a Macri hasta tanto CFK deje de ser viable de momento parece perdonarlo todo con tal que ‘no vuelvan más’”

En cuanto a los borradores de ley conocidos, sobrarían los detalles. Hay que leerlos en conjunto para adivinar sus propósitos, que surgen sin necesidad de bucear profundo. Ni una palabra sobre tecnologización o nuevos formatos empresariales. Nada de eso. Más básico: una redistribución regresiva de valores materiales e intangibles, léase jerarquía, a quienes se creen con derecho divino a disponer del país a su antojo. Una vieja disyuntiva que cruza a este asunto alcanza para comprender cada uno de sus aspectos. ¿Cómo se crea empleo, abaratando sus costos o incentivando el consumo, o sea, la demanda? ¿Qué es lo que incentiva al empleador a multiplicar los puestos de trabajo? Cristina dirá que lo primero, Macri lo segundo. Durante los noventa se recortaron derechos a los trabajadores como pocas veces antes, y sin embargo aquello finalizó en la mayor desocupación que se recuerde. Contrario sensu, Néstor Kirchner restituyó buena parte de esos beneficios sin que ello le impidiera reocupar a más de cinco millones de personas. Pero aunque ella cuente con la Historia a su favor, en esta coyuntura no basta.

 

Estas eran cosas que, hasta el día de su asunción, el heredero de la dinastía Blanco Villegas no podía siquiera sugerir. Tuvo que asegurar que no haría olas la noche que Horacio Rodríguez Larreta casi pierde la Capital, y cuando se enfrentó en el debate pre balotaje a Daniel Scioli.

 

¿Qué cambió de aquellas épocas a éstas? El sólido consenso anticristinista que sostiene a Macri hasta tanto CFK deje de ser viable de momento parece perdonarlo todo con tal que “no vuelvan más”. Y mientras Cambiemos acumula victorias, se hace acreedor al derecho de ponerles contenido. El fantasma de la Venezuela que se evitó estira la paciencia. Cada nuevo hachazo se asume como un dolor necesario en la ruta hacia la felicidad. Pero no pasa sólo por la senadora electa el drama peronista. En los temas que aquí nos ocupan, también sus compañeros, los que aún la acompañan y los que ya no, sobreactuaron muchas veces su desprecio por la agenda institucional, aunque jamás fueron ni la mitad de lejos que llegó el nuevo neoliberalismo en la materia. Y no imagina una sola alternativa para un mundo que ya no es el del pleno empleo en que alumbró el movimiento.

 

Hace poco, y con razón, Agustín Cesio decía que la presidenta mandato cumplido cometió sus pecados entre 2011 y 2015, y que de ahí en más el resto de la dirigencia peronista es más culpable que ella porque no ofreció nada nuevo, estando pasado y presente ya saldados.

 

En definitiva, sería hora de empezar a reivindicar más la década por ganar que la ganada.

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